Intenta matar a un hombre por recriminarle que fumara en la terraza de un bar

Intenta matar a un hombre por recriminarle que fumara en la terraza de un bar
photo_camera Intenta matar a un hombre por recriminarle que fumara en la terraza de un bar

Según recoge El Caso, la prohibición de fumar en las terrazas de los bares si no puede mantenerse la distancia de seguridad está generando un serio problema de convivencia. Y el último ejemplo lo encontramos en Tenerife, donde un hombre de 69 años ha intentado asesinar con una botella de cristal rota a otro de mediana edad por recriminarle que fumase. Pese a que la víctima se protegió con una silla, recibió cortes profundos en el pecho que provocaron que tuviera que ser trasladado de urgencia a un hospital.

No apaga el cigarrillo e intenta apuñalar al dedo acusador 

Según ha explicado la policia de Santa Cruz de Tenerife, tras la discusión el presunto agresor abandonó la terraza, para reaparecer poco después con una botella de cristal rota con la que intentó apuñalar en el pecho al hombre, que seguía sentado en la terraza. Por suerte, un ciudadano que presenció toda la escena acudió al auxilio del hombre inmovilizando momentáneamente al agresor, que huyó.

Tras recabar la descripción física del sujeto, varias patrullas de la Policía Nacional fueron a la captura del agresor, que finalment fue detenido en la zona del Mercado de África por un delito de homicidio en grado de tentativa.

Conflicto en las terrazas con humo

Es difícil, por no decir imposible, discernir cuándo se puede fumar y cuándo no en una terraza con varias mesas ocupadas. Según la ley, se puede siempre que el local lo permita y que se mantenga la distancia de seguridad, de dos metros. El problema es que con un poco de aire el humo se dispersa, llegando al resto de mesas, una situación lógica que está provocando conflictos de todo tipo entre clientes o incluso entre clientes y camareros.

Uno de los últimos se produjo hace tres días en Cádiz, cuando una mujer de 35 años pateó la cabeza de una camarera que le pidió que apagase un cigarrillo, mientras que el hijo de la agresora, menor de edad, hacía lo propio con otra trabajadora del local. Como en el caso de Tenerife, la ayuda de  un ciudadano, que anotó la matrícula del coche en el cual se fueron a toda velocidad, fue vital para poder detener a la agresora.

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