La caravana de la vergüenza Huelva-Tánger: así han sacado a las jornaleras que denunciaron abusos

“Se están quitando de encima a las incómodas”, dice una temporera que ha salido de una finca de fresas esta misma semana. "Cada día, una manijero nos metía mano". EL ESPAÑOL acompaña a varios autobuses cargados de mujeres marroquíes que las empresas, bajo el argumento de que se ha acabado la temporada, devuelven a su país

La caravana de la vergüenza Huelva-Tánger: así han sacado a las jornaleras que denunciaron abusos - MARCOS MORENO / EL ESPAÑOL
photo_camera La caravana de la vergüenza Huelva-Tánger: así han sacado a las jornaleras que denunciaron abusos - MARCOS MORENO / EL ESPAÑOL

Un reportaje de Andros Lozano publicado en EL ESPAÑOL

*Por petición expresa de las mujeres que aparecen en este reportaje, hemos cambiado sus nombres para proteger su identidad. Accedemos por dos motivos: porque la mayoría quiere volver el año que viene a trabajar en los campos de fresa de Huelva -aunque en otras fincas- y porque en su país de origen tienen miedo a quedar estigmatizadas.

Cuando Daiza se bajó del ferry que la traía de Tarifa (Cádiz), una hermana y el marido la estaban esperando en el puerto de Tánger (Marruecos). Tras descender de la embarcación, Daiza se abrazó a su hermana. Arrastraba una maleta llena de ropa. En la mano llevaba una bolsa con regalos para sus dos hijos. De repente, Daiza rompió a llorar pese a que durante la travesía por las aguas del Estrecho se había prometido no venirse abajo al reencontrarse con su familia.

- ¿Qué te pasa?- preguntó la hermana de Daiza.

- Nada, ya os contaré.

Daiza es de un pueblo del interior de Marruecos. Está a cinco horas por carretera de Tánger. Ella, de 34 años, es una de las alrededor de 17.000 jornaleras marroquíes contratadas en origen este año para trabajar en los campos de fresas de la provincia de Huelva. Daiza ha sido de las primeras en volverse. Todavía quedan muchas por hacerlo, aunque según los empresarios onubenses del sector la temporada ha llegado a su fin y la vuelta a casa de todas ellas se va producir de forma escalonada en los próximos días.

Daiza cuenta por teléfono que “se están quitando de encima a las incómodas”. El Sindicato Andaluz de los Trabajadores (SAT) asegura que están devolviendo a su país de forma apresurada a las que quieren denunciar abusos sexuales o incumplimiento en las condiciones laborales. El sector fresero explica que las salidas de temporeras de las fincas ya estaban planificadas. Pero ¿quién dice la verdad en unas tierras donde, al cabo de solo unas horas, uno se percata del oscurantismo que existe aquí y que ciertos temas son tabús?

Daiza, viuda, cuenta su historia a EL ESPAÑOL un día después de volver a Tánger. Llegó a su casa de madrugada. Realizó el trayecto en el coche de su cuñado. Al llegar a su hogar, se abrazó a su hija de cuatro años y a su hijo de diez. Les dio un beso y, según explica, de nuevo rompió a llorar.

“En Huelva lo he pasado muy mal. Casi cada día, nuestro manijero nos metía mano. Si no a mí, a alguna de mis compañeras”, dice Daiza. “Yo no me atreví a denunciar. Quiero volver el año que viene. Espero encontrar una empresa que me trate mejor”.

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