Lola, casada de niña, atropellada a los 41 por el marido “celoso enfermizo” a quien siempre temió

Dolores Vargas Silva era vecina del madrileño distrito de Carabanchel, en el que vivía con sus tres hijos -dos mellizos de 18 años y una niña de 6-. Su asesino, su esposo, la mató brutalmente atropellándola hasta morir

Lola, casada de niña, atropellada a los 41 por el marido “celoso enfermizo” a quien siempre temió - EL ESPAÑOL
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Según informa Marta Espartero en EL ESPAÑOL, se llamaba Dolores Vargas Silva en el DNI, pero para los suyos siempre fue Lola. Ella, mujer grande, pelo larguísimo más negro que el azabache, jamás pensó que el hombre con quien se había casado apenas siendo una adolescente sería su asesino. Aunque le tuviera miedo.

Su marido, Salustiano Amador Muñoz, y ella se casaron hace más de 20 años, cuando ambos no eran más que unos chiquillos, por el rito gitano, etnia a la que ambos pertenecen. Este año, Lola acababa de cumplir 41 primaveras. Amador tiene 39. Ambos eran vecinos del madrileño distrito de Carabanchel, en el que vivían con sus tres hijos -dos mellizos de 18 años y una niña de 6-. Ahora, el cadáver de Lola descansa en su barrio. Su asesino ya ha sido detenido tras una búsqueda que recorrió varias ciudades españolas. La Guardia Civil lo apresó este lunes mientras se escondía en un piso de Vallecas.

El pasado 25 de marzo, el cuerpo de Lola apareció en una cuneta de la autovía A-5, a la altura del kilómetro 56, sentido Extremadura. Ya sin vida y con la ropa rajada. Rápidamente, la Guardia Civil descartó que se tratara de un accidente de tráfico: el cadáver mostraba signos de haber sido salvajemente atropellado en diversas ocasiones. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Torrijos (Toledo) abrió diligencias previas para investigar el hallazgo.

No quería estar a solas con él

Según publica ABC, Amador atropelló hasta la muerte a Lola alrededor de las 5:15 de la madrugada del sábado 24 de marzo. El matrimonio había estado celebrando un cumpleaños en el municipio de Las Ventas de Retamosa (Toledo), desde las 10 de la noche. Cuando decidieron emprender la vuelta, Dolores pidió a su hermana y su marido que la acompañaran. No quería estar sola con el agresor.

Porque Amador estaba “comido por los celos, loco de celos”, según Raquel, cuñada de Lola, en declaraciones al mencionado periódico. Creía que Dolores Vargas Silva tenía un amante, “y eso es totalmente falso”. “Dolores ha sido una mujer de su casa; siempre se ha preocupado de su marido, de su casa y de sus hijos”.

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