HÁBLAME DE SEXO

Azcona: “Los de izquierdas son malos folladores: si el discurso es liberal, el sexo es racional”

"Soy hijo de una prostituta y he sido prostituto para entenderla" / "Puedo hacer que un hetero eyacule en un minuto, pero tienen terror al placer anal"

Azcona: “Los de izquierdas son malos folladores: si el discurso es liberal, el sexo es racional” - CLARA RODRÍGUEZ / EL ESPAÑOL
photo_camera Azcona: “Los de izquierdas son malos folladores: si el discurso es liberal, el sexo es racional” - CLARA RODRÍGUEZ / EL ESPAÑOL

Una entrevista de Lorena G. Maldonado publicada en EL ESPAÑOL

Esta entrevista empieza en el segundo vermú, como las expiaciones dialécticas. Abel Azcona es un artista extremo y herido de vida, por eso expresa el mundo en su versión más descarnada y honesta: se le nota hasta en la forma de alzar los ojos, de entrelazar los dedos, de desnudarse verbalmente. Se despioja de dolores, se estudia, se escruta, se expone, se aprende. Hijo de prostituta y prostituto travestido -en ejercicio trans para entender a su madre-, niño abusado, adolescente brillante e incómodo que arrastraba viejos patrones, adulto consciente de sí mismo, creador punzante y sangrante como una raspa en el ojo. 

Charlamos sobre sexo con el hombre que denuncia hilvanando hostias consagradas -y construye la palabra “pederastia”-, el ateo insoslayable, el ser extraño y lúcido que sólo sabe nadar a contracorriente, que sólo sabe vivir en el filo. 

¿Qué es el sexo para Abel Azcona y qué importancia tiene en la vida? 

Ha sido algo que he tenido que trabajar durante años, porque fue algo muy negativo en mi experiencia vital. He tenido que empoderarme, trabajar mucho personalmente y hacer un proceso de larga duración con una temporada totalmente asexual por “miedo a”. