'Pocholo', el guardia civil expulsado por ladrón y abatido tras asaltar una finca con su banda

En 2009 se le echó de la Benemérita por una detención ilegal y por quedarse el dinero de la cartera de un ciudadano al que había parado en un control de tráfico. Luego cruzó al otro lado de la Ley: montó un grupo de asaltantes que se dedicaba a dar 'vuelcos' a narcos. Murió este martes tras intentar robar a un empresario sevillano

'Pocholo', el guardia civil expulsado por ladrón y abatido tras asaltar una finca con su banda - EL ESPAÑOL
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Según informa Andros Lozano en EL ESPAÑOL, aunque durante años perteneció a la Guardia Civil, varios de sus antiguos compañeros sabían que Antonio Reyes, al que apodaban el Pocholo, llevaba dentro el "espíritu de un bandido". En 2009 la Benemérita le echó del cuerpo por dos infracciones graves: una, por robar el dinero de la cartera de un ciudadano al que había parado en un control de carretera; otra, por una detención ilegal.

Por eso a muchos guardias civiles de la provincia de Sevilla no les sorprendió sobremanera cuando este martes se enteraron de que el Pocholo había sido abatido por un agente del Instituto Armado cuando intentaba robar en el chalet de un conocido empresario hispalense.

Tras su expulsón de la Benemérita, Antonio Reyes vio cómo su vida se adentraba de lleno en el otro lado de la Ley que él un día defendió: se separó de la que hasta entonces era su mujer, trabajaba de forma esporádica como portero de discotecas y había organizado su propia banda de atracadores. Él y su gente se especializaron en el robo de la droga a los narcotraficantes que introducen hachís a través del río Gudalquivir y en el asalto a inmuebles de personas pudientes.

El último 'palo' antes de morir

Este pasado martes, en torno a las 8.45 horas de la mañana, el Pocholo y sus chicos, en torno a una decena, se presentaron en el chalet de Joaquín Henares, un empresario sevillano del textil de unos 70 años. La residencia es una construcción de varias hectáreas dentro de la urbanización Las Tinajas, ubicada en el kilómetro 3 de la carretera A-8055 que conecta Mairena del Aljarafe y Almensilla (Sevilla). Fuentes de el Benemérita explican que la banda del ex guardia civil se desplazó hasta allí en dos coches. Probablemente pensaron que la casa era de un narco y que aquello era una guardería de estupefacientes. Pero se equivocaron.

Pocholo lo tenía todo preparado. Iba a seguir el modus operandi que antes había usado con narcotraficantes para dar vuelcos a sus cargamentos. Por eso recactó una orden judicial de registro falsa y repartió entre varios de sus chicos petos oficiales de la Policía Judicial de la Guardia Civil. Se los había llevado del cuerpo antes de su expulsión. Él iba con una pistola, aunque no la reglamentaria que un día tuvo en su poder.

Sobre dicha hora un yerno del empresario pasó por delante de la casa de su suegro. Aunque le extrañó ver allí dos vehículos aparcados, le restó importancia al hecho. Al igual que un hijo de Joaquín Henares, que esa misma mañana recogió a su madre para llevarla a una revisión médica.

Poco después, sobre las nueve de la mañana, los chicos de Pocholo, que ronda los 50 años, saltaron al interior del inmueble. Iban encapuchados, ataviados con petos de la Guardia Civil y portando placas falsas. Primero se subieron al techo de los coches estacionados junto al muro perimetral del chalé y luegocruzaron la tapia.

Una vez dentro se toparon con dos empleados de la casa del empresario. Les dijeron que llevaban una orden de registro. Al poco apareció el dueño de la casa, a quien de inmediato redujeron y ataron a una silla con bridas. Una vez inmovilizado, le dieron bofetones en la cara y un puñetazo en uno de sus ojos.

"¿Dónde está el dinero, dinos dónde?", insistían mientras le ponían y le quitaban una bolsa de plástico de la cabeza. Mientras, buscaban joyas, cajas fuertes y otros objetos de valor por todo el inmueble. El empresario, extrañado por los modos de los supuestos agentes, les llegó a preguntar: "Si de verdad sois guardias civiles, ¿por qué me tratáis así?".

Mientras esto sucedía en el interior de la finca de Joaquín Henares, una patrulla de la Policía Local de Mairena del Aljarafe, alertada por una vecina que había visto a la banda de Pocholo acceder al inmueble, se desplazaba hasta allí. Al llegar, avisaron a la Guardia Civil, que de inmediato se presentó en el lugar de los hechos.

Al acceder al interior de la finca, los agentes de la Benemérita se encontraron con varios de los asaltantes, quien siguieron con su plan trazado previamente. Les dijeron que eran compañeros de la Policía Judicial de la comandancia de Sevilla. Pero cuando los verdaderos agentes intentaron confirmar la identidad de los supuestos guardias, Antonio Reyes les encañonó con el arma que portaba encima.

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