La industria musical habla: Alfred triunfará más que Amaia fuera de OT

Televisión y carrera artística son terrenos de juego distintos. Los favoritos del programa están claros pero, ¿quiénes serán los concursantes que mejor calen en la industria? EL ESPAÑOL habla con expertos en márketing musical sobre las exigencias del mercado

Alfred y Amaia protagonizan 'la mejor actuación de la historia de Operación Triunfo'
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Según informa Lorena G. Maldonado en EL ESPAÑOL, esta edición de Operación Triunfo ha roto con el vahído general que le provocaron al público las anteriores: los concursantes de 2017 han conquistado a España por su talento y la magia de sus actuaciones -alguna digna de pasar a la historia de la televisión-, pero también por el retrato generacional que imprimen. Hay esperanza en los cuestionados millenials cuando al espectador ibérico le llegan, desde la cadena pública, mensajes de solidaridad, feminismo, normalización LGTBI, visibilización de la ansiedad, superación del bullying e interés por el plurilingüismo y la diversidad en todas sus facetas. Un paisaje alentador y ejemplarizante para derribar el discurso rancio de los dinosaurios sobre la revolución de la juventud: señores, los millenials no son seres superficiales pegados a una pantalla y obsesionados con el consumo rápido de la vida. Tienen discurso, tienen valores, tienen visión artística y una huella que dejar en este país gerontofílico.

Sin embargo, todo este componente emocional y este reguero de entusiasmo que deja Operación Triunfo es un arma de doble filo: al final el concurso terminará y los participantes tendrán que luchar por hacerse un hueco en la industria musical, una jungla ferozmente competitiva donde ya no estarán aupados por el formato televisivo. Las audiencias son crueles: un día te elevan y al siguiente te olvidan. No es lo mismo ser un artista que resulta atractivo en el 24h de OT -y que interpreta canciones ya probadas, que son himnos y cuya acogida está asegurada- que competir en una industria que no hace favores, que necesita un sello personal del cantante y que lanza singles al público para tomarle el pulso. Si se falla en ese primer intento, difícilmente vuelven a confiar en tu potencial.

Así lo cuentan diferentes profesionales de márketing musical a EL ESPAÑOL. Jorge Vinuesa, responsable del máster Digital Music y experto en management, confía en el potencial de Alfred como producto: "Antes las compañías discográficas invertían en cualquier producto que pudiese funcionar, en un artista que no fuese un compositor, por ejemplo, si sí funcionaba por su imagen. Pero a día de hoy el perfil que mejor cala en la industria es el del compositor, porque su personalidad y sus letras conectan con el fan de forma directa, sin artificios, y así la discográfica se ahorra mucho tiempo y dinero", explica. "Es más, en muchas discográficas, si no tienes producto propio, no interesas. La tendencia de consumo y las corrientes en España están contadas: te tienes que adaptar a lo que la gente te demande, y el estilo de música que conecte con esa demanda es el que más posibilidades tiene de triunfar".

Pone algunos ejemplos. "Yo a Agonei y a Ana Guerra los veo más cómodos en lo comercial, en canciones de tendencia bailable y explosivas. Ellos son muy versátiles, y según mi parecer tienden hacia el estilo del pop internacional. El problema es que ése es un producto de explotación a corto plazo, porque en España no hay casi mercado para un artista que cante en inglés y quiera ser el boom. A la larga no pueden competir con Rihanna y Justin Timberlake. Igual les hacen un single y lo petan, pero es difícil tener más trayectoria".

Miriam es de las que más le convence. "Ella se defiende mejor en castellano, en un estilo más parecido a la canción de autor, con influencias sureñas del tipo Alejandro Sanz, Vanesa Martín o India Martínez. Cuando canta una canción comercial la veo totalmente disfrazada. No era su estilo, pierde esencia". Vinuesa explica que "las discográficas tienen catálogos de canciones que pueden funcionar, por ejemplo de artistas que ya están vendiendo y a los que les sobran canciones, así que las ceden en explotación a los nuevos talentos, a modo de test para ver si funcionan o no: se prueba con un single y conforme se ve el feedback se invierte más o no".

Encontrar el estilo propio

"Alfred es tal vez de los mejores productos porque compone, a día de hoy es casi imprescindible, porque invertir en producción musical y promoción es mucho dinero, y si la idea es intangible no van a estar seguros de arriesgar. El proceso de composición de un disco para alguien es largo, pasa por un letrista... y si todo eso lo hace el mismo artista, la discográfica se está ahorrando el diseñar un producto que le encaje. Además, el artista lo va a defender bien sobre el escenario porque es lo que él quiere expresar, no una canción ajena e impuesta". Señala el caso de éxito de Pablo López: "Él ha trabajado desde cero, ha defendido su producto y ha calado bien porque es lo que pide la demanda: si López hiciese un estilo de trap o rap en inglés, por mucho que fuese suyo, no funcionaría. Aquí funciona la composición en castellano".

Cree que el problema de Alfred "es que en ese formato no puede sacar bien su identidad propia": "Se mete a teatralizar demasiado el papel, se pone muy intenso y le perjudica. Fuera despuntará. También porque estos programas están enfocados a que el concursante sea muy versátil, pero esto en la industria musical no vale para nada, porque ahí el artista se tiene que concretar en una marca, en una diferenciación".

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