Opinión

La mala educación

Los trabajadores de la sanidad y de la educación alertan de los gestos de mala educación que ellos sufren, a veces con un conato de agresión de alumnos, de pacientes y familiares. En otros casos este personal es víctima  de una violencia explícita, no siempre denunciada, que nace de un mal gesto, un desacuerdo o simplemente por la contrariedad que para algunos supone acatar la disciplina o un veredicto médico. En general, en la sociedad hay muchas maneras de mala educación,  porque hay actitudes que varias personas adoptan, como el que da un puñetazo en la mesa, pensando que con malas formas pueden imponer una idea o un razonamiento.   Lo vemos en las reuniones, en las asambleas,  como en el congreso de los diputados, porque por desgracia  la política está llena  de  acritud.

La buena o mala educación no tiene que ver con la  enseñanza recibida.  Hay gente bien formada y maleducada, al igual que hay gente poco formada y muy educada.  La instrucción con sus títulos universitarios a veces no se corresponde con un saber estar, con mantener un principios básicos de formalidad.  A pesar del interés  de los docentes por enseñar en valores, los alumnos se encuentran en una sociedad, que es todo un erial en la convivencia, con insultos en las redes sociales, con el espectáculo insólito de los espectáculos deportivos, en los que en  lugar del valor noble de la competición, percibimos lo más bronco y despreciable del ser humano.   Ante esta situación, la mala educación no tiene remedio, y nos resignamos al saber “que hay mala gente que camina y va apestando la tierra” como dice el verso machadiano.  Por lo tanto,  tenemos lo que nos merecemos, con unos partidos políticos que no encuentran un consenso en las leyes educativas, con unos gobiernos que descartan la importancia de asignaturas como Educación para la Ciudadanía.

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