Bea, “el ángel de la muerte”: la auxiliar de enfermería que acababa con sus pacientes por las tardes

Beatriz fue identificada por su modus operandi: pacientes mayores a punto de recibir el alta

Bea, “el ángel de la muerte”: la auxiliar de enfermería que acababa con sus pacientes por las tardes - EL ESPAÑOL
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Según informan Marta EsparteroClaudia Iturbe en EL ESPAÑOL, entre las vías y los goteros de la planta quinta del hospital madrileño Príncipe de Asturias, en Alcalá de Henares, Beatriz pasaba desapercibida. Ella, auxiliar de enfermería, sonriente, silenciosa, era una más. Ayudaba a sus pacientes con sus tareas más básicas. El aseo, la comida, cambiar las sábanas. Lo hacía con todos sus pacientes destinados en su área, dedicada a Medicina Interna. O, al menos, esa era la teoría.

Beatriz, Bea para sus amigos, era una vieja conocida, una de esas caras que ayudan a familiarizar un ambiente tan aséptico como el hospitalario. Llevaba más de una década como parte del personal del centro sanitario. Entró como eventual, pero salió del hospital detenida por asesinato.  

No fue cosa de un día. La Policía andaba detrás de ella y la consiguió identificar gracias a su modus operandi: personas mayores, casi a punto de salir del hospital, que fallecían repentinamente por las tardes. En el hospital también sospechaban, incluso la llamaban “el ángel de la muerte”, como ya contó EL ESPAÑOL. Ahora, la jueza que instruye el proceso, María Belén Pérez Salido, titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Alcalá de Henares, le notifica este jueves el auto de procesamiento, con alguna novedad: que ya no se le imputa un único asesinato, sino dos. Además, se le atribuye otro homicidio en grado de tentativa. La juzgará un tribunal popular.

Una inyección de aire a media tarde

Era agosto del pasado año. Consuelo era una de las pacientes de la quinta planta, la zona que atendía Beatriz. La mujer, de 86 años, se recuperaba de sus dolencias en la habitación 528. Todo iba bien, sólo quedaba esperar al alta médica. Pero, poco antes de recibirla, sufrió una recaída y falleció a los minutos.

Los médicos que la acompañaban se sorprendieron: la mujer no presentaba ningún síntoma que pudiera hacer prever este desenlace. Las primeras sospechas indicaban un fallo de medicación. Pero, tras varias pruebas al cuerpo ya sin vida de la mujer, los galenos descubrieron una burbuja de aire que habría sido inyectada en su corazón, desvelada por un TAC. Se percataron de que estaban ante un posible asesinato e informaron a la Policía y al juzgado de guardia. Tras varios interrogatorios a todo el personal que había estado en contacto con la paciente, el círculo se cerró. Había sido Bea.

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