Los asesinos del concejal Ardines compraron el bate de béisbol en un chino por 8 euros

EL ESPAÑOL accede a los más de 250 folios del sumario, donde se detalla la planificación del crimen. Pedro se obsesionó tanto con espiar a su mujer que buscó micrófonos, cámaras ocultas e incluso test de paternidad por internet.

Los asesinos del concejal Ardines compraron el bate de béisbol en un chino por 8 euros - EL ESPAÑOL
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Un reportaje de Brais Cedeira publicado en EL ESPAÑOL

-"El problema es ese, tu amor hacia mí no es un amor sincero. No es de mí de quien tú estás enamorada. ¡¡Yo sí!! YO TE AMO (sic.)".

Katia Blanco aún conserva en su memoria los días de diciembre del año 2017. También los mensajes de Whatsapp de su marido. Fue por esas fechas cuando este, Pedro Nieva Abaigar, entró en un estado permanente de desazón, de celos y de rabia. Un estado del que ya nunca más saldría y que acabaría desembocando en la muerte de su amigo de la infancia, de su vecino de veraneo y de su amante. En el asesinato de Javier Ardines.

-Tú eres mi único punto débil, tú y solo tú, lo demás no me importa, no me importa ni mi propia vida. (...) Iba a ser el hombre más feliz del mundo.

EL ESPAÑOL ha tenido acceso a los más de 250 folios del sumario del caso. En ellos, los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil dan cuenta de sus pesquisas, de cómo fue urdido el crimen meses antes del 16 de agosto, de cómo Pedro buscó todos los métodos posibles para espiar a su mujer y poder saber qué hacía, con quién quedaba, si se veía o no se veía con Ardines.

En aquellas jornadas de hace dos años, Pedro le desveló un secreto que ella guardaba desde hacía 30: las relaciones sentimentales esporádicas que había mantenido con el que era el único concejal de Izquierda Unida en Llanes. A partir de ahí, cuando comenzó el año 2018, Nieva entró en una espiral, en una huida hacia adelante que desembocó meses después en la preparación del crimen. 

Un crimen en cuyo móvil muchos veían como una venganza política. Esa era la sospecha. La verdad, al final, ha sido la de una suerte de telenovela ambientada en la joya turística y rural del oriente asturiano. Pedro comenzó a dudar de todo. Incluso se puso a buscar por internet cómo realizar test de ADN para determinar la paternidad de sus hijos. El temor a que ni siquiera sus hijos fueran suyos le consumió. Una vez descubrió la infidelidad, los celos le devoraron y acabó orquestando todo lo que vino después hasta destruir por completo al que durante muchos años había sido su amigo. 

Una cafetería de Ocharcoaga

Botes de espray pimienta encontrados en casa de uno de los sicarios.Botes de espray pimienta encontrados en casa de uno de los sicarios. EL ESPAÑOL

Jesús Muguruza es un buen amigo de Pedro Nieva en Bilbao, donde vive con su mujer Katia desde hace bastantes años. Ellos se conocieron, aproximadamente, dos antes del crimen. Durante varios días del primer semestre del 2018, que el detenido no es capaz de precisar, Muguruza advierte en varias ocasiones a un Pedro alicaído, taciturno y menos hablador que de costumbre. Algo le pasa, anda inquieto, intuye. Cuando va a preguntarle, Pedro le contesta con sinceridad, respondiéndole que "había descubierto que su mujer le estaba siendo infiel con un primo que vive en la zona de Asturias". 

Después de esa revelación, relata el sumario, alrededor del mes de junio del año 2018, comienza la preparación del crimen. Este se produce a finales de julio. Pedro ofrece a Jesús una buena cantidad de dinero por viajar hasta Llanes y pegarle una paliza a Ardines. O directamente por asesinarle. Este extremo todavía está por confirmar, ya que las versiones de los detenidos difieren entre sí, pero queda claro que Nieva tenía la capacidad financiera suficiente como para sufragar esa operación.

Según su propia declaración, Muguruza se niega, pero le dice que conoce a un hombre en Argelia, que cree que él lo puede hacer. Se refiere a Djillali, uno de los dos llamados sicarios que remataron al concejal a la puerta de su casa. Le hacía falta el dinero, y por eso le daba igual lo que hubiera que hacer a cambio. Djilali, en cambio, apunta en su declaración que la primera propuesta del marido celoso era la de matar a Javier Ardines. Él le dijo que palizas sí, pero que matar no, que él no hacía eso. 

Algunos días después de esta proposición, Pedro le dice a Jesús que hay que concertar una cita para " tomar un café y hablar del tema". Ambos quedan en una cafetería que hay en una plaza de la localidad de Ocharcoaga (Vizcaya). Allí, Pedro, Jesús y Djilali, uno de los sicarios, se juntan por primera vez. 

Pedro le explica su objetivo al sicario: quiere que le pegue una paliza a un hombre en Asturias. Este le dice que tiene un amigo que está fuerte. Y que entre los dos lo pueden hacer. Quedan en ir varios días después a Asturias para que Pedro les enseñe el lugar en el que Ardines tiene la casa. 

Primer viaje a Llanes

El coche de uno de los sicarios en dirección a Llanes la madrugada del crimen.El coche de uno de los sicarios en dirección a Llanes la madrugada del crimen. EL ESPAÑOL

La fecha escogida para viajar a Llanes, la perla del oriente asturiano, fue el 27 de julio, viernes, tres semanas antes del crimen. A Jesús lo recogió en Erandio. A Djilali en Ocharcoaga, en la misma plaza donde días atrás se habían tomado aquel café para orquestarlo todo. Emprendieron el viaje hacia el oeste en el Audi A6 de Pedro. Pero en Cantabria tuvieron un pequeño problema y se les averió el coche. Un taxista les recogió y les llevó hasta el Aeropuerto de Santander. Allí alquilaron otro vehículo,

Pedro le enseñó al sicario la zona de Belmonte de Pría, le mostró la casa de Ardines, así como los caminos adyacentes. Le explicó cómo eran las costumbres del hombre al que luego habría de asesinar cuando se dirigía a su barco al alba, la mañana del 16 de agosto.

Según se desprende del sumario al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, el sicario pregunta a Pedro que si quería que le dieran duro a Ardines. Pedro le dijo que no se cebara. Que le repartiera "unas hostias" y que le dieran "bajo, que no le diera por arriba". Cinco mil euros fue el adelanto que Pedro proporcionó allí mismo al primero de los sicarios en aquella misma jornada. Dice Djilali que quedó en pagarle otros 6.000 después.

El enlace entre el marido celoso que encargó el crimen y los sicarios se enteró de la muerte de Ardines al día siguiente de volver de las vacaciones del verano. Había vuelto de pasar unos días en Málaga cuando, al leer la prensa, encontró noticias sobre la muerte del concejal. Llamó a Pedro, pero este le colgó el teléfono. Dos días después le llamó de nuevo y se citaron en un bar de Bilbao. Quedaron en no llamarse más, y en no volver a saludarse ni hablarse sobre nada.

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