Según informa Sofía C. Rodríguez en EL ESPAÑOL, Iñaki Velasco y su pareja, Vicente Monroy, buscan un piso de alquiler en Madrid. Tras dos semanas sin encontrar ninguno de su agrado, dan con un anuncio que les llama la atención. Se trata de una vivienda exterior de 125 metros cuadrados en el barrio Adelfas, al sur del distrito de Retiro. Tiene una habitación y es un primer piso con ascensor. El propietario pide 875 euros al mes.
Iñaki -que brinda ahora este relato a EL ESPAÑOL- habla con el dueño por teléfono y queda con él para ver el inmueble. Acude solo y se refiere a Vicente como “su pareja”. En un primer momento, el arrendador no necesita demasiadas garantías de solvencia más allá de “dos meses de fianza”.
El joven queda “encantado” con el piso y, tras transmitirle su opinión a su novio, deciden firmar. El propietario no les pone traba alguna y les pide la documentación. Iñaki, que debe volar a Alicante por trabajo aquella semana, encarga a su pareja cerrar el acuerdo con el dueño, al que informa del cambio mediante un mensaje de texto. En este momento todo se tuerce.
“Le llamará mi pareja, Vicente”, escribe Iñaki. El propietario, al enterarse de que se trata de dos homosexuales, según denuncian, llama inmediatamente al joven para negarse a alquilarle la vivienda. Se excusa ante el chico, alega que él “es muy liberal y ha visto muchas cosas”, a diferencia de sus futuros vecinos, que son “señores mayores” y “no lo comprenderían”. Ante la estupefacción del chico, termina reconociendo que no quiere “tener que dar explicaciones en las reuniones de propietarios”.
Este es el tuit que escribí anoche sobre el caso de homofobia que vivimos ayer mi pareja y yo al alquilar un piso.
— Vicente Monroy (@monroyXXX) 13 de junio de 2018
Lo elimino porque vamos a emprender la vía legal y en el tuit anterior revelaba información sobre el propietario.
Agradezco el apoyo masivo que está teniendo. pic.twitter.com/0pEE4GlpAq
"Profunda vergüenza" viral
La pareja dio a conocer los hechos mediante una publicación en Twitter, en la que adjuntaban una imagen del anuncio del piso y de los mensajes enviados por Vicente al propietario, en los que manifiesta la “profunda vergüenza” que siente ante el comportamiento del hombre. El joven considera lo sucedido como algo propio de la época de sus “tatarabuelos” y deja claro que, tanto él como su novio, son “dos personas adultas” con una vida “absolutamente normal”.
Sigue leyendo este artículo completo en EL ESPAÑOL