La fiesta en el piso patera que acabó en asesinato machista: alega que la mató en defensa propia

Un hombre estranguló a su mujer el domingo por la noche y luego se entregó en una Comisaría, asegurando que ella lo quiso apuñalar primero

La fiesta en el piso patera que acabó en asesinato machista: alega que la mató en defensa propia - EL ESPAÑOL
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Según informa David López Frías en EL ESPAÑOL, el 17 de la calle Solsona (Badalona) es un edificio de cinco plantas. Cada piso tiene 140 metros cuadrados. Son pisos grandes… pero no tan grandes como para que dentro vivan 17 personas. 17 guatemaltecos que pagan 100 euros por cabeza a los propietarios chinos. 100 euros al mes por persona para que les dejen ocupar, en condiciones inhumanas, un trocito de estos pisos patera.

Entre los habitantes había un matrimonio de Guatemala. 40 años tenía ella, 48 años tiene él. La madrugada del domingo al lunes, él la estranguló y la mató. Luego fue por su propio pie a entregarse a los Mossos d’Esquadra. Sostiene el homicida confeso que lo hizo en defensa propia. Que fue su mujer la que intentó liquidarlo a él primero. Que ella agarró un cuchillo de grandes dimensiones e intentó apuñalarlo, pero que él logró esquivarla. Y que entre el forcejeo y la rabia, la cosa se le fue de las manos y la acabó matando.

Nadie sabe, por el momento, cuánta verdad hay en esa declaración. Nadie lo sabe porque nadie los conocía. Ni en el barrio ni en la calle. Ni siquiera estaban empadronados en la ciudad. No existen denuncias previas por malos tratos. Esa mujer no había pedido ayuda a las instituciones. En el Ayuntamiento la han definido como “una víctima invisible”. Además, aunque a él sí que lo habían visto alguna vez emborrachándose en el bar de abajo, a ella los vecinos de la calle ni siquiera le ponen cara. Una mujer que, a efectos prácticos, no existía.

Un edificio en ruinas

El bloque de pisos está en estado ruinoso. Las paredes se caen a trozos. La ropa está tendida en el interior de los rellanos. En las escaleras hay basura y suciedad por todas partes. Las condiciones de vida son insalubres. La mayor parte de los inmuebles están ocupados. Hay gente de muchas nacionalidades y nunca hubo problemas. En el bajo viven españoles. En el primero y en el tercero viven rumanos, en el cuarto marroquíes y en el quinto pakistaníes. “Gente de todas partes. No había ningún problema hasta que llegaron ellos”, asegura el vecino rumano del primero, que tiene aparcado en el rellano su carrito de Supermercado Sorli con el que recoge chatarra.

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