La popular Karmele Marchante ‘hace la calle’ dos años para defender que puta no se nace

- Tras dejar el mundo del corazón la popular periodista recorrió la ruta de la trata y prostitución y viajo a Nigeria, a un campo de refugiados en el triángulo Calais-Dunkerke-Bruselas y al Madrid putero para entrevistar a las mujeres prostituidas y esclavizadas por las mafias.

- "La España putera es una España ignorante, paleta, cobarde y lucrativa de esos puticlubs con los que además sacan tajada las autoridades del pueblo, todos ellos varones".

La popular Karmele Marchante ‘hace la calle’ dos años para defender que puta no se nace - EL ESPAÑOL
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Un reportaje de Nuria Coronado publicado en EL ESPAÑOL

Cuatro letras son las que han traído a la periodista Karmele Marchante por la calle de un activismo que no todo el mundo conoce pero que ha sido su meta en los últimos dos años de forma especial. Y es que ha dedicado todo este tiempo, lejos de platós y focos, a que la palabra “puta” deje de ser tanto el tabú como el insulto hacía quienes caen en la prostitución para apuntar al máximo y único culpable de todo. “Al machismo instaurado en los puteros-putómanos que les hace creer que pueden usar y abusar del cuerpo de la mujer a su antojo por el privilegio de ser hombre y de pagar por ello”, declara a EL ESPAÑOL.

Karmele Marchante junto a una mujer del campo de refugiados.Karmele Marchante junto a una mujer del campo de refugiados.

Por eso ha escrito Puta no se nace (Editorial LoQueNoExiste). Y el suyo no es un trabajo cualquiera. Porque las “cualquieras” se merecen el mayor de los respetos. “Ellas son las invisibles. Las que vemos pero ignoramos. Las que existen gracias a un sistema, el de la prostitución, que perdura porque los varones compran el sexo de las mujeres pobres. La alegalidad en la que se desenvuelve, debido a la hegemonía ideológica patriarcal, política y económica, ha convertido a nuestro Estado en el primer consumidor de sexo pagado de la Unión Europea. Esa desidia institucional aniquila y apuntala la prostitución como fenómeno social aceptado y legitimado que entra en conflicto con los Derechos Humanos”, dice sin pelos en la lengua.

VÍCTIMA DE UN INTENTO DE VIOLACIÓN

Marchante, la mujer que tuvo que aguantar durante casi diez años el bulo de ser la madre de la cantante Amaral o el sambenito de la frase de su compañero de plató Jesús Mariñas en Tómbola del ¡Cállate Karmele!, es mucho más que el personaje de la tele del corazón. Es una periodista de pura cepa que recorrió el mundo como corresponsal y que ha trabajado en los mejores y más reputados medios de comunicación. Es una luchadora nata y que un día de su juventud pasó por algo que guardó en el disco duro de su memoria para que no le hiciera daño. Fue víctima de un intento de violación.

Karmele fue protagonista del mundo del corazón y luego se fue a un campo de refugiados a escuchar testimonios.Karmele fue protagonista del mundo del corazón y luego se fue a un campo de refugiados a escuchar testimonios.

-¿Qué le paso?

-Tenía 20 o 21 años, no recuerdo la edad exactamente, pero me intentaron violar. Ese episodio se me había olvidado totalmente hasta el movimiento del Cuéntalo. Allí me acordé de repente de lo que me pasó y lo relaté. A esa edad, para sacarme algo de dinero extra, daba clases particulares de francés y ponía anuncios en todas partes. Un día recibí la llamada de un tipo que me dijo que fuese a su casa. 

Cuando entré en su habitación se abalanzó sobre mí, se me echó encima. Yo quería salir corriendo, empecé a gritar como una loca, porque sabía que en esa casa había más gente. Así que como pude le di un golpe con algo y le debí hacer daño. Logré escapar de la habitación y vi que en el pasillo había alguien que salió a ver qué pasaba. Él me siguió hasta la puerta de la calle con la intención de no dejarme salir. Intentó volver a abalanzarse sobre mí. Como pude abrí la puerta y la cerré de un portazo. Bajé corriendo las escaleras y lo único que recuerdo de todo aquello es que al llegar al bar de abajo pedí un coñac doble de los nervios y el miedo que tenía.

-¿Y no se lo contó a nadie?

-Yo que soy muy de hablar de cualquier cosa aquello no se lo conté ni a mis amigas más cercanas ni a nadie de mi familia. Lo borré de mi mente. Quizá haya una explicación psiquiátrica o psicológica a aquello. Quizá sea un mecanismo de defensa, de supervivencia. El caso es que me lo guardé para mí. Después cuando he necesitado ayuda por la muerte de mi madre y de mi padre, nunca salió el tema. Como te digo lo olvidé por completo. 

