El grito desesperado de un chico con cáncer: "No se puede jugar con la vida. No nos mates"

22 años. A quiénes incumplen las medidas
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Las autoridades sanitarias lo han repetido una y otra vez desde que el coronavirus impactó en nuestra vida. Distancia social, uso de mascarilla y lavado de manos: tres sencillas cosas que podemos hacer para evitar los contagios, pero que todavía no hace todo el mundo. Esto indigna especialmente al gallego, Xandre Muió, que ha visto lo diferente que es convivir con cáncer antes y después de la pandemia.

“No se puede jugar con la vida. No nos mates. Cuídate, cuídanos”, reclama el joven en un alegato viral en la Red, según publica ‘La Voz de Galicia’.

El joven, de 22 años, tiene un linfoma de Hodking. Ha recaído cinco años después de que se lo diagnosticasen por primera vez. “Tenía un dolor de espalda muy intenso, como la primera vez. Le dije al doctor e inmediatamente me hicieron la prueba”, relata.

La primera vez le dieron quimio y, esta vez, el tratamiento será más duro. Según informa ‘La Voz de Galicia’ el joven tiene que ingresar en el hospital para someterse a ciclos de una semana y medicación durante todo el día y, esto, hace que viva en primera persona como paciente lo que está suponiendo para los hospitales y el resto de enfermos la pandemia de coronavirus.

Xandre Muió vive esta recaída junto a sus seres queridos, pero no tan acompañado como antes, y en un espacio más limitado. Comparte cama en una habitación individual y, las visitas están limitadas. “Ya les dije a mis padres: si me obligaran a pasar por esto solo, se endurecería mil veces más. Y cuando ves que los casos de coronavirus siguen aumentando siempre tienes miedo de que, para la próxima sesión, nadie pueda venir contigo”, expresa al respecto.

Le parte el alma ver a la cantidad de gente a la que tratan sola como consecuencia de la pandemia, además de enfrentarse a un riesgo añadido al estar ingresado en un hospital con una planta llena de pacientes contagiados de coronavirus.

Por eso, cuando ve a las personas sin mascarilla, sin respetar las distancias o los bares llenos solo puede indignarse: “Es una vergüenza”.

Xandre Muíño / Archivo

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