El bulo de los chicles cancerígenos de Mercadona: radiografía de un disparate

Un post que se ha compartido en Facebook casi 2.000 veces afirma que la goma de mascar del conocido supermercado es poco menos que veneno

El bulo de los chicles cancerígenos de Mercadona: radiografía de un disparate - EL ESPAÑOL
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Según informa José Andrés Gómez en EL ESPAÑOL, resulta curioso que, en una época como ésta, en la que los alimentos son más seguros que nunca, haya gente que siga creyendo en conspiranoias y que difunda todo tipo de bulos contra productos de supermercado que han sido sometidos a rigurosísimos controles de seguridad. Las sospechosos habituales suelen ser, cómo no, los aditivos, unas sustancias que no poseen valor nutritivo por sí mismas pero que se utilizan en la industria para distintos fines: desde mejorar el proceso de elaboración de un producto hasta potenciar su sabor o prolongar su durabilidad.

El último bulo quimiofóbico que campa a sus anchas por la red dice que los chicles que se venden en Mercadona son poco menos que el demonio y que hay que evitar consumirlos a toda costa. Lo denunciaba en Twitter hace unos días Gemma del Caño, farmacéutica, experta en seguridad alimentaria y divulgadora.

Según La Fuerza de la Unión, que así se llama el grupo que ha difundido esta mentira a través de un post compartido cerca de 2.000 veces en apenas siete días, la goma de mascar de Hacendado contienen distintas sustancias como el óxido de titanio, el aspartamo, el acesulfamo k, o la sucralosa que la convierten casi en veneno. Según este grupo, estos aditivos pueden producir desde "trastornos en el cerebro" o "ceguera" hasta "tumores cerebrales o de riñón". Ahí es nada. Pero no, no es verdad que estas sustancias sean capaces de provocarnos semejantes daños.

La respuesta corta para desmontar este bulo tiene poco de química y mucho de lógica: si estas sustancias fueran tan sumamente dañinas, su utilización por parte de la industria alimentaria estaría prohibida desde hace años. La respuesta rigurosa, científica y detallada para desmontar los efectos perniciosos de estos aditivos la da Mario Sánchez (aka Sefifood), especialista en tecnología de los alimentos y también divulgador.

Empecemos por el principio: ¿qué es el óxido de titanio (E-171) que incorporan los chicles? "Se trata de un colorante que se extrae a partir de minerales y cuyo uso se destina a productos cosméticos y alimenticios ya que les aporta un atractivo color blanco", asegura Sánchez. Tal y como explica el experto, este aditivo, que también se utiliza en la fabricación de tabletas de chocolate o golosinas, ha suscitado cierta polémica en algunos países ya que un estudio publicado el año pasado lo relacionó con el cáncer. "Sin embargo, tal y como señalan las últimas revisiones de la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria), este aditivo no es problemático ya que su absorción en nuestro organismo es bajísima", matiza Sánchez.

El aspartamo es otra sustancias que incluyen los chicles y que ha sido calificada como "muy peligrosa" por los autores del post. De él se dice que "es tóxico para personas con bajas concentraciones de hierro, que padezcan la enfermedad de Kidney o que tengan fenicetonuria". Además, señalan que puede provocar mutaciones en el feto, tumores cerebrales o de riñón y mama, cambios de humor y convulsiones. Ahí es nada.

Tal y como indica Sánchez, el miedo al aspartamo es una cosa que "huele ya a viejuna" ya que hace algunos años se difundió el bulo de que era cancerígeno. Pero no es cierto. El aspartamo es una sustancia que está perfectamente regulada dentro de la industria alimentaria y que ha sido objeto de estudio en numerosas ocasiones. "Como curiosidad, la ingesta diaria admisible (IDA) del aspartamo es mucho mayor que la de stevia. Esto quiere decir que el aspartamo tiene un mayor margen de consumo, una cosa bastante curiosa si tenemos en cuenta que la stevia se percibe muchas veces como el edulcorante más 'natural' que existe y, por lo tanto, como el mejor. Y no tiene mucho sentido", confirma el especialista.

Según explica el experto, la IDA es una medida establecida para controlar la seguridad de algunos aditivos, "sólo los que presentan estudios que indican problemas de salud en grandísimas dosis y que no se alcanzan ni de lejos con el consumo habitual". La ingesta diaria admisible pasa por varios factores de seguridad que, al final, acaban reduciendo la dosis marcada por los estudios científicos para que podamos estar "más que tranquilos".

"Y lo de la enfermedad de Kidney, que suena tan chungo, ¿qué?", te estarás preguntando. "Lo de la enfermedad de Kidney es de traca", dice el tecnólogo. "No existe ninguna enfermedad con ese nombre. Simplemente se refiere a la enfermedad renal, ya que ‘kidney’ significa riñón en inglés. Esto nos da una idea bastante precisa de la fiabilidad que tiene este post".

Del acesulfamo k y la sucralosa que incorporan los chicles de Mercadona y otros tantísimos alimentos y productos sin azúcar se dice, entre otras lindezas, que pueden provocar cáncer, depresión, problemas gastrointestinales y hasta convulsiones. Sánchez explica que ambos edulcorantes, como el resto de aditivos, son perfectamente seguros, aunque pueden llegar a alterar el "umbral del dulzor". "Esto hace que, a la larga, dependamos cada vez más del sabor dulce. Pero más allá de eso, no debemos preocuparnos por ningún daño directo hacia nuestra salud", asegura el especialista.

Por último, Sánchez advierte de que la quimiofobia es el principal arma que utilizan este tipo de artículos y publicaciones impulsados de forma viral por el miedo, pero que no tienen base científica alguna. ¿Es posible sacar conclusiones de un estudio en el que se señala que un aditivo puede ser perjudicial? El especialista niega la mayor debido a que "todos los estudios que se llevan a cabo sobre aditivos están desarrollados en modelos animales", por lo que es muy difícil extrapolar los resultados a los humanos. "Por ello si un estudio dice que un aditivo causa cáncer en ratones, habrá que ver en qué dosis y en qué condiciones se ha producido esto, ya que es prácticamente imposible que se vayan a reproducir las mismas en un organismo humano", finaliza. Bulo desmontado.

Fuente: EL ESPAÑOL

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