De la vida de las víctimas a la vida de los asesinos: estos son los 53 agresores machistas

Este año ha dejado nueve mujeres asesinadas más por violencia de género. En El Español hemos hecho un perfil de los agresores según su conducta. Tan sólo cinco de ellos eran menores que sus víctimas, se intentan suicidar y están acostumbrados a visitar el gimnasio

De la vida de las víctimas a la vida de los asesinos: estos son los 53 agresores machistas
photo_camera De la vida de las víctimas a la vida de los asesinos: estos son los 53 agresores machistas

Según informan Brais Cedeira y Elena Pujol en EL ESPAÑOL, los hombres que asesinan a sus parejas no están locos. No son alcohólicos. No tienen "accesos de ira".  No actúan perdiendo el control. Los hombres que asesinan a mujeres saben, por desgracia, perfectamente lo que hacen. Muchas veces actúan empleando una violencia excesiva en sus actos machistas. Este año, tristemente se ha vuelto a comprobar. 53 víctimas al cierre de esta edición son las que se ha llevado por delante una lacra que no cesa.

En EL ESPAÑOL han contado todas y cada una de las vidas de las mujeres que han sido asesinadas por sus parejas o exparejas. Sus vidas no son simples números.

Aparte de esas características, al tratar de detallar un perfil de los agresores nos hemos encontrado con que es complicado establecer un patrón concreto. Los casos son muy dispares. Hay asesinos jóvenes, hombres adultos, casados, solteros, de alta y baja clase social…

Sí que se pueden establecer, en cambio, algunos patrones de conducta. Esto es así en base a datos de años anteriores. Por ejemplo, en el año 2009, un estudio Elaborado por el Grupo de Expertos en Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial daba algunos datos que ayudan a esbozar, en líneas muy generales, cómo es el autor de los crímenes machistas.

El maltratador/agresor/asesino suele ser hombre varón, de entre 30 y 45 años, actúa con premeditación (prepara a conciencia el crimen) y tiene plena consciencia de sus actos. La mayoría de los asesinos utilizaron un cuchillo para acabar con la vida de la víctima. El ensañamiento está en muchos casos presente en la forma de actuar del agresor. Aunque con muchos casos que se salen de este marco, el perfil se ha repetido de nuevo este año.

Más allá de los agresores y de las vidas que dejaron truncadas tras de sí, hay niños que han quedado huérfanos, familias rotas, madres destrozadas, hermanos y hermanas cuyas vidas no se recompondrán con facilidad. 

Niños huérfanos 

Una gran cantidad de menores se han quedado huérfanos este año después del asesinato de sus madres a manos de sus padres. Uno de esos casos es el de Valentina, que vivía en Collado de Villalba (Madrid) con su hija de 6 años y con José, su marido y posterior agresor. El asesinato de Valentina, que apareció el pasado mes de mayo muerta en su propia casa con una bolsa en la cabeza hace que su pequeña hija haya quedado huérfana para siempre. Valentina era repostera y dedicaba todo el tiempo del mundo a cuidar a su bebé.

Jessica Bravo Cutillas era camarera en la localidad valenciana de Elda. Su pequeño ha quedado huérfano después de que su pareja la asesinase a tiros delante de la puerta del colegio del pequeño. 

Eliana González Ortiz, de 27 años, está en su casa junto a sus dos hijos, en el número 47 de la calle Tomelloso, en el barrio Almendrales (distrito de Usera, al sur de Madrid). Su compañera de piso, una chica cubana con la que vivía desde hace un mes y poco, estaba de viaje. Eliana cuidaba del hijo de esta mientras estaba ausente. Hasta su casa se acercó Said, de 40 años, la expareja de Eliana, para recoger a los dos hijos que tenían en común. La encontraron rodeada de un charco de sangre. Los dos hijos quedan ahora huérfanos.

Suicidio

Los suicidios o intentos de suicidio tras asesinatos machistas se han producido con cierta frecuencia este año. Es otro de los patrones repetidos. El agresor asesina a su víctima y después trata de suicidarse, a veces con la misma arma con la que perpetró el crimen. 

Carmen González Ropero tenía 79 años cuando fu acuchillada por Pablo, de 82, en Súria (Barcelona) el pasado siete de febrero. Después de asesinarla, el hombre trató de suicidarse clavándose el mismo cuchillo en el abdomen. 

Andrei, el asesino de Violeta en Llanos de Alquián (Almería) se ahorcó en el mismo invernadero en el que apareció el cadáver de la mujer. Tras cometer el crimen, se colgó de una traviesa. 

Lo mismo ocurrió en el caso de Susana, la terapeuta de reiki que apareció muerta en su casa de ciudad Lineal. No tenía hijos. Su marido, Jesús Rego Bernal, la estranguló hasta matarla y después cogió un cuchillo de cocina y trató de suicidarse. Cuando llegaron los servicios de emergencia estaba completamente ensangrentado. 

Jesús se había jubilado. Estranguló a su mujer en la noche del sábado.

El caso de María José Mateo, vecina de Redondela (Pontevedra) es todavía más doloroso. El hombre, Emilio Fernández, de quien se estaba separando, le estaba esperando en casa. Cuando llegó cortó la manguera de dos bombonas de butano y prendió la casa con un bidón de gasolina que había llevado al lugar. Murieron ambos en el acto a causa de la deflagración. Ella, asesinada. Él, en acto de suicidio. 

Matarlos delante de los niños 

Los asesinatos de mujeres delante de sus hijos es algo que tristemente ha ocurrido en distintas ocasiones a lo largo de este año. Lleva años produciéndose. Los niños son las otras víctimas de esta lacra, quienes también viven en carne propia las agresiones de la violencia machista. Es el caso de los hijos de Arancha, asesinada esta semana. La mujer trabajaba en una gasolinera en Azuqueca de Henares. El asesino, su pareja, la mató de un tajo en el cuello delante de sus hijos, que lo vieron todo. Lo mismo que Jessica Bravo Cutillas, en Elda. Su pareja la abatió a tiros en la puerta del colegio de su hijo con el menor delante. 

los dos hijos mayores de Arancha vieron el asesinato.

Es similar el caso del asesinato de Cristina Martín Tesorero, el pasado mes de febrero. Su asesino, Rafael, la acuchilló en presencia del hijo menor de ambos, un infante de apenas unos meses. La abuela, madre de Cristina, estaba también delante. Cuando ocurrió salió corriendo de allí a pedir ayuda. Ya era demasiado tarde.

Sigue leyendo el reportaje en EL ESPAÑOL

Comentarios