La vida arruinada de Carlos al diagnosticarle VIH por error: sin familia y en la cárcel

En febrero del 2000 un hospital de Vigo le diagnosticó VIH, así como Hepatitis B y C. Su familia le repudió y acabó separado. No había ni rastro del virus. Ahora, un juez condena al centro sanitario a indemnizarle con 60.000 euros: "Ser diagnosticado como portador del virus le convierte al sujeto en apestado, y acarrea su muerte civil"

La vida arruinada de Carlos al diagnosticarle VIH por error: sin familia y en la cárcel - EL ESPAÑOL
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Según informa Brais Cedeira en EL ESPAÑOL, cuando le diagnosticaron que era portador del VIH, la vida de Carlos se convirtió en un infierno. Antes de que tuviese que abandonar su casa para no volver nunca por allí, su familia lo repudió. Los últimos días que convivió con ellos, su madre arrojaba lejía al suelo a su paso para desinfectar allí por donde su hijo pisaba. No le perdonó nunca haber hecho caer a la familia en aquella "desgracia". Tampoco su padre se lo perdonó. Aquel hombre no le volvió a dirigir la palabra. Nunca llegaron a saber la verdad.

Carlos tenía 31 años. Vivía en Nigrán (Pontevedra), un paraje incomparable y rural al borde de la playa. Tenía una casa en medio de una de las aldeas que conforman el municipio. Se había enamorado y después casado. Su hija tenía 10 años. Él y su mujer tenían muchas ilusiones puestas en ella y las cosas le iban muy bien. Y así fue hasta el año 2000, el del diagnóstico, cuando todo eso que tenía lo perdió. Entonces se vio obligado a desaparecer, a alejarse de sus seres queridos. Pero ellos actuaron primero: fueron quienes le apartaron de la familia: “No me dejaban ni tocar a mi hija”.

Un error mantenido durante más de 15 años le arruinó a Carlos la vida. Ahora, casi dos décadas después, tiene 49 y acaba de ganar el juicio contra el hospital cuyo diagnóstico le hizo creer durante todo este tiempo que era portador del VIH, y que podía ser contagioso. La vida idílica con su familia se desmoronó por completo. Sus amigos le repudiaron, su familia se alejó de él y su nombre quedó marcado en una localidad de 17.000 habitantes. Se convirtió en el ‘sidoso’ del pueblo. Ahora, una sentencia de los juzgados de Vigo condena al hospital Povisa a indemnizarle con 60.000 euros por aquella falsa diagnosis. 4.000 por cada año de diagnóstico erróneo.

La historia de Carlos es la de una vida torcida desde el principio por un error gravísimo sostenido a lo largo del tiempo. Junto al diagnóstico de VIH, los médicos que le atendieron aquel día le dijeron que tenía también hepatitis B y C. Todo ello consta en la sentencia, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL.

Carlos fue un “bala perdida”, un hombre que abandonó su vida anterior, se alejó de quienes se alejaron de él y entró en una espiral de delincuencia que le condujo de un modo irremediable de un delito al siguiente, de una droga a la siguiente, de una cárcel a la siguiente.

En ese entonces era un tipo risueño, alegre y bonachón. En las imágenes que nos ha cedido para el reportaje se puede observar cuál era su aspecto en aquel entonces. Ya no queda nada de aquella persona. Esas fotografías fueron tomadas en los años previos e inmediatamente cercanos a que le dieran el fatal veredicto. Un hombre sano, con las mejillas lozanas y encarnadas. Dice su abogada que la delincuencia y el paso por la prisión le ha cambiado por completo. Tres veces trató de suicidarse, las tres falló en el intento. Carlos sigue en la cárcel pontevedresa de A Lama. Le quedan unos meses para salir pero siente la necesidad de contar su historia para que un error así no vuelva a ocurrir.

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