Una enferma de anorexia cuenta su calvario: 'Tenía dos opciones: recuperarme o morir'

Una enferma de anorexia cuenta su calvario: 'Tenía dos opciones: recuperarme o morir'
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Según recoge Informativos Telecinco, Cassie Glaister, de 22 años, ha hablado sinceramente de su batalla contra la anorexia. “Tenía dos opciones: recuperarme o morir”, ha dicho esta joven australiana. A pesar de que le encantaba cocinar nunca se permitía probar sus platos. Glaister bajó dramáticamente de 63 kilos a sólo 37 en tres años.

La joven de Kiama, una localidad australiana, cuenta que su peso llegó a caer hasta los 37 kilos. Todo comenzó con solo 18 años, cuando Cassie Glaisteratravesó un mal momento, se refugió en la comida y comenzó a engordar.

En aquel momento tenía una “baja autoestima”, cuenta en una entrevista al diario Daily Mail, y decidió restringir su comida para intentar bajar peso. Lo que comenzó como una dieta saludable “se le fue de las manos” y terminó en anorexia.

Con 166 centímetros de alto, bajó dramáticamente de 63 kilos saludables a sólo 37 en tres años.

Esta joven de 22 años cuenta que sintió mucha presión en las redes sociales. “Pasaba horas en Instagram comparando mi cuerpo con el de modelos perfectas”, explica. “Estaba insegura y era perfeccionista y  exagerada”, dice. Además, Glaister se comparaba constantemente con las personas que le rodeaban.

Glaister sufrió osteopenia, tensión baja, azúcar y una función hepática elevada. "A medida que iba empeorando, me di cuenta de que la pérdida de peso no me convertía en una persona digna, pero no podía detener mi enfermedad. Empecé a verme fea pero seguía bajando de peso solo para castigarme”, ha explicado.

"Utilicé aplicaciones para asegurarme de que nunca comía más de 1.200 calorías al día y evitaba eventos sociales y quedar con amigos. También me encantaba cocinar comida para mi familia, pero nunca me dejaría probar nada de eso”, ha admitido la joven.

Una noche, Glaister se desmayó al volante de su coche cuando iba al gimnasio. Ahí fue cuando admitió que “necesitaba ayuda”. Acudió a sus padres y a su médico de cabecera porque se dio “cuenta de que solo tenía dos opciones: recuperarme y ganar peso, o morir de mi trastorno alimentario".

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