El caballo cabalga de nuevo por las calles: vidas tiradas en tres barrios enganchados

Aumenta el consumo de heroína, una sustancia que este año ha batido récord de producción mundial y de incautaciones en nuestro país

El caballo cabalga de nuevo por las calles: vidas tiradas en tres barrios enganchados
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Según informa David López Frías en EL ESPAÑOL, le llaman Billy, mide 1,90, tiene unos enormes ojos verdes, espaldas anchas y larga melena rizada. Dicen que era muy guapo. Ahora no. Ahora sólo tiene dos dientes, VIH y las venas destrozadas. Tiene 41 años, pero aparenta muchos más porque lleva 3 enganchado a la heroína. “Vivo en la calle pidiendo. Lo que me dan me lo meto por la vena. Si me dan comida, me alimento. Si no, pues no. Es triste, pero es lo que hay. Ahora mismo le doy prioridad a chutarme que a comer” confiesa.

Caballo, jako, jamaro, colacao… La heroína está en auge en todo el mundo. Afganistán, el principal productor, batió el año pasado su récord de producción. Pakistán y Turquía, los otros dos gigantes del negocio, también están en marcas históricas. En Estados Unidos su consumo ya ha sido catalogado de epidemia. En España, la policía ha logrado marcas históricas de incautaciones en 2017.

Una toxicómana va a ponerse su dosis en una furgoneta abandonada en Badalona

Barcelona es la ciudad que lidera el ranking de decomisos en nuestro país. Su puerto la mayor puerta de entrada de esta droga en nuestro continente. ¿Significa eso que hay un incremento del consumo en Cataluña? Desde el Ayuntamiento de Barcelona lo niegan. “La bolsa de consumidores está estabilizada y bastante controlada. Ningún indicador, ni directo, ni indirecto, nos lo señalan”, aseguran desde la Agència de Salut Pública de Barcelona. Desde la Generalitat lo corroboran: “Ni las encuestas de consumo, ni las peticiones de tratamiento nos indican que haya subido el consumo”, tranquilizan.

La ruta del caballo: galopando por la costa

Pero hay tres barrios donde los vecinos no piensan igual: Sant Roc (Badalona), La Mina (Sant Adrià del Besòs) y El Raval (Barcelona).Tres barrios alineados en la costa, a algo menos de diez kilómetros de distancia. En los tres sitios hay unanimidad: “Vuelve a haber yonkis consumiendo en la calle como hace años que no veíamos. Y el que diga que noes porque no vive aquí y no los sufre”, juran en las tres zonas. En algunas, como El Raval, este repunte ha derivado en un nuevo negocio: los narcopisos. Son puntos de distribución de droga donde el toxicómano también puede quedarse y consumir. Hay habitaciones habilitadas para ello.

Tanto en El Raval como en La Mina hay alternativas legales donde colocarse con seguridad. Son las Salas de Disminución de Daños, conocidas vulgarmente como “narcosalas”. Espacios habilitados por la administración pública en los que los toxicómanos pueden consumir con seguridad e higiene, comer algo y ducharse. Pero estos espacios también tienen limitaciones porque no están abiertos las 24 horas del día. Fuera de estos horarios, los drogadictos de El Raval se inyectan en los narcopisos. En La Mina se van a la vía del tren. En Sant Roc directamente no hay 'narcosala', así que los toxicómanos tienen que inyectarse dentro de una furgoneta abandonada. Así es el día a día de los yonkis en los barrios de la ruta del caballo.

SANT ROC

Municipio: Badalona

Habitantes 13.400

Fundación del barrio: 1966

El barrio de Sant Roc fue fundado en 1966 para acoger a los habitantes del poblado chabolista del Somorrostro. Hace frontera con Sant Adrià y para muchos es la prolongación del gueto de La Mina. El barrio siempre ha estado castigado: sus gentes, por el desempleo y las drogas. Sus edificios, por la aluminosis. Ahora, el caballo vuelve a correr por sus calles. La presencia de 'jako' fue la clave, hace dos meses, de la incautación del mayor alijo de heroína de la historia de España. La Policía detuvo en ese barrio en noviembre a dos dominicanos con 43 kilos de heroína. Tirando del hilo llegaron a un almacén del puerto de Barcelona con el resto del alijo. En total, 331 kilos, 10 millones de dosis, 120 millones de euros en el mercado.

