La cruda realidad es que el pollo de corral no existe, al menos desde el punto de vista legal ya que la actual legislación no contempla esta denominación. Tal y como explicó a EL ESPAÑOL Beatriz Robles, especialista en seguridad alimentaria, nutricionista y divulgadora, la ausencia de regulación permite a las marcas etiquetar bajo esta denominación pollos que han sido criados de forma industrial. "El artículo 78 del reglamento 1308/2013 establece las denominaciones de venta de distintos productos. 'Aves de corral' es la aceptación genérica para un sector productivo que engloba preparaciones y productos de las especies Gallus domesticus, pato, pavo, ocas y pintadas. Todas ellas son "de corral", independientemente de su sistema de producción", contaba la experta.
Pero la cosa va aún más allá. La industria ha sabido ingeniárselas para conseguir que la carne del pollo criado de forma industrial -cuyo color es más bien rosáceo tirando a blanquecino- adquiera el color amarillo -o anaranjado- que tradicionalmente ha sido asociado con el pollo de campo. Pero, ¿es posible maquillar la carne de un producto como éste de forma artificial? ¿Ocurre como con el atún rojo, que lo pintan con zumo de remolacha? ¿Cómo se consigue ese tono anaranjado?
El proceso que se sigue para que adquiera la pigmentación anaranjada lo cuenta el profesor de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia y divulgador José Miguel Mulet en un capítulo de su último libro, ¿Qué es comer sano? (Destino, 2018). "Si se le añade a la dieta del pollo determinados carotenoides sintéticos, como el etil-éster del ácido apocarotenoico, o naturales, como la luteína, que es una molécula presente en la alfalfa, los granos de maíz y algunas flores, le damos un color amarillento", escribe el científico. "Si añadimos el pigmento natural zeaxantina, le damos un color más anaranjado", añade.
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