Juanita, enfermera de 42 años: "Apago respiradores y les ayudo a morir tranquilos"

Imposible no emocionarse con su testimonio
Juanita, enfermera de 42 años: "Apago respiradores y les ayudo a morir tranquilos"
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Según recoge El Caso, Juanita corrió la cortina. En la cama, una paciente de Covid-19 de unos 50 años se mantenía agarrada a un hilo de esta vida a través del respirador. Al otro lado, había otros enfermos graves, las camas muy cerca las unas de las otras. Tras la cortina, sólo el silencio y el ruido muy débil del ventilador.

Las otras enfermeras que rodeaban a la paciente callaron yel espacio se llenó de una solemnidad muy triste. “La dignidad y la calma de nuestros pacientes es nuestra prioridad”, dice Juanita. 

La mujer que ya se iba de este mundo era también enfermera en un centro de salud. 

Eso fue la segunda semana de abril, recuerda la enfermera Juanita Nittla, del Hospital Universitario Royal Free de Londres (Reino Unido).

Había hablado con la hija antes para informarle de que no iban a poder seguir tratando a su madre. Le dijo que parecía tranquila, le aseguró que no iba a sufrir, le preguntó si tenía algún credo y si le había dicho cuál era su último deseo. Luego volvió a telefonear para que ambas se despidieran. 

"Para mí, fue solo una llamada, pero para la familia fue algo muy importante. Querían hacer una videollamada, pero por desgracia no se permiten móviles dentro de la UCI", explicó la enfermera a la BBC.

Una situación cruel

Reprodujo la música que la hija le había pedido desde un ordenador, desconectó el respirador y se sentó  junto a la cama y le sujetó la mano hasta que la mujer murió. Fueron apenas cinco minutos. 

"Vi las luces parpadeantes en el monitor y el ritmo del corazón alcanzar el cero; apareció la línea plana en la pantalla", explica.

También desconectó las vías que suministraba medicación y sedantes. 

Al otro lado del teléfono,  la hija continuaba rezando y hablándole a su madre. “Ya se ha ido”, dijo Juanita. 

Con la ayuda de una colega, envolvió su cadáver en una mortaja blanca y lo metió en una bolsa especial. “Hice la señal de la cruz antes de cerrar la bolsa”, dice.

Así es su día a día desde que empezó la pandemia...

Escoger quién vive

Juanita Nittla tiene 42 años y trabaja para el Servicio Nacional de Salud británico desde hace 16. Ahora enfrenta los momentos más duros de su carrera profesional como jefa de enfermeras en un país donde más de 148.377 personas están afectadas por el coronavirus. 

La situación que atraviesan los hospitales británicos ha obligado a los sanitarios a tener que tomar la decisión de desconectar los respiradores a algunos pacientes porque no cuentan con aparatos para todos los enfermos.

"Desconectar los respiradores es parte de mi trabajo", explica."Es algo muy traumático y doloroso a nivel emocional. A veces siento que soy en cierta forma responsable de la muerte de esa persona".

Morir durante la pandemia

Muchas cosas han cambiado desde que la crisis sanitaria empezó. Nuestra relación con la enfermedad y la muerte no es la misma.

Antes de que empezase la pandemia,  los familiares tenían que hablar con el equipo médico para tomar la decisión de detener el tratamiento de un enfermo, y a los más cercanos se les permitía acceder a la UCI para que se despidieran de sus seres queridos.

Sin embargo, esta práctica ya no está permitida en la mayoría de los países para evitar la transmisión del virus.

Las personas mueren solas. 

Las enfermeras como Juanita Nittla son las únicas que pueden acompañar a estos enfermos en su partida. Pero el elevado número de pacientes en la UCI ha hecho que se multipliquen las camas y también los casos, lo que significa que la posibilidad de darles las atenciones que merecen se complica dolorosamente. 

Un panorama, concluye, “desolador”. Donde los sanitarios también se exponen:

"Antes de que empiece el turno, nos agarramos de las manos y nos decimos 'ponte a salvo'. Nos vigilamos los unos a los otros y nos aseguramos de que cada uno usa guantes, máscaras y el equipo de protección de forma adecuada".

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