Opinión

La derecha se juega la cabeza

La cita electoral del día 26 es mucho más que unas elecciones municipales, autonómicas y europeas. Están en juego, desde luego, las alcaldías y la presidencias regionales, amén de los escaños europeos, pero está también sobre el tapete la hegemonía de la derecha española. Ciudadanos quiere asaltarla y el PP se la juega. Los populares tras la hecatombe del pasado 28-A no están en condiciones de soportar un desastre similar en los próximos comicios. Si esto sucediera, Rivera tendría el camino expedito para reclamar la primogenitura de la derecha, que ha sido su objetivo esencial y ahora se descubre en toda su intención. Es ahora o tal vez no sea nunca. Lo sabe.

Como también sabe Casado que sus días al frente del PP estarían contados si no se aprecia una recuperación del voto y lograr no solo detener la sangría sino obtener alguna victoria que marque diferencias. Y lo tiene bastante mal. Porque en los lugares más señeros y que van a concitar todas las miradas, pongamos que hablo de Madrid, o de Zaragoza, de Valencia o de las grandes ciudades andaluzas es donde las nubes son más negras y se puede dar el sorpaso que lo condenaría irremisiblemente a la dimisión y a su partido a enfrentarse al peor escenario que puede incluso descomponerlo por completo. Y una última prueba que también es pelota de partido: ser superado por el voto, y en circunscripción nacional, por Ciudadanos. Eso ya supondría el derrumbe absoluto. 

Mucho de lo que puede pasar depende de lo que suceda con el voto de Vox, ese que ha provocado el cataclismo del Senado, donde sus votos no solo han sido inútiles sino los colaboradores necesarios para que Sánchez se hiciera con la mayoría absoluta. Desde luego el éxito de Abascal ha sido rotundo. No ha sacado un solo senador pero ha impedido que la derecha los tuviera para gran alegría socialistas. Ciudadanos ha conseguido cuatro. 

¿Va a reflexionar ese voto? Pues está por ver. En ciertos lugares desde luego, pues Vox no presenta listas, aunque si lo hace en todas las autonomías, las europeas y en las ciudades y poblaciones con mayor numero de habitantes y en estas resulta dudoso un cambio de voto en un espacio de tiempo tan corto. Cierto que a favor del PP puede jugar que cuenta en sus listas en muchos casos con alcaldes y cabezas de lista reconocibles y en muchos casos sus rivales, particularmente los de Vox son perfectos desconocidos y donde hay algunos de aluvión que darán más de una sorpresa en cuanto se escarbe un poco. 

Amén de los municipios queda otra cuestión candente y es lo que va a suceder con las elecciones autonómicas y los pactos posteriores. Ciudadanos calla porque no puede confesar ahora lo que tiene in mente hacer. Y no es otra cosa que cerrar pactos con algunos dirigentes socialistas, muy posibles en Castilla-La Mancha, Aragón, Extremadura y Castilla y León. En este último caso su candidato no se ha recatado demasiado en decirlo, pero ahora es momento de callarse no sea que ellos pueda detraer votos. Cuando ello esté consumado, si se consuma, ya habrá tiempo de colocar el argumentario. 

Sin embargo, hay algo que puede frustrar lo que estos dirigentes regionales quisieran llevar a cabo. ¿Será creíble Rivera en su pretensión de liderar oposición si por diferentes territorios apoya gobiernos del PSOE o en comandita con ellos se los arrebatan a los populares? ¿Y si en ciertos lugares, y volvemos a Madrid, son ellos, como primera fuerza del centro derecha, quienes necesitan los escaños del PP?. ¿O hacen lo que les piden los poderes económicos? Que se dejen de gaitas y hagan un pacto global, nacional y de gobierno con el PSOE. Esto está volátil, volátil, que dirían los de la bolsa. 

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