Un día antes del nacimiento de Roan, el 13 de agosto, Megan Lavery ingresó en el hospital tras sufrir un episodio de vómitos que los médicos relacionaron con el embarazo. Sin embargo, tras dar a luz, el estado de salud de la joven empeoró, por lo que decidieron hacerle una resonancia magnética.
El diagnóstico fue devastador: Megan tenía un tumor cerebral en fase cuatro. Desde entonces, la joven ha sido intervenida cuatro veces, pero ahora los médicos le han dicho que ya no pueden hacer más por ella. El tumor es incurable, según publica el diario ‘Daily Record’.
Con el objetivo de detener el crecimiento del tumor, Megan Lavery se está sometiendo a sesiones de radioterapia y quimioterapia cinco días a la semana. En este sentido, su familia asegura que está probando un medicamento que parecer estar dando resultados en muchos casos y, por ello, han iniciado una campaña de recaudación de fondos.