-Pero ese miedo queda después en el cuerpo para siempre…

-Sí. Queda. A mí se me quedó el miedo después en el cuerpo. Recuerdo cuando viajaba o caminaba por ejemplo por las calles de Londres que me daban miedo las calles oscuras. Por eso iba siempre con unas tijeras en la mano.

-¿Y contarlo fue liberador y sanador?

-Sí. Porque me sentí acompañada y porque volví a ver que las mujeres somos siempre las víctimas pero que en nada debemos sentirnos culpables de lo que nos pasa. Hubo algunos idiotas que se reían de mi pero a esos no les hice ni caso. Lo que para mí contó al decirlo fue sentir la sororidad de todas y cada una de las mujeres que a miles relatamos nuestras experiencias.

EN EL BARRO DE LA TRATA Y LA PROSTITUCIÓN

Pero volviendo a Puta no se nace decir que en sus 220 páginas se descubre a la Marchante más íntima, a la feminista aguerrida de toda la vida, y también a la que se la parte el alma en pedazos recordando a todas y cada una de las niñas y mujeres  a las que ha entrevistado y aparecen en sus páginas. Las que de ser tan pobres acaban vendiendo su cuerpo, su dignidad, su vida. “Me planteo escribir este libro en un momento de mi vida como feminista radical y activista, siempre en primera línea, en el que la complejidad de la trata y la prostitución, me asaltan. Estas dos realidades me desafían como mujer y como participante en este movimiento de liberación que busca la igualdad y las libertades”, declara. 

-¿Su libro es la voz de las prostituidas? ¿Hacía falta nombrarlas?

-Así es. Ellas y solo ellas son las protagonistas de mi libro. Lo único que pretendo es dar la voz a las mujeres de diversos países en situaciones que podrían parecer distintas y, sin embargo son iguales. Son las esclavas contemporáneas de las que todo el mundo habla en su nombre, menos ellas.  Sentía que hacía falta dar la palabra a las mujeres que son obligadas a vender su cuerpo y su vida a los putómanos (palabra mágica y definitoria copiada de mi admirada y querida María José Barahona, una de las expertas en prostitución y trata más lúcida que conozco). A  las niñas vendidas y esclavizadas por las mafias y proxenetas, esas apestadas de las que todo el mundo habla sin conocimiento y adjetiva con toda la carga machista impune del vocabulario de esa R.A.E para la que yo pido también un buen fuego catalizador y renovador. Esa institución llena de machos neuronalmente sebosos, ignorantes y misóginos. ¡Esos sí que son feos!

La búsqueda de Marchante para conocer las piezas del puzzle del lobby proxeneta y de la trata la hace desde la verdad más absoluta, esa que no se ve pero avergüenza a cualquiera. “La historia de cada una de ellas es la historia del dolor que sufren las mujeres que nacen en lugares pobres y solo tienen sus cuerpos para sobrevivir”, subraya. Por eso la conocida periodista pasó noches recorriendo todos los polígonos y rotondas de Madrid donde están ellas. “Me iba con mi cutre-coche cargado de preservativos, lubricantes, bollos, zumos, termos de bebidas calientes, porque hasta de eso hacen negocio las mafias proxenetas, y en cada sitio que paraba, y gracias a todo lo que les ofrecía, hablaba con casi todas las mujeres que estaban allí en situación de prostitución esperando a los compradores de sexo”, dice.

Un Madrid putero en el que en pleno invierno las chicas encienden fuegos para calentarse y en el que pudo ver como la policía municipal pasaba todos los días dos veces para apagar esas frágiles lumbres, a veces simples brasas. “A las 21,30 y las 2,00 de la madrugada. A esas horas, los “bomberos” como ellas les denominan, van seguidos de dos camiones de Medio Ambiente con mangueras y operarios que fogata que ven, fogata que destruyen. Esa práctica es una violencia social más sobre las que ya tienen. Están ahí casi desnudas. Se calientan quemando unas inofensivas maderas en puntos apartados de la civilización. ¿Eso es un peligro? ¡Ojala Manuela Carmena lo viera!”, dice.

-¿Y tuvo que viajar fuera de España para encontrar sus testimonios porque aquí no había manera?

-Así es tuve que emigrar. Aquí, desde que empecé mi investigación me encontré sola. Me encontré huérfana de la ayuda de las ricas y todopoderosas oenegés españolas, no de la totalidad, pero sí de la gran mayoría. Esas que prohíjan la voz y el testimonio de las mujeres prostituidas y en situación de trata. Las que creen que esas mujeres son sus rehenes, y te niegan el habla con ellas, porque como te dicen las pobres bastante tienen con lo que cargan y no les conviene ser ni oídas ni conocidas. ¡Sería el colmo del morbo, todos los medios se nos echarían encima de ellas!

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