Su historial médico demostró que anteriormente había sufrido episodios de esquizofrenia y trastorno bipolar, por lo que no pudo tomar la medicación adecuadamente. Había signos claros de que su intestino estaba dañado, por lo que los médicos inmediatamente le dieron antibióticos y lo llevaron rápidamente al quirófano. Los intentos iniciales de quitar el destornillador no tuvieron éxito porque era demasiado grande y había heces endurecidas en el camino.
Por este motivo, los médicos tuvieron que cortar la cavidad abdominal para poder analizar lo que se encontraba dentro de su cuerpo. Los cirujanos cosieron el agujero nuevamente y drenaron líquido de un gran absceso en su glúteo derecho. Finalmente, realizaron una ileostomía, en la cual sus desechos corporales fueron redirigidos desde sus intestinos a una bolsa fuera de su cuerpo. La herida en su glúteo comenzó a pudrirse, por lo que los cirujanos tuvieron que operarle nuevamente.
Según han explicado los médicos, “es el primer caso en el que alguien sobrevive tras un accidente como este”, “el paciente se ha recuperado satisfactoriamente y ha sido dado de alta, pero le han aconsejado que comience un tratamiento psiquiátrico”.