"Nadie es feliz para siempre": la conclusión del psiquiatra que buscaba fármacos para la depresión

El director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar de Barcelona sostiene que las "expectativas positivas" son el caldo de cultivo perfecto en el que germinan muchas depresiones en la actualidad

"Nadie es feliz para siempre": la conclusión del psiquiatra que buscaba fármacos para la depresión - JAIME RECARTE / EL ESPAÑOL
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Según informa José Andrés Gómez en EL ESPAÑOL, la depresión se ha convertido en la gran enfermedad del siglo XXI. Un pozo de desolación que afecta cada vez a más personas (la OMS habla de entre el 8% y el 12% de la población en la actualidad) y que no sólo sume a los enfermos en una tristeza desmesurada, sino que altera el apetito y el sueño, desata sentimientos de culpabilidad e inutilidad y llega a bloquear nuestra mente y a modificar hasta la forma en la que nos expresamos. Un océano de angustia y devastación del que no es fácil salir.

Víctor Pérez-Solá conoce la enfermedad a la perfección. Este psiquiatra catalán de 58 años, director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador principal del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam), lleva años investigando este trastorno mental, tratando a pacientes y lidiando con las contradicciones y dificultades que plantean tanto su diagnóstico como su tratamiento. "A los psiquiatras nos encantaría tener algún test o radiografía para poder identificar los casos. Pero no lo hay y tenemos que utilizar criterios diagnósticos", lamenta.

Sentado frente a un café en el Palacio de Congresos de Santa Eulalià (Ibiza), donde se celebra el seminario 'Millennials y Generación Z: la depresión invisible', organizado por Lundbeck, este catalán, que ha dedicado "media vida" al desarrollo de fármacos contra la depresión, no rehúsa hablar de los conflictos de interés que se ciernen sobre industria y facultativos, sobre la estigmatización social de los enfermos y sobre las expectativas positivas y la hiperresponsabilidad, el caldo de cultivo en el que germinan buena parte de las depresiones. "La sociedad se empeña en formar a personas hiperresponsables que no van a a ser felices nunca porque nadie es feliz para siempre", sostiene.

¿Cuáles son los retos más inmediatos que tiene la psiquiatría ante la depresión?

El principal reto es la prevención. Si sabemos que el bullying, que no es una cosa nueva, influye en la salud mental de las personas y hay herramientas y capacidad para prevenirlo, ¿por qué no lo hacemos? Si sabemos que la depresión de una madre durante el embarazo implica que ese niño pueda tener depresiones con mucha más frecuencia que otro que nace de una madre que no ha tenido este trastorno mental, procuremos que todas las mujeres embarazadas tengan una buena salud mental. 

El foco ahora está en la prevención y en controlar los factores de riesgo que son controlables. La genética no es controlable, pero lo que sí podemos hacer es coger a aquellos hijos de personas con trastornos mentales graves y vigilarlos. Estar atentos a cuando tienen un problema y poner herramientas para solucionarlo. Si detectamos precozmente una enfermedad mental, las repercusiones son menores y la capacidad de recuperación es muchísimo mejor.

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