¡Qué rica estoy! Así preparé morcilla con mi propia sangre con un resultado sorprendente

El zaragozano Raúl Escuin ha iniciado un proyecto titulado “Tú y tu morcilla”. Una periodista de EL ESPAÑOL cuenta su experiencia positiva

¡Qué rica estoy! Así preparé morcilla con mi propia sangre con un resultado sorprendente - JAVIER RAMÍREZ / EL ESPAÑOL
photo_camera ¡Qué rica estoy! Así preparé morcilla con mi propia sangre con un resultado sorprendente - JAVIER RAMÍREZ / EL ESPAÑOL

Un reportaje de Lucía Vinaixa publicado en EL ESPAÑOL

Son las cinco de la tarde y todavía no hemos comido. Los cubiertos esperan ansiosos e intactos sobre una mesa dispuesta para tres desconocidas. ¿El menú? Una mini tapa de morcilla con cebolla caramelizada y tallarines de calabacín y zanahoria. Los otros cuatro invitados a la cita únicamente se limitarán a observar. No le darán ni un bocado a mi aperitivo dominical, aunque quizás se lo pensarán dos veces. Las tripas me rugen. Enfrente, está colocada una sartén de la que surge el aroma de algunos de los ingredientes del famoso embutido: canela, pimentón, cebolla y piñones. Después de mezclar bien el arroz con el resto de alimentos, lo extraigo del recipiente metálico para añadir el elemento estrella de la popular tapa española: veinte mililitros de líquido rojo intenso, aún caliente, gotean sobre la elaboración. La comida está casi lista. En 20 minutos estaré saboreando una morcilla, pero no una morcilla cualquiera: una, en concreto, cocinada con mi propia sangre. ¿Estará buena?

La película Hacia rutas salvajes narra la historia real de Chris McCandless, un joven estadounidense que decidió alejarse de la ciudad para adentrarse de lleno en la naturaleza salvaje de Alaska. La versión made in Spain de este aventurero que se pierde en las profundidades de la naturaleza se llama Raúl Escuín, tiene 30 años y vive en Alloza, un pueblo aragonés de 600 habitantes.

Su perfil me salió de casualidad en Twitter. Empecé a leer sobre él y su extravagante proyecto gastronómico con sangre humana. No me lo podía creer. "Tengo que conocerle", pensé. Pero Escuín se hizo de rogar. Concertar una entrevista con él fue toda una odisea. Cuando le llamé estaba trabajando en plena recogida de la aceituna y me dijo que no podría verme hasta dentro de un mes. Y así fue. 

Tú y tu morcilla

"En una ciudad me aburro. No puedo. Los autobuses, los coches, el ruido...¿Sabes lo que descanso yo escuchando los pájaros por la mañana?”, confiesa a EL ESPAÑOL este joven zaragozano. “Para mí, la vida es trabajar fuera de las paredes. Salgo a la calle descalzo y meo fuera. Vivo libre, como un puto animal”, añade. Su mirada, unos iris encendidos de un intenso azul, incluso asusta.

En su brazo izquierdo lleva grabado un tatuaje que le representa, y que refleja la que es su profesión y también una de sus pasiones: un hacha. Escuín, como le conocen sus amigos, es leñador, pero cuando no está en el campo cortando madera se dedica a dar a conocer su recién creado proyecto: 'Tú y tu morcilla'.

Familia carnicera

El zaragozano es la tercera generación de una familia de carniceros. A los 12 años estaba en el obrador haciendo morcilla con su madre y le preguntó: “Si estamos haciendo este embutido con sangre de cerdo, ¿la de persona a qué sabría?", a lo que la madre le respondió que si estaba loco. La idea jamás se le fue de la cabeza. “La he tenido siempre desde niño muy interiorizada y ya la he normalizado por completo”. Casi dos décadas después de haber tenido aquella iluminación, el aragonés ha hecho su sueño realidad. “ ‘Tú y tu morcilla’ es un proyecto enfocado a una experiencia personal en la que una persona viene, se extrae sangre y luego se prueba a sí mismo”.

La tranquilidad que reinaba en la vida de Escuín se vio afectada cuando la noticia saltó a la actualidad. “Fue tal el aluvión, tanto de medios como de comentarios negativos, que incluso me agobié. Llegaron a decir cosas que yo no había hecho en ningún momento como, por ejemplo, que estaba haciendo morcillas con sangre menstrual”, confesó.

Canibalismo

Desde queso hasta bacon vegano, en el siglo XXI casi todos los productos tienen una alternativa adaptada para aquellos que rechazan alimentos o artículos de consumo de origen animal. En numerosas ocasiones, Escuín relaciona su proyecto con una práctica vegana, pero ¿no somos los humanos animales?  “En realidad no es una reivindicación hacia el veganismo porque yo no soy completamente vegano(…), [pero] considero que esta práctica lo es totalmente porque aunque la sangre sea de origen animal hay un consentimiento”, responde el leñador, sin pensárselo dos veces. ¿Será, entonces, una modalidad moderna de canibalismo?

- ¿Y de aquí a la larga te comerías tu dedo?

- Si supiera que al cortarme el dedo meñique me vuelve a salir y no me causa dolor me lo haría en una sartén con unos ajos y rosigaría el huesico.

Raúl prefiere definirlo como “autoantropofagia”  - acción o costumbre humana de comer carne de seres de su misma especie-, pero no tienen ningún reparo en decir que sí, “se podría decir que es canibalismo” a lo que añadió “no tengo nada que esconder y tampoco veo que sea una práctica tan rara”. 

Las claves: aceite de coco y sangre humana

La velada (como él la define) normalmente empieza con el proceso de elaboración del embutido por parte de un chef, pero en esta ocasión al leñador también le toca hacer de cocinero. Aunque parezca mentira, el hippie se encuentra un poco estresado. No puede prestar el 100% de su atención a los comensales. 

Se cocina igual que una morcilla de Aragón, solo que se sustituyen los ingredientes originales del cerdo, es decir, la manteca y la sangre, por aceite de coco y, en este caso, mi propia sangre. El intestino que envuelve la mezcla también es cambiado por un plástico de poliamida que se retira antes de emplatarlo. 

Toda la cocina está bañada por el característico aroma del aceite de coco. Cuando este se derrite sobre mi sartén – cada invitada cuenta con una para proceder al cocinado– Raúl remueve el contenido y crea una especie de risotto con arroz, cebolla, especias y piñones. Lleva media hora intentando alargar el momento de la extracción. Esté o no hambrienta, ¿quién disfruta con los análisis de sangre?

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