Opinión

Sí, es cosa del PSOE

Han conseguido el milagro: el bloqueo político que vive España desde hace 10 meses es cosa del PSOE. Punto. Se dirá que los ciudadanos votamos con la nariz tapada, porque ya hemos olvidado que en diciembre Mariano Rajoy dinamitó su mayoría absoluta y los ciudadanos le pusimos con nuestros votos frente al espejo de su soledad, otorgándole un número de escaños que le impedía gobernar mirase a donde mirase. Ya no recordamos que Podemos, obsesionado con el sorpasso al PSOE, bloqueó la posibilidad de un gobierno alternativo presidido por Sánchez al que podría haber marcado desde la oposición con su nutrido grupo parlamentario. Y también ha quedado enterrada en el olvido la rápida transición de Albert Rivera que, con desparpajo, pasó del "no es no" a un partido agujereado por la corrupción al apoyo cerrado a Rajoy sin despeinarse. La memoria es frágil.

Bien es verdad que el PSOE también ha contribuido eficazmente al sinsentido. Un sector muy activo del partido decidió poner nombre al culpable de haber tocado dos nuevos suelos electorales hasta acabar con él, con Pedro Sánchez. Fueron los mismos que le marcaron el triple paso imposible: no a Rajoy, no a Podemos y no a las terceras elecciones. Ese fue el primer gran error de Pedro Sánchez, aceptar el trágala. El segundo, revolverse contra quienes dentro del PSOE apostaban por no impedir la investidura de Rajoy utilizando las mismas armas que quienes le atacaron: criminalizando su postura.

Yo me encuentro entre los que piensan que, habiendo una alternativa aritmética, los partidos de la oposición tendrían que haber acordado políticamente la posibilidad de un gobierno alternativo al del PP. Por salud democrática. Pero también creo firmemente que se pueden defender con legitimidad otras opciones: posibilitar un gobierno cuando uno no es capaz de conformarlo o apostar por rentabilizar esos 85 diputados haciendo una oposición firme y no apostando por intentar un gobierno débil. Pero esa casilla ya está superada y lo que se podía haber resuelto en un debate civilizado acabó a navajazos, dándose el contradiós de que cuanto más declara Francisco Correa sobre las cloacas del PP más se acerca Rajoy a su investidura. El PSOE no ignora que le costará hacer olvidar a sus viejos o potenciales votantes el sainete que ofrecieron en el Comité Federal que defenestró a Sánchez. Porque sabe bien que en este país, sorprendente e indignamente, pasa más factura la división que la corrupción.

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