La perdición del científico Francisco Ayala: de mito en EEUU a despedido por acoso y tocamientos

El biólogo español, que llegó a EEUU tras abandonar el sacerdocio, se escuda en la costumbre europea de saludar con dos besos

La perdición del científico Francisco Ayala: de mito en EEUU a despedido por acoso y tocamientos
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Según informa José Gallego Espina en EL ESPAÑOLFrancisco J. Ayala se ha pasado buena parte de sus 84 años de vida analizando el comportamiento de las moléculas en el campo de la biología evolutiva. Ahora es su propia conducta, específicamente con las mujeres, la que está bajo la lupa y la que le ha obligado a dimitir de todos sus puestos en la Universidad de California Irvine (UCI), donde hasta hace unos días era considerado un ‘semidiós’. Ahora se enfrenta a un destierro académico y a un posible horizonte judicial, aunque sigue sin hacerse público el informe que justificaría su cese y que alguno de sus colegas no acaba de creerse.

Michelle Herrera, una joven estudiante graduada de su centro, fue la detonante de la investigación por acoso sexual que ha acabado con la carrera del hasta ahora todopoderoso biólogo evolucionista español, cuyo nombre bautizaba edificios, bibliotecas, cátedras y hasta becas. La gota que colmó el vaso y la llevó a denunciar fue un incidente ocurrido presuntamente durante un cóctel de trabajo al que acudieron varios compañeros del campus.

Según explica a EL ESPAÑOL la abogada de varias de las denunciantes, Micha Star Liberty, aquel día “el profesor Ayala hizo lo que ha hecho a otras muchas mujeres en su entorno profesional en repetidas ocasiones: saludó a la alumna agarrándola del brazo y poniéndole la palma de mano en su espalda, dejándola allí colocada y acercando su cuerpo contra el de ella”.

Herrera, siempre según el relato de la letrada, se quedó paralizada ante lo que estaba ocurriendo, sin saber cómo escapar de aquella situación de la que, además, estaban siendo testigos otros miembros de la comunidad universitaria. No era el primer incidente, pero fue el que la decidió a presentar el pasado noviembre la queja que inició la investigación oficial.

La universidad abrió un expediente interno e interrogó a unas 60 personas del entorno, encontrando varios testimonios preocupantes. Otras tres mujeres se unieron a esta denuncia. En concreto, Kathleen Treseder, que posee la Cátedra Ayala de Ecología y Biología Evolutiva; Jessica Pratt, profesora asistente en ese departamento, y Benedicte Shipley, decana asistente en la Escuela de Ciencias Biológicas. Las cuatro pidieron ser identificadas.

Tras varios meses, la pasada semana Ayala presentaba su renuncia y emitía un comunicado en el que alegaba que todo se debía a una malinterpretación de sus “modales de caballero” europeo. En concreto, se refería a la costumbre de “saludar a las compañeras de manera cálida, con un beso en ambas mejillas” y mencionaba que acostumbraba a “hacerles cumplidos sobre su belleza”. En aquella nota, además, pedía disculpas y negaba que fuera su intención incomodar a nadie.

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