Lenis: la colombiana que desarmó a bolsazos y empujones a un atracador

El delincuente asaltaba por tercera vez en un mes y medio a la cajera, cuando la clienta entró y "con dos pares de cojones" empezó a reducirlo junto a otro vecino.

Lenis: la colombiana que desarmó a bolsazos y empujones a un atracador
photo_camera Lenis: la colombiana que desarmó a bolsazos y empujones a un atracador

Según informa Eduardo del Campo en EL ESPAÑOL, Lenis Galvis enseña el moratón de una quemadura detrás de su oreja izquierda. “Tuve miedo cuando escuché el disparo de la pistola”, dice esta corpulenta colombiana de 47 años, que se gana la vida en España cuidando a ancianos. Lo cuenta muy tranquila, a veces sonriendo. Pero esta historia feliz, incluso de tintes cómicos, sería trágica y ella ahora estaría muerta con una bala encajada en el cráneo si la pistola del atracador al que este martes se enfrentó a bolsazos en la perfumería y droguería Ana de Sevilla no hubiera sido de fogueo. La valiente o inconsciente o temeraria Lenis, la buena Lenis, pensaba que la pistola era auténtica cuando se arrojó sobre el delincuente que exigía “¡dame todo el dinero!” a la cajera Patricia Muñozencañonándola a bocajarro en este popular negocio de la calle Tarragona de Sevilla.

Lenis frustró el atraco con la ayuda de otro cliente, Juan Carlos García, de 57 años, que trabaja en su tienda de modas Juanito, unos metros abajo en la misma calle. Entre los dos sujetaron y forcejearon con el atracador, de unos 45 años, hasta que Lenis le arrebató la pistola y otros vecinos acudieron para tirarlo al suelo y reducirlo mientras llegaba la Policía Local. La acción de Lenis y Juan Carlos se ha hecho viral gracias al vídeo de una cámara de la tienda, que los grabó luchando a brazo partido, con movimientos poco ágiles pero tenaces. Un día después, los protagonistas reconstruyen para este periódico el suceso, en el mismo rincón de la tienda, frente a la caja y detrás de la puerta de la calle, donde se enzarzaron con el atracador durante segundos que se les hicieron larguísimos. “¡Yo pensaba que había pasado media hora!”, dice Lenis sobre esa pequeña eternidad sostenida sobre un fiel que podía decantarse del lado de la anécdota o el luto.

Juan Carlos, un hombre con gafas y de maneras muy tranquilas, cuenta que este martes, unos minutos antes de la una de la tarde, había ido como de costumbre a la droguería Ana a comprar detergente para su negocio familiar, abierto a unos metros desde hace 60 años. Cuando la cajera Patricia le iba a cobrar, entró el atracador, con la cabeza cubierta con un casco de moto y una ‘braga’ tapándole la cara, y apuntó a la dependienta, de 27 años, con una pistola, al tiempo que le conminaba a darle todo el dinero de la caja. “Miré la pistola y en ese momento pensé qué debía hacer, si intentar quitársela o quedarme quieto”, rememora Juan Carlos García. Patricia detalla que en esos instantes ella se disponía a obedecer y entregarle el dinero, como había hecho las dos veces anteriores que el mismo tipo la había atracado en mes y medio, tapándose el rostro en esas ocasiones con gorra, gafas de sol o ‘bragas’. Ésta era la tercera vez. El atracador se creía que aquí tenía la gallina de los huevos de oro.

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