El calibre también importa: la operación de pene de moda que gana nuevos adeptos

La media española está en 13 centímetros de longitud y casi cuatro de grosor. Con la cirugía de engrosamiento puede aumentar entre dos y cuatro centímetros más

El calibre también importa: la operación de pene de moda que gana nuevos adeptos - EL ESPAÑOL
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Un reportaje de Diego Rodríguez Veiga publicado en EL ESPAÑOL

Juan tenía por aquel entonces 51 años. Aprovechó que tenía un permiso en la administración donde trabajaba, se cogió un par de días más de vacaciones, por si acaso, y se fue. Les dijo a todos sus compañeros y amigos que se iba a la playa, a descansar. Pero en vez de volver más moreno, volvió con más pene. La arena y las sombrillas eran en realidad una clínica de Madrid y las vacaciones de Juan -nombre ficticio a petición para proteger su intimidad- eran para someterse a una operación de engrosamiento de pene

No da lugar para que la imaginación rellene. Tal y como su nombre indica, las operaciones de engrosamiento consisten en aumentar el grosor del miembro. Mientras que en el imaginario colectivo son las operaciones de alargamiento las primeras que vienen a la mente a la hora de hablar de este tipo de cirugías, las de engrosamiento están siendo cada vez más demandadas. Y tiene su sentido. Si es usted hombre, pregúntele a sus amigas si prefieren longitud o grosor. 

“Sí que va aumentando”, reconoce el doctor Manuel Fernández Arjona, que operó a Juan. Eso sí, tampoco consiste en hacer milagros. La operación suele aumentar el grosor entre dos y cuatro centímetros. “Aunque parezca poco, es una barbaridad, si a tu pene de dos o tres centímetros le metes cuatro, te estás yendo a un pene muy grueso”, añade. Eso sí, advierte, las operaciones las debería hacer un urólogo, los cirujanos estéticos a veces cometen errores

Sin embargo, como casi todo lo que envuelve la sexualidad masculina que busca salirse de los cánones trasnochados, es un tabú. “No, por supuesto que con los amigos no lo he comentado”, reconoce Juan. Por saberlo, no lo sabe ni su hijo, sólo su mujer, por motivos evidentes. “Es que es muy íntimo y me da miedo que si lo digo piensen que es porque tenía una necesidad, porque era pequeña antes de la operación”, añade. 

“Pero todo este secretismo es un poco absurdo, porque no lo haces por necesidad, simplemente es como el que se apunta a un gimnasio para sentirse mejor, no tiene por qué estar gordo”, dice. 

En torno al 90% de los hombres que se someten a una cirugía de pene, no la necesita.En torno al 90% de los hombres que se someten a una cirugía de pene, no la necesita. E.E.

Aunque no hay estadísticas oficiales, ya que este tipo de operaciones se hacen en clínicas privadas, diversos urólogos con los que este medio se ha puesto en contacto confirman que está aumentando la tendencia en este tipo de operaciones. El motivo se desconoce, aunque parece estar atribuido al aumento en general de las operaciones de estética, de las que los hombres cada vez son más partícipes. Eso sí, según las estimaciones el 90 por ciento de los hombres que se someten a las operaciones de pene, tanto de alargamiento como de engrosamiento, no las necesitan realmente.

A Juan hay que rascarle las palabras. Le cuesta hablar del tema y se muestra algo tímido. Pero cuenta que no tenía la necesidad de hacerlo, que su pene era estándar y nunca había tenido inseguridades pero que un día simplemente vio unas informaciones sobre el tema en internet y que empezó a planteárselo. “Mi mujer me decía que no me hacía falta, que para qué me iba a meter en ese lío, pero acabó entendiendo que era una decisión mía y lo respetó”, cuenta.

“Fue todo muy rápido, desde que se me ocurrió hasta que lo hice. Quizás, si lo hubiera pensado en frío no lo habría hecho, pero estoy muy contento. Lo noto en la autoestima, me siento más seguro, en eso se ha notado el cambio de manera clarísima”, reconoce. Tras la operación, y los 6.000 euros que le costó, se siente mucho mejor. “Las relaciones sexuales han cambiado a mejor, doy mucho más placer a mi pareja, o eso me dice, si no me miente”, comenta riéndose. 

