El ictus mata mucho más en Sevilla y Huelva: la ambulancia llegó tarde para Pilar

- Las dos provincias andaluzas tienen las cifras más altas de mortalidad por infarto cerebral en España.

- La ambulancia que debía atender a María del Pilar, de Lepe, tardó más de tres horas. El municipio está a media hora en coche de Huelva capital.

El ictus mata mucho más en Sevilla y Huelva: la ambulancia llegó tarde para Pilar - MARCOS MORENO / EL ESPAÑOL
photo_camera El ictus mata mucho más en Sevilla y Huelva: la ambulancia llegó tarde para Pilar - MARCOS MORENO / EL ESPAÑOL

Un reportaje de Andros Lozano publicado en EL ESPAÑOL

La onubense Blanca Morales camina por el cementerio de Ayamonte (Huelva) hasta llegar a la lápida de su hermana María del Pilar. Antes pasa por delante de un mural alicatado sobre un pared en el que se lee Aquí tiene el marinero su mar. El campesino, su mies. Ayamonte, su altar. Al llegar al lugar en el que descansa su hermana, Blanca quita unas flores marchitas y, casi al instante, sus ojos se le nublan de lágrimas.

María del Pilar Morales murió el pasado 22 de agosto. Tenía 47 años. Ocho días antes, el 14 de dicho mes, sufrió un ictus a primera hora de la mañana mientras dormía en su casa de Lepe, a 40 kilómetros de distancia por carretera de la capital de la provincia. 30 minutos en coche.

La ambulancia que debía atender a la mujer en un primer momento tardó cerca de tres horas en llegar, a pesar de que ella residía a 50 metros de un ambulatorio, donde no llegó el aviso. “Si se le hubiera atendido a tiempo, quizás hoy estaría entre nosotros”, se lamenta Blanca. Su hermana dejó marido y dos hijos adultos.

María del Pilar vivía en Huelva, provincia que, junto a la de Sevilla, año tras año alcanzan las cifras más altas de mortalidad por ictus de toda España. En 2015, ambas se situaban en 54 muertes por cada 100.000 habitantes.

El año pasado, según el neurólogo Joan Montaner, director del Plan Andaluz del Ictus, las cifras de fallecidos a causa de esta enfermedad se redujeron, siguiendo la tendencia de las dos últimas décadas en toda la región. En 2017 fallecieron en Sevilla 42 personas por cada 100.000 habitantes. En Huelva, 39. En ambas provincias perdieron la vida más hombres que mujeres.

Si a principios del 2000 en Andalucía morían en torno a 90 personas por cada 100.000 habitantes a causa de un ictus, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), una década después esa cifra ya se había reducido a 70 fallecimientos. El año pasado, aunque la tendencia en el último cuarto de siglo sitúa a estas provincias como ‘capitales’ de la mortalidad por infarto cerebral en el país, Sevilla siguió encabezando ese ránking pero Málaga adelantó a Huelva en número de fallecidos.

“Probablemente sea circunstancial. Lo importante es mirar con perspectiva. Y es cierto que Sevilla y Huelva son las más afectadas históricamente en cuanto a muertes por ictus, advierte Montaner.

El tiempo es cerebro

Los neurólogos manejan la siguiente frase como un mantra: el tiempo es cerebro. De ahí que la celeridad de la asistencia médica primaria a la persona que lo ha padecido resulte esencial para salvar la vida del paciente.

Cuanto antes se produzca su traslado a un hospital, se le practiquen pruebas y, en caso de necesidad, se le someta a una operación, más probabilidades tendrá de salir adelante y de padecer menores secuelas.

Bajo esta premisa, la población que vive en las zonas más alejadas de ambas capitales andaluzas tendrán menor probabilidad de sobrevivir al ictus que los que residen en ellas o en localidades de su entorno.

“Es cierto”, admite el doctor Montaner. “Para alguien que haya sufrido un ictus no es lo mismo vivir en la sierra de Huelva o de Sevilla que en la capital de cada provincia, por ejemplo. La distancia o la dificultad para llegar por carretera a un hospital de referencia dificultan la labor de mitigar el daño del paciente y, más allá, de salvarle la vida”.

“En Andalucía tenemos en contra la propia geografía de la comunidad. Aquí la población no está concentrada, como por ejemplo en Madrid. Vamos a tener que hacer un mayor esfuerzo que otras regiones para reducir el impacto mortal del ictus”, prosigue.

De esta forma, un ciudadano de Sevilla o de Dos Hermanas, ciudad de la periferia de la capital andaluza, tiene más posibilidades de sobrevivir a un mismo tipo de ictus que otro que resida en Alanís o en San Nicolás del Puerto, situados en la sierra de la provincia y colindando al norte con Extremadura y al oeste con la de Huelva.

Lo mismo sucede en localidades onubenses como Aracena o Santa Olalla del Cala, situadas en la sierra norte de Huelva, justo al otro lado de la frontera física que separa esta provincia de la de Sevilla. Alguien que padezca un infarto cerebral grave está expuesto a un mayor riesgo de perder la vida que un vecino de Moguer, a 20 kilómetros por carretera de la capital, la mayoría de ellos por autovía.

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