Antonio, de 10 años, el arruinado más joven de España por el impuesto de sucesiones

Este niño andaluz se quedó sin padre a los dos años y su deuda por la herencia de 60.000 euros va creciendo a medida que pasan los años

Antonio, de 10 años, el arruinado más joven de España por el impuesto de sucesiones - FERNANDO RUSO / EL ESPAÑOL
photo_camera Antonio, de 10 años, el arruinado más joven de España por el impuesto de sucesiones - FERNANDO RUSO / EL ESPAÑOL

Un reportaje de Enrique Recio publicado en EL ESPAÑOL

"¿Qué, son las fotos de la comunión, no?", preguntan varios vecinos que curiosean por las calles de Lebrija (Sevilla). Lo cuestionan, aunque casi lo afirman, cuando ven a Antonio, de 10 años, posar ante una cámara profesional de gran objetivo que no para de disparar en la entrada de su casa. Pues qué podría ser sino un gran reportaje fotográfico para celebrar la primera comunión del más pequeño de la familia, piensan los lebrijanos. El niño se mantiene tímido y no responde; Mar (38 años), su madre, le sigue aunque sonríe, tal vez pensando en dar así una respuesta afirmativa o, al menos, que despiste al que pregunta. 

La razón de esas fotos va mucho más allá de una celebración sacramental, de hecho ni siquiera Antonio hizo el año pasado la comunión. Tampoco es algo que le preocupe.  EL ESPAÑOL visita el hogar de esta familia sevillana para conocer de primera mano el golpe de realidad que supuso el impuesto de sucesiones andaluz para Mar, pero sobre todo para su hijo, tras la muerte fortuita del padre en abril de 2010. El pequeño tenía tan solo dos años cuando ocurrió. Poco después, Hacienda le reclamó 31.000 euros del impuesto por la herencia, y a Mar otros tantos mil euros. Ocho años después, ni su madre ni el pequeño -casi resulta obvio- han podido hacer frente a la cifra. Una cantidad que se ha multiplicado con multas e intereses -ahora debe pagar casi 60.000 euros-, y que tiene embargado el pasado, el presente y el futuro de este niño de diez años. 

El pequeño Antonio, a temprana edad, en una foto familiar.El pequeño Antonio, a temprana edad, en una foto familiar. Fernando Ruso

No puede tener nada, al menos a su nombre. La Junta de Andalucía rastrea hasta el último euro que este niño pueda tener desde principios de esta década. Apenas había aprendido a andar cuando Hacienda se le había echado encima. Él no es consciente de todo, pero "sabe que pasa algo", según cuenta a este diario su tío Antonio (40 años). No es difícil creerlo, pues el pequeño se ha criado escuchando las palabras "Hacienda", "herencia", "impuesto" y "deuda". 

"En casa es normal que surjan conversaciones acerca de este tema. Él ya va teniendo un poco de edad, a veces escucha y pregunta de qué hablamos", cuenta su tío. Antonio no sabe "con exactitud" qué problema tiene o puede tener el resto de su vida.  Pero muchas veces incluso cree "que él es el motivo del problema", "pobre", añade el que es ahora su padre legal. 

Endeudado de por vida

Con la muerte y el dolor aún presente por el fallecimiento de su marido, Mar, con 28 años entonces, tuvo que enfrentarse a algo aún peor: quedarse sin nada y ver cómo ella y su hijo quedaban endeudados de por vida. La familia vivía en una casa de campo a ocho kilómetros de Lebrija hasta que el padre murió. Este hogar solo estaba a nombre de su esposo, Antonio, y de su anterior mujer. Tras su separación de esta, no hicieron la resolución de bienes y, por tanto, la casa estaba dentro del marco hereditario. Antonio tenía el 50% de esa casa, pero todavía no han llegado a ningún acuerdo con la otra familia para repartir, después de 10 años, lo que les dejó su padre. 

Así que, de un día para otro, los dos tuvieron que dejar la vivienda e irse a vivir con los abuelos a su casa, en Lebrija, donde a día de hoy todavía siguen residiendo. Allí intentan llevar una vida "normal", aunque la sombra del erario público les pise los pies. Es un hogar. Antonio es feliz allí. Es un niño como otro cualquiera, muestra de ello es un inquietud y energía. Mientras el fotógrafo le hace varias fotos, se anima a coger su bici y dejar con la boca abierta a quien le ve hacer caballitos. Pero también es algo reservado, obediente y bastante maduro para su edad, tal vez consciente de que aunque es un niño, su familia sí atraviesa ciertos problemas. 

Antonio y Mar no querían irse de la casa de campo, allí habían construido su vida, pero no tenían otra opción. Mar solo cobraba la pensión de viudedad y el pequeño la de orfandadUnas ayudas que incluso estuvieron a punto de desaparecer cuando llamó a la puerta el fisco. 

Tras la muerte de Antonio, su mujer y su hijo recibieron a los pocos meses una carta de Hacienda -que ahora son prácticamente su día a día- en la que les reclamaban 31.000 euros al pequeño y otros 20.000 a Mar por el impuesto de sucesiones. La Junta de Andalucía había hecho el cálculo de la parte que Antonio iba a heredar y valoró su legado en 295.000 euros. Una cantidad basada en inmuebles que esta familia desconoce, que todavía no ha disfrutado y que tampoco están al nombre del pequeño. "Este impuesto ha arruinado la vida de mi hijo, bastante dolor es la pérdida de un ser querido como para que encima nos cobren este impuesto", reconoce la madre, a través de su hermano que ha conversado con EL ESPAÑOL. 

La excusa de no haber recibido bien alguno no fue suficiente para Hacienda, habían heredado y la decisión era firme: tenían que pagar. Mar no sabía qué hacer ni por donde empezar. Mientras tanto, llegaron los primeros embargos, todos sobre ella, claro. Pues el pequeño Antonio no tenía otra cosa que no fueran juguetes. El fisco embargó sus cuentas bancarias y su coche de segunda mano. Automáticamente, todas las ayudas que recibían se quedaban en menos de la Administración. Cabe recordar, además, que ninguna de las propiedades que habían heredado eran de ella, sino simplemente era la usufructuaria

En una situación desesperada, en la que ella y su hijo no tenían prácticamente nada, Mar decidió pedir un préstamo en el banco de 30.000 euros con el aval de sus padres  para pagar a Hacienda y que, de este modo, levantasen el embargo sobre sus propiedades. Así que, ahora, sigue debiendo la parte de su hijo, que ya asciende a 60.000 euros, según la última notificación que recibieron en 2018, y paga con su pensión de viudedad el préstamo que tuvo que pedir para poder pagar por algo que no ha recibido ni parece que vaya a recibir, en nombre de su hijo Antonio. 

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