La 'Princesa' de Sabina existe: su amante con 17 años se llama Arianne, dejó la droga y enseña inglés

- Casi cuatro décadas después de componer la canción, EL ESPAÑOL reconstruye la vida de la joven que inspiró al cantautor de Úbeda.

- La chica, hija de un húngaro que huyó de Stalin y de una española que abandonó el régimen de Franco, nació en Inglaterra.

- Se mudó a España de adolescente. Conoció a Sabina en Logroño. Era 14 años más joven que él. "Nunca sufrí una sobredosis ni robé una farmacia".

La 'Princesa' de Sabina existe: su amante con 17 años se llama Arianne, dejó la droga y enseña inglés - EL ESPAÑOL
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Un reportaje de Andros Lozano publicado en EL ESPAÑOL

En realidad, aquel fue un amor de juventud. Unos cuernos ocasionales. Corría principios de la década de los 80. Por aquel entonces Joaquín Sabina, ya un treintañero, era 14 años mayor que aquella chica “hippiosa, extraordinariamente joven y extraordinariamente hermosa” que desde niña imitaba a Edith Piaf y soñaba con ser cantante.

“Vi algo en el tío que me cautivó; era ingenioso e irreverente, tanto en sus letras como en la vida real, y muy cariñoso al mismo tiempo. Estaba casado, pero eso no impidió que tuviéramos un amorío. Sus otras relaciones no eran asunto mío, pensaba yo. Duró un año más o menos, de forma intermitente porque él vivía en Madrid y yo en Logroño. Un par de años más tarde sacó el tema Princesa...”, dice la mujer que inspiró la mítica canción del cantautor jiennense. De aquello hace ya casi 40 años.

Se llama Arianne Sved. Nació en 1963 en Harrogate, en el condado de Yorkshire (Inglaterra). Hija de emigrantes -él húngaro y ella española-, es la musa de carne y hueso en la que Sabina se inspiró para escribir su Princesa. Incluyó el tema en su cuarto disco, Juez y Parte (1985). La letra habla de una chica enferma y adicta a las drogas de la que Sabina ya se había desencantado un par de años antes.

Ahora, casi cuatro décadas después de aquel romance, EL ESPAÑOL narra la historia de esa mujer a través de su propio testimonio. Hasta el momento no se sabía apenas nada de ella. Unos decían que se llamaba Fabiola. Otros, que había muerto. Sólo se conocía lo que el cantante explica en su libro de memorias, Sabina en carne viva.

En realidad, era una belleza pintada por Botticelli (...) con la que me acostaba cuando iba a Logroño, y con la que alguna vez me fui a un pueblecito perdido a pasar un fin de semana. Luego se vino a Madrid y fue cayendo en picado. Eso llevó a la heroína y en ese momento hice la canción”, cuenta en su libro. “Afortunadamente, esa chica, que vivió momentos muy malos, tengo entendido que ya está bien y me alegro mucho por ella.”

Sí, la princesa ya salió de la heroína. Es Arianne Sved, la hija de un empleado de hotel y de una trabajadora de una bodega. En la actualidad tiene 55 años y reside en Barcelona junto a su marido, Michael, un americano con el que vivió en Los Ángeles y Miami algunos años. Durante su juventud, la mujer también residió en Londres o en Berlín. Ahora trabaja como profesora particular de inglés y como traductora.

Arianne Sved es la mujer que hace casi cuatro décadas inspiró a Joaquín Sabina a escribir 'Princesa', una de sus canciones más conocidas. La mujer, 14 años más joven que el cantautor, reside en Barcelona.

Feminista y de izquierdas, Arianne es una mujer de ideología próxima a Podemos que participó en los inicios de Barcelona En Comú, la plataforma ciudadana que llevó a Ada Colau a la alcaldía de la capital catalana. Pero, antes de todo esto, ¿cómo llegó a cruzarse en la vida de Joaquín Sabina y acabar siendo el germen inspirador de Princesa?

Ella misma es quien desvela su vida en el blog Outside the blogs. Blogueando fuera del tiesto. “La canción habla de mí, básicamente, aunque [Sabina] se permitió mucha licencia artística en la letra. Por suerte, nunca sufrí una sobredosis ni robé una farmacia como la protagonista de la canción. Conseguí desengancharme a tiempo”.

Entre la cirrosis

y la sobredosis

andas siempre, muñeca.

Con tu sucia camisa

y, en lugar de sonrisa,

una especie de mueca.

¿Cómo no imaginarte,

cómo no recordarte

hace apenas dos años?

Cuando eras la princesa de la boca de fresa,

cuando tenías aún esa forma

de hacerme daño.

Ahora es demasiado tarde, princesa.

Búscate otro perro que te ladre, princesa.

Sus padres emigraron a Londres

Pese a nacer en Harrogate, Arrianne Sved nunca ha vuelto allí. La trajeron al mundo en Inglaterra por casualidad. Sus padres habían emigrado por separado a Londres y se conocieron allí. El padre, que vivía en Hungría, huyó de Stalin durante la revuelta de 1956. La madre había dejado la España de Franco.

“En el caso de mi madre, creo que simplemente quería alejarse del atraso represivo de su país para aprender idiomas y ampliar su cosmovisión. En cuanto a mi padre, que no era especialmente anticomunista, dice que se montó en el tren de refugiados porque era gratis. No es broma”, confiesa Arianne Sved.

La musa de Sabina es la mayor de tres hermanos. Al poco de nacer, su familia se instaló en Oxford, donde su padre trabajaba como director adjunto en el Randolph Hotel. Allí, antes de que lo asesinaran, la pequeña Arianne llegó a conocer a Malcolm X, el activista estadounidense negro defensor de los derechos de los afroamericanos.

Gracias al trabajo de su padre, aquella niña de piel nívea que casi siempre llevaba trenzas en el pelo también conoció a los actores Liz Taylor y Richard Burton. Todavía guarda la foto que se hizo con ellos en la habitación en la que se hospedaban. Cuenta que en la instantánea a Burton “se le asoman los pelos del pecho de la americana porque les pillamos arreglándose para ir a cenar”.

La familia de Arianne dejó Oxford y se mudó a Grantham, la ciudad natal de Margaret Thatcher, a quien el padre de la chica también tuvo “el infortunio” de conocer. Arianne la recuerda como una ciudad sin vida, aburrida. Allí su madre comenzó a sentir morriña por su país y ella sufrió su “primera crisis existencial”. Tenía nueve años. “Decidí escaparme de casa luciendo ropa de mayor que me tenían prohibido ponerme. Volví después de un rato, pero me acuerdo de la momentánea sensación de libertad de portarme mal”.

Más tarde, los Sved se instalaron en Lincoln, al noreste del país. Allí, Arianne vivió su “fase Glam rock”. En las paredes de su habitación colgaba pósters de David Bowie y T-Rex. Vestía pantalones de campana y calzaba zapatos de plataforma. Todo era nuevo y divertido para ella. En Lincoln fumó su primer pitillo, aprendió sus primeros acordes de guitarra y se dio su primer beso con lengua con un chico que no le gustaba. “Me resultó bastante repugnante, a decir verdad”.

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