Cómo y quién “jodió” el Banco Popular y arruinó a 300.000 accionistas

Un diálogo entre Ron y Del Valle revela las presiones justo antes de la caída del gigante bancario; esta es la crónica, paso a paso, del desplome que hundió en la miseria a los inversores

Cómo y quién “jodió” el Banco Popular y arruinó a 300.000 accionistas
photo_camera Cómo y quién “jodió” el Banco Popular y arruinó a 300.000 accionistas

Según informa José García Abad en EL ESPAÑOL, ¿Qué ocurrió para que un banco que había conquistado la cima mundial de rentabilidad y solvencia se hundiera estrepitosamente en poco más de una década dejando a más de 300.000 accionistas y bonistas sin un euro en sus carteras? Parodiando a Zavalita en las Conversaciones en la Catedral de Mario Vargas Llosa he tratado de descubrir cuándo y cómo se jodió el Banco Popular y quiénes le mataron. Y, pasando de Vargas Llosa a García Márquez, concluí que en realidad era una muerte anunciada. O sea una tragedia griega a la que contribuyeron numerosos autores sin que nadie pudiera evitarla a pesar de que todos vieran su inevitable desenlace. Este es el proceso que analizo en mi libro Cómo se hundió el Banco Popular, del que adelanto mis conclusiones en EL ESPAÑOL.

Mario Vargas Llosa inicia su novela Conversación en la Catedral con esta pregunta que se hace Zavalita: «¿En qué momento se había jodido el Perú?». Al autor le interesaba el cuándo, pero también el cómo se jodió el Banco Popular. Esta doble pregunta es la que guió mi investigación para este libro.

El cuándo puede situarse en 2003 con el parkinson de Luis Valls, que proporciona algún indicio del cómo, aunque en puridad se había introducido un virus mucho antes con un presidente en la cúspide de la gloria, un virus inofensivo en vida de este pero que contribuyó a su caída cuando Ángel Rontomó las riendas. Me refiero a la decisión de Valls de mantener la independencia a toda costa.

La decisión de Valls era coherente pues el Popular no era un banco como otro cualquiera que se compra y se vende según las leyes del mercado, propiedad de unos accionistas encantados de perder su independencia a un buen precio. El Popular tenía una misión sagrada como Obra de Dios. Debía obtener beneficios y lo consiguió sobradamente pero ello era secundario, supeditado a su divino propósito. No era un banco del Opus Dei pero sí producto del matrimonio de Luis Valls con el Opus Dei, en el que mandaba el primero, pero que no tenía sentido sin el segundo.

El camino del hundimiento está escrito como una tragedia griega de final inevitable. Cuando un banco tiene mal color, su cúpula procede a maquillarlo, o sea a falsear las cuentas. Ante todo, necesita ocultar su insolvencia exhibiendo buenos resultados y pagando altos dividendos, aunque no esté en condiciones para ello.

UNA GESTIÓN DESESPERADA

Aristóbulo de Juan, exdirector general del Banco de España, explica con notable nitidez lo que he calificado de tragedia griega por lo que tiene de ley de desenlace fatal en una dinámica imparable. Es lo que el gran experto en crisis bancarias denomina «Encrucijada Clave», que es cuando es imprescindible responder a lo que suelen hacer los banqueros para evitar la pérdida de confianza y para conservar el control de la propiedad y de la dirección:

«Si la autoridad o el banquero no adoptan medidas enérgicas en este momento, – sentencia Aristóbulo – el banco está condenado a estar sumido en una «gestión de maquillaje» y en una «gestión desesperada», bien de forma sucesiva o simultánea. También en el fraude, tal vez». En su opinión el maquillaje es un fraude.

Aristóbulo podía haber puesto nombres al título genérico de su libro De buenos banqueros a malos banqueros. Podía haber añadido un subtítulo: «De Luis Valls, buen banquero, a Ángel Ron y Emilio Saracho que no lo fueron». Se ha producido una caída de libro, como la caída del Imperio Romano que Aristóbulo glosa, en charla con el autor, con estas palabras cargadas de nostalgia: «Luis era un gran lector, le apasionaba la lectura e incluso la relectura. Su afán era la información y le apasionaba la literatura, sobre todo la dedicada al auge de los imperios y a su caída».

Aristóbulo de Juan, que fue director general de Popular, dejó voluntariamente el banco en 1978 porque según sus propias palabras no aguantaba más la guerra permanente entre Luis Valls y Rafael Termes (“ni aunque me ofrezcan el cargo de Consejero Delegado”).

La segunda mitad de su vida profesional la dedicó a la Dirección General de Inspección del Banco de España, que hoy se llama de Supervisión, donde supervisó a 350 entidades de crédito, identificando y resolviendo más de 60 casos de insolvencia. «Allí aprendí lo que no había que hacer».

UNA MALA SUPERVISIÓN

El Popular había entrado en la dinámica que describe magistralmente Aristóbulo de Juan con conocimiento de causa, pues él, tras un largo periodo en la dirección del Popular, pasó al Banco de España donde tuvo que actuar sobre la crisis aludida. Obviamente algunos comentarios que este hombre formula en su libro De buenos banqueros a malos banqueros (Marcial Pons, 2017), sin señalar a ninguno en concreto, se refieren en buena medida al Caso Popular, con referencias fáciles de detectar a Ángel Ron -presidente del Banco Popular entre 2006 y febrero de 2017- y a Emilio Saracho -al frente de la entidad durante 15 semanas-. Y con críticas muy claras a la pasividad del Banco de España, del que observa, con el dolor de quien ha pasado tantos años en el palacio de Cibeles, la caída en picado de su secular prestigio.

También critica a la Unión Bancaria Europea que ahora tiene la última palabra en inspección de los bancos sistémicos, pero que no abusa de los aciertos. «El 5 de mayo en Bruselas les parece bien el Popular y a los pocos días cae y nadie se da por aludido al señalar 12.000 millones de euros de pérdidas». Comenta Aristóbulo de Juan.

En su opinión, el Banco de España Y el Banco Central Europeo deben inspeccionar los procedimientos más que el valor del activo; la inspección debe ser rápida pues a veces es un incordio necesario. Lo más importante es mejorar la gobernanza.

SE SIGUE LA ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN

Asegura Aristóbulo, la gran mosca cojonera del sistema financiero, que los inspectores tienen prohibido, o al menos desaconsejado, emitir informes negativos que les obliguen a actuar. Ello explicaría la inacción del Banco de España durante cinco años, el mirar hacia otro lado sobre los problemas del Banco Popular.

Todos son conscientes de que esta convención no se puede mantener eternamente, que es necesario hacer algo muy fuerte para sanearlo, pero se sigue al joven San Agustín que le decía a Dios en sus oraciones: «Señor, dame castidad y dominio de mí mismo, pero todavía no».

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