Llegó en una ambulancia el 22 de agosto del año pasado y desde entonces vive en una esquina de las urgencias, entre enfermos que vienen y van, según ha publicado Il Corriere della Sera. Cada día los enfermeros lo lavan, le cambian la ropa y le suministran su medicación, mientras los directivos se preguntan qué hacer, qué será de este hombre sin memoria que solo posee esta cama de hospital, por el momento.
Sin identidad, las organizaciones humanitarias no se encargan y no puede planificarse un destino. El director del Departamento donde permanece ingresado, Adolfo Pagnanelli, ha testificado ante un juzgado de lo Civil para pedir la asignación de un administrador de apoyo para Igor.
Las autoridades italianas han indagado en la embajada rusa, pero no tienen constancia de su existencia. No lo conocen, no está registrado nadie que se llame Igor Kozlov por lo que se sospecha no sea su verdadero nombre.
Numerosos mediadores sociales lo han visitado en el hospital romano para tratar de identificar su nacionalidad, pero el hombre no habla lengua alguna, solo algunos sonidos guturales y se ignora si tiene capacidad de entendimiento. Desde inmigración no responden a las solicitudes del hospital, mientras transcurren los días de este hombre, el hijo de nadie, sin memoria, sin identidad.