Según recoge El Caso, quería que en su pueblo se respetasen las normas de cuarentena por coronavirus y fue víctima de su propia mano dura.
Le ocurrió a Brent Walker, alcalde de Alton, una pequeña población de Wisconsin (Estados Unidos) de 25.000 habitantes.
Walker, concienciado por la grave situación que vive Estados Unidos, con 15.000 fallecidos y más de 430.000 contagios, decidió extremar las medidas del estado de alarma y solicitó a la Policía que impidiesen a toda costa las concentraciones de personas.
Incluso ordenó a los agentes que si alguien se saltaba la norma de confinamiento fuese detenido sin contemplaciones.
Lo que no se imaginaba el alcalde de Alton es que una de las primeras personas en saltarse a la torera la norma sería su propia esposa, a la que los vecinos denunciaron por participar en una fiesta en un bar del centro del pueblo que se celebraba tan solo un día después de que se hubiera anunciado la nueva medida.
Si la ley es igual para todos, pensó Walker, también para ella, por muy mujer mía que sea.
“Le indiqué al jefe de Policía que la tratara como lo haría con cualquier ciudadano que viole la orden de‘quedarse en casa’ y que se asegurase de que no recibiera ningún trato especial”, explicó.
Tanto la esposa del alcalde como el resto de invitados de la fiesta fueron denunciados por conducta imprudente, algo que les puede acarrear una condena de hasta un año de prisión o más de 2.000 euros de multa.
Walker hizo una declaración en la que se mostraba avergonzado por la actuación de su esposa:
“Es una persona adulta capaz de tomar sus propias decisiones y, en este caso, mostró una sorprendente falta de juicio. Ahora se enfrenta a las mismas consecuencias por su decisión que las otras personas que optaron por violar la orden de quedarse en casa. Estoy avergonzado por este incidente y pido disculpas a los ciudadanos de Alton por la vergüenza que pueda causar a nuestra ciudad".