¿Ha vuelto el caballo a las calles? “El que te diga que no, miente”, asegura un gitano apostado en un Ford Focus tuneado. “O miente, o no ha pasado por aquí en su puta vida. Sólo tienes que acercarte debajo del puente de la autopista y buscar 'la furgo'. Luego ya me dices”, sentencia.

La furgoneta abandonada

Debajo del puente de la autopista hay una furgoneta abandonada. En el suelo, jeringuillas ensangrentadas, cazoletas usadas y muchísima suciedad. Lo que no hay es una sola colilla, porque se cotizan mucho entre los toxicómanos. Precisamente es lo que hacen Bárbara e Iván; recoger colillas. Son dos toxicómanos que antes de prepararse la dosis adecentan la furgoneta. La frecuentan a diario decenas de yonkis, porque en Sant Roc no hay narcosala. “Algunas mañanas sí que viene una furgoneta amarilla de una asociación. Nos dan jeringuillas y nos dejan 'ponernos'. Pero últimamente yo no la he visto. Y cuando tienes que drogarte por la tarde. ¿qué haces?. Pues buscarte la vida. Yo prefiero hacerlo aquí escondida que en plena calle a la vista de todo el mundo”, cuenta Bárbara, heroinómana de 44 años.

“A mí me enganchó mi marido cuando yo tenía 20 años. El primer pico me lo metió cuando yo estaba durmiendo. Al poco empecé a consumir cada día. Mi marido entró preso y ahí sigue. 26 años le cayeron. Yo también fui para dentro 11 años, por tráfico y por tenencia ilícita de armas. Por una pistola que era de mi marido, pero que como estaba en casa también me comí yo. Estando en el talego no consumí. Cuando salí, me junté con otro hombre que me maltrataba y también era toxicómano. Me volví a enganchar. La droga me ha hecho muy desgraciada. Tengo un hijo que no quiere ni verme y una perrita a la que tuve que dejar en el centro de recogida de animales cuando me ingresé en una granja de desintoxicación. En la granja sólo me dejaron estar siete días. Salí, me volví a enganchar y ya no vi más a mi perrita”, dice y se pone a llorar.

“Aquí el caballo ha matado a mucha gente. Por eso los gitanos que trafican en este barrio sólo pasan cocaína. No dejan que venga gente a vender heroína. Si se enteran hay problemas. Pero ahora hay dominicanos y pakistaníes que sí que pasan caballo. Desde que llegaron ha subido un montón el consumo. Vienen yonkis de Barcelona y Santa Coloma aquí. Cuando viene la furgoneta amarilla se montan unas colas enormes.”, cuenta Bárbara.

Contagiado con una chuta del suelo

Iván es ucraniano, tiene 38 años y se inyecta heroína desde hace 3. Vino a España hace 6, trabajó en la metalurgia y se enganchó al caballo con un compañero de trabajo: “Íbamos cada mañana con la furgoneta a pillar al barrio de la Trinidad antes de empezar a trabajar”.

Ahora no trabaja. Pide y a veces roba. Tiene hepatitis C. “Yo creo que me contagié usando una chuta usada del suelo. Cuando tienes el mono no lo piensas. Tu única preocupación es un pico, coges la jeringa, te lo metes y ya está”, dice resignado, apurando una colilla. Está muy débil. Confiesa que le da un poco de asco inyectarse en esas condiciones. “Pero es que aquí no hay narcosala. Por eso a veces, si alguien me lleva o estoy fuerte para caminar, me voy hasta El Local de La Mina”.

LA MINA

Municipio: Sant Adrià del Besòs

Habitantes: 10.200

Fundación del barrio: 1969

Por las calles de La Mina conducía coches robados El Vaquilla en los 70, subido a un cojín porque era sólo un crío que no llegaba a los pedales. Es un barrio creado en 1969 par acoger a los habitantes de los poblados chabolistas de Campo de la Bota, Pequín y Can Tunis. Tal vez sea el barrio marginal por antonomasia de Cataluña. El 'jako' hizo estragos en el barrio en los 80. En los últimos años parecía que la cocaína y las drogas sintéticas habían enterrado definitivamente al caballo. Ahora vuelve a galopar.

“¿Que no hay caballo en La Mina? Como hace años que no se veía. Vaya usted a la vía del tren y cuente las jeringas. Con cuidado de no pincharse… y de que no le peguen el palo”, advierte un vecino. En efecto; la vía del tren, bajo el puente de La Catalana, es uno de los lugares elegidos por los toxicómanos para picarse las venas, por ser el más escondido del barrio. La última Nochebuena, un individuo mató a su novia y arrojó allí el cadáver.

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