La obsesión del rey Felipe VI para que su hija Leonor no padezca la vida que él llevó

- La infancia del rey fue inmortalizada para que los españoles conociesen quién sería su monarca: Juan Carlos y Sofía abrieron de par en par su vida.

- Hasta ahora lo ha intentado evitar para Leonor, pero ya no le queda otra: los Reyes han creado una hoja de ruta a seguir por la heredera.

La obsesión del rey Felipe VI para que su hija Leonor no padezca la vida que él llevó - EL ESPAÑOL
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Un reportaje de Cristina Coro publicado en EL ESPAÑOL

"Felipe ponte guapo", es una frase que ha perseguido al Rey toda su vida. Es lo que le coreaban sus compañeros del colegio Santa María de los Rosalescada primer día de curso cuando sus padres, don Juan Carlos y doña Sofía, lo llevaban a la escuela y cientos de fotógrafos les esperaban en la puerta para inmortalizar el momento. "Eran otros tiempos, ahora todo el mundo tiene un móvil. Son muy pequeñas, hay tiempo para todo. Hay que dejarla crecer de la forma más tranquila posible, ya os cansaréis de verla", comentaba Felipe VI hace algunos años en los Premios Princesa de Asturias cuando los periodistas reclamaban la presencia de la titular de los galardones en Oviedo.

Aunque son muchos los que aseguran que es la Reina Letizia la que se comporta como un pastor cuidando a sus corderitos con lo que respecta a la privacidad de sus hijas, Leonor y Sofía, la verdad es que es su marido el que quiere mantenerlas el mayor tiempo posible en la burbuja de seguridad y control que supone el recinto de Zarzuela. 

Una infancia marcada por la presión

La infancia del hijo de Juan Carlos y Sofía estuvo marcada por la presión. Primero fue Infante, hijo de un Príncipe, durante la época en la que Franco deshojaba la margarita sobre su heredero. Luego, ya con seis años, pasó a ser Príncipe, hijo del primer Rey de la nueva monarquía parlamentaria. Los españoles tenían que conocer a la nueva Familia Real, tras 40 años con los Franco como el modelo a seguir, ahora las miradas se centraban también en El Pardo, pero a unos tres kilómetros del Palacio, en el antiguo pabellón de caza, rebautizado y reformado como Zarzuela.

La princesa Leonor y el rey Felipe VI

Cualquier gesto era importante y la Reina Sofía lo sabía. En una época en la que la televisión empezaba a tener fuerza, durante los años de la Transición, la reina emérita supo usarla como una buena amiga, invitando a las cámaras a su día a día, al colegio de sus hijos, a las ceremonias familiares, abriendo de par en par las puertas de sus vidas. Era un momento en que hacerlo era una necesidad real, los españoles tenían que conocer a don Juan Carlos, su nuevo Jefe del Estado, y aprender a querer a su familia. Claro, que aquel niño rubio de ojos azules de siete años era un verdadero príncipe de cuento, educado, reservado y misterioso. Las cámaras estuvieron delante en su primer día de colegio, le vimos en clase de gimnasia, cuando su padre le enseñó a montar en bici, cuando ayudaba, junto con sus hermanas Elena y Cristina, a su madre a hacer galletas… En un sinfín de escenas cotidianas, que le acercaban al pueblo.

Y esto es justo lo que no quiere Felipe VI para su hija Leonor. Siempre ha querido una infancia muy distinta a la suya para sus dos hijas, no sólo para la Princesa, también para la Infanta Sofía. No quiere que sus vidas vivan una continua exposición, por ahora no le parece necesario. 

Pero la heredera ya tiene 13 años y son muchas las voces, de dentro y fuera de la Casa, que reclaman más presencia de la hija mayor de los Reyes en la vida pública de la familia. Felipe empieza a no negarse, pero poco a poco, nada que ver con cómo lo hizo él.

Con un ritmo distinto al de su padre

De hecho, si la princesa Leonor quisiera seguir los pasos de su padre -marcados por Juan Carlos I-, habría sido presentada como soldado de honor en el Regimiento de Infantería en el año 2014, cuando la Princesa Leonor cumplió nueve años A esa edad, su padre se colocó el uniforme reglamentario y se alistó como soldado de honor en el Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey nº1. Ocurrió el día de las Fuerzas Armadas (un 28 de mayo) pero del año 77, el mismo en el que Felipe de Borbón viajó a Covadonga para recibir la dignidad de príncipe de Asturias.

El príncipe de Asturias firma su filiación básica al Ejército

En aquella ocasión, el alistamiento del actual rey de España fue algo simbólico, honorífico y sin efecto real, pero le sirvió para familiarizarse con el ámbito castrense, pues años después se convertiría en el mando supremo de los Ejércitos. Felipe VI cumplía así con una tradición que también había seguido Alfonso XIII -quien se alistó con cinco años- y Alfonso XII -con solo dos años-, entre otros monarcas españoles.

Asimismo, han sido muy contadas las ocasiones en las que la princesa Leonor y la infanta Sofía han sido retratadas recorriendo junto a sus padres algunos puntos de la geografía española o incluso de fuera de nuestras fronteras, a diferencia de Felipe VI. Con 15 años e incluso antes, el entonces príncipe Felipe ya había viajado a Santiago de Compostela y Zaragoza con sus hermanas, había acudido en Colombia al 450 aniversario de la fundación de la ciudad de Cartagena de Indias, protagonizado ya su primera audiencia y acudido a unos funerales en Luxemburgo en representación de su padre. Sin embargo, en lo que respecta a las visitas oficiales, la princesa de Asturias no parece haber seguido los pasos del rey Felipe. La mayoría de instantáneas que existen de Leonor como ilustre visitante han tenido lugar en el marco de sus vacaciones estivales en Palma de Mallorca, cuando la Familia Real se ha dejado ver paseando por la Granja de Esporles o por Sóller, entre otros emblemáticos rincones.

Tras muchas deliberaciones, reuniones y conversaciones, el Rey Felipe ha aceptado que la etapa pública de su hija, la Princesa de Asturias, tenía que comenzar.

La maquinaria se puso en marcha hace casi un año, el 30 de enero de 2018, don Felipe celebraba su 50 cumpleaños cediéndole todo el protagonismo a su hija, en una ceremonia en el Palacio Real de Madrid, donde a la niña de 12 años se le entregó el Toisón de Oro. El acto tuvo un gran significado dinástico, porque simbolizaba la continuidad en la Heredera al Trono y porque era el primer acto oficial de calado que protagonizaba la Princesa de Asturias. Pero también fue algo emocional, por lo que implicaba que la niña de sus ojos fuera el centro de todas las miradas.

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