¿Qué ocurre con nuestra sangre tras una donación?

Los Centros de Transfusión la someten a un proceso que permite obtener diferentes productos y optimizar su uso y conservación

Los centros de transfusión de sangre de Castilla-La Mancha reciben 42.840 donaciones en 7 meses
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Según informa Daniel Moltó en EL MUNDO, donar sangre salva vidas, hasta tres en concreto, recalcan desde el Centro de Transfusiones de la Comunidad Valenciana. Visitamos su sede en Alicante para conocer cuál es el viaje que realiza la sangre de cada donación hasta su transformación en diferentes productos, útiles para aplicar según las necesidades hospitalarias.

Lo primero que remarcan desde este centro es la seguridad de un proceso que está documentado y protocolizado desde que el donante acude a una unidad móvil o a un centro sanitario para ejercer esta acción solidaria. Sus datos serán registrados siempre y se le entregará una hoja de donación que contiene una serie de preguntas, algunas de ellas excluyentes de forma temporal o permanente.

Puede que algunas de las cuestiones planteadas choquen, como por ejemplo, si el donante ha tenido relaciones con varias personas en los últimos cuatro meses. ¿Por qué se hace esa pregunta y por qué se establece siempre ese plazo de tiempo, (que se aplica a otras cuestiones, como los viajes que haya podido realizar el donante al extranjero )? Es un «periodo de seguridad» que se establece entre una posible relación, práctica de riesgo o viaje y el momento de la donación, en el que también se realiza una analítica completa. «La intención es siempre que toda donación sea segura tanto para el donante como para el receptor», explica la la jefa del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Centro de Transfusión de Alicante, Mabel Ortiz de Salazar Martín.

Tras explicarle el proceso y firmar un consentimiento informado, el donante ya está listo para pasar a ver al médico. Este revisa el cuestionario y hace las preguntas de salud que considere oportunas «de nuevo, con la intención de ofrecer seguridad para ambas partes». En este punto, se toma la tensión arterial y el pulso al donante y se comprueban sus niveles de hemoglobina (que revelarán si la persona está en condiciones de donar sangre o no tras asegurarse de que tiene suficiente cantidad de glóbulos rojos).

En enfermería empieza la donación en sí, donde los profesionales buscarán el lugar idóneo para realizar la extracción. Una de las preguntas que surge, cada vez más a menudo, es si el donante puede llevar tatuajes. La respuesta es afirmativa (de nuevo, si se los ha hecho hace más de cuatro meses) pero nunca podrá tener uno en la zona donde se realizará la punción.

En cada donación se extraen 450 centímetros cúbicos de sangre con unas balanzas agitadoras que garantizan que la sangre se mezcla con el anticoagulante incluido en las bolsas y que se extrae la cantidad correcta, ya que la máquina va pesando hasta llegar a la cantidad concreta y se detiene en ella automáticamente. Al mismo tiempo se extraerán los dos tubos de sangre para realizar la analítica a la que se somete todo donante «conocido o no», apuntan desde el Centro de Transfusión.

Tras cada donación, la sangre se transporta a una temperatura concreta para que las condiciones de los diferentes componentes sanguíneos sean óptimas. Las unidades móviles, destaca la doctora Ortiz de Salazar Martín son fundamentales en este proceso porque «nos permiten acercar la donación al ciudadano, facilitar su disponibilidad y estar cuanto más cerca mejor»

Desde hospitales, centros de salud, empresas, ayuntamientos o facultades, regresan con toda la sangre extraída al Centro de Transfusión, donde empezará el proceso de fraccionamiento.

La sangre antiguamente se trasfundía entera pero eso disminuye la capacidad de trasfundir sangre a más personas y además, las condiciones de almacenamiento de cada producto son diferentes.

Sigue leyendo el reportaje en EL MUNDO

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