Las formas de conseguir un pene más grueso

El doctor Fernández Arjona es uno de esos expertos que se dedican a esta nueva tendencia. Él operó a Juan, hace tres años, y calcula que ha realizado en torno a 250 operaciones en la Clínica Fuensanta, en Madrid, donde trabaja como urólogo. “Alucinarías con la cantidad de cosas que se pueden hacer con un pene”, dice con ironía. 

“Nosotros llevamos haciendo este tipo de operaciones desde hace 15 años aproximadamente y notamos que ahora la gente va preguntando más por ellas, ya era hora”, reconoce Arjona.

El doctor cuenta que hay distintos tipos de pacientes y distintas formas de engrosar un pene. Reconoce que la mayoría de los que ha operado no lo necesitaban, que los que sí se pueden contar “con los dedos de una mano”. En España, según la Asociación Española de Andrología, la longitud media es de 13,58 centímetros y el grosor es de 3,82, siempre en erección. “Un pene pequeño son menos de siete centímetros de longitud, pero en cuanto al grosor es variable, no hay una medida específica establecida en torno a cuánto es demasiado delgado”, asegura. 

“Sí que está más estudiado el tema de la longitud del pene en torno a la raza o el país, pero el grosor se ha mirado menos, por lo que es una operación más arbitraria”, dice. “Es una cirugía muy electiva. Es como en las mujeres, ¿qué pecho es pequeño y qué pecho es grande? es absolutamente subjetivo”. Aunque advierte: “Algunas veces sí que nos ha venido algún paciente pidiendo engrosamientos reiterados y llegando a grosores de pene que rozan lo irreal”.

Con el tiempo, la técnica para aumentar el grosor del pene ha ido cambiando. Al principio se hacía inyectando ácido hialurónico, que es lo que usan los cirujanos plásticos, pero ha habido dudas y no está muy claro que sea la mejor forma de hacerlo. Ahora existen dos formas, una más agresiva, pero más uniforme, y otra menos pero puede quedar un pene que no sea grueso de manera tan uniforme.

La más habitual consiste en inyectar grasa del propio paciente. Para ello, se hace una primera liposucción de la zona abdominal, y en caso de que el paciente sea muy delgado también de la cara interna del muslo, y luego se inyecta en el pene. La inyección, y aquí radica su complejidad, tiene que hacerse en la llamada fascia de Buck, un conducto que es el que se tensa cuando se produce una erección.

La operación más común consiste en inyectar grasa en la llamada fascia de Buck.La operación más común consiste en inyectar grasa en la llamada fascia de Buck. E.E.

Para ello, hace falta un conocimiento bastante profundo de la anatomía del pene. Por ello, los que lo hacen suelen ser urólogos. “Hay algunos cirujanos plásticos que lo hacen, pero nosotros, todas las grasas que hemos tenido que quitarle a la gente después de la operación, porque salió mal, las hemos sacado tras inyecciones de cirujanos plásticos que lo hacen donde no toca”, dice Arjona.  

Esta forma es, por así decirlo, la menos agresiva. Aunque en el postoperatorio el paciente tiene que aprender a amoldarse la grasa, que es como masturbarse pero sin hacerlo, y con el tiempo hay parte de la grasa, que no toda, que se reabsorbe. Por ello, hay muchos que después vuelven, porque literalmente, su pene se ha vuelto a encoger. Después de esta operación, el pene habrá aumentado su grosor entre dos y cuatro centímetros.  

La otra técnica es un poco más compleja. Primero hay que hacer una incisión a lo largo del pene y retirar toda la piel que lo cubre. Al oír esto es cuando los pacientes optan por inyectar grasa. Después, se colocan matrices biológicas de colágeno, que son como unos parches cuadrados, y después se sutura. Esto produce menos grosor pero más uniformidad. Aunque los precios varían, lo habitual es que ambas estén entre los 3.000 y 5.000 euros. 

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