Luis Casares, el hombre que propició el mayor golpe a ETA en venganza por una infidelidad

Acogió a un comando etarra en su casa y terminó siendo confidente de la Guardia Civil; dio la pista inicial que condujo a la desarticulación de Bidart

Luis Casares, el hombre que propició el mayor golpe a ETA en venganza por una infidelidad - EL ESPAÑOL
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Según informa Gonzalo Araluce en EL ESPAÑOL, la trayectoria de ETA, que ya apunta a su extinciónno se entendería sin el golpe de Bidart (Francia) en 1992. El 29 de marzo, la Gendarmería francesa y la Guardia Civil desarticularon la cúpula de la organización e incautó cuantiosa documentación para comprender los engranajes de su maquinaria. Aquello fue el principio del fin de la banda criminal. Una operación que probablemente no hubiera sido posible sin el soplo de Luis Casares Pardo, colaborador de los terroristas: despechado por una infidelidad, terminó ayudando a los cuerpos antiterroristas.

Para comprender la trayectoria del personaje es necesario remontarse a 1989. Tiempos de plomo, en los que ETA se afanaba en teñir de sangre las portadas de los periódicos. Los comandos terroristas se movían con facilidad: no les faltaban apoyos entre la sociedad y las cuentas de la organización estaban saneadas.

Luis Casares era un laguntzaile, lo que en la jerga de ETA y su entorno se traducía como una persona que les ayudaba a moverse. Su casa, en la calle Ibaiondo de Ondárroa (Vizcaya), era refugio de terroristas. Allí se ocultaba el comando Eibar, compuesto por Juan Carlos Balerdi, Fermín Urdiain y Jesús María Ciganda. En su historial, diez asesinatos en cinco años. Convivían con Luis, su mujer y la hija de ambos, tal y como se explica en el libro Historia de un desafío (Editorial Península).

Los etarras se sintieron muy cómodos en esa casa. Demasiado.

Luis Casares se hartó de la situación y de las infidelidades. Casi más movido por despecho, se presentó ante las autoridades con un mensaje: "Puedo deciros dónde está el comando Eibar". Aquella afirmación debió sorprender a la Guardia Civil, que le pidió alguna prueba física. El laguntzailereapareció en dependencias policiales con una muestra del material explosivo que utilizaban los etarras. 

Así comenzó una relación entre Luis Casares y la Guardia Civil que terminaría siendo fructífera. Los agentes comprobaron que la información era buena, pero se encontraron con un escollo de tintes políticos. 

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