Ferrol, el otro cadáver del Caudillo Franco: hasta Zara ha huido de la ciudad

El antiguo jefe de Estado está a punto de ser exhumado del Valle de los Caídos. La localidad coruñesa donde nació parece un lugar fantasmal

Ferrol, el otro cadáver del Caudillo Franco: hasta Zara ha huido de la ciudad - MONICA FERREIRÓS / EL ESPAÑOL
photo_camera Ferrol, el otro cadáver del Caudillo Franco: hasta Zara ha huido de la ciudad - MONICA FERREIRÓS / EL ESPAÑOL

Según informa Brais Cedeira en EL ESPAÑOL, a una ciudad casi siempre la retratan sus sonidos. Dos bastaban para definir a Ferrol: cada mañana, el bramido atronador de la bocina de los astilleros de Bazán (actual Navantia) despertaba y ponía a todos en pie con su potencia. Poco después, miles de trabajadores salían de sus casas y descendían en procesión hacia la zona del puerto para una nueva jornada de trabajo. Mientras seguían la senda del astillero, las salvas disparadas por la Marina desde el cuartel de la Armada atronaban en el cielo y acababan de espabilar a la ciudad. La industria naval y la militar despertaban de la mano a los ferrolanos. Las calles bullían aquellos años, con la alameda repleta de gente que salía a pasear y a hacer vida en la calle. La bocina y las salvas ya no se escuchan en la ciudad. Lo que impera ahora es el silencio. También el pesimismo.

No es un secreto que la ciudad languidece desde hace años a todos los niveles: industria, población, economía y vivienda. La puntilla se produjo meses atráscuando el pasado febrero cerró el Zara que había en la calle Real, justo enfrente del ayuntamiento. Se trató de hacer cambiar de opinión a la empresa gallega pero no hubo manera. Aquel lugar no era rentable, así que la empresa decidió echar el cierre a la tienda y marcharse para instalarse en el centro comercial de Odeón, en Narón.

El hecho llenó de desánimo a sus habitantes. Era la enésima comprobación de que puede que nada cambie en Ferrol, una urbe que ha perdido un tercio de su población en apenas treinta años. Una ciudad cuyo casco antiguo está repleto de escombros, casas abandonadas, viviendas derruidas y donde a las cuatro de la tarde no se escucha un solo sonido por las callejuelas. Sus oxidados balcones apenas se adornan con el musgo podrido que cuelga en ellos desde hace ya mucho tiempo.

Justo cuando los restos del dictador Franco están a punto de exhumarse, EL ESPAÑOL recorre su Ferrol natal, antiguo Ferrol del Caudillo, en busca de las razones por las que todo se encuentra como se encuentra: accedemos al interior del territorio de La Armada, deambulamos por las calles vacías con los protagonistas de la ciudad, conocemos los entresijos de los astilleros. Comprobamos cómo, de algún modo, el Ferrol de hoy se trata de una ciudad sin futuro, una suerte de cadáver urbano. Los vecinos dicen de ella que es una ciudad muerta.

Una ciudad sin gente

“Aquí solo falta la zarza esa, sabes, la que sale en las películas de vaqueros rodando por el desierto”. Fernando apura la cerveza junto a varios compañeros de antes de comer con la mirada caída y la derrota en la palabra. Están en la puerta de uno de los bares de la ciudad. Trabaja como comercial para una marca de refrescos en la zona y conoce bien la amarga situación que se vive en la ciudad. Todos ellos coinciden: hace bastantes años que la ciudad no parece tener arreglo.

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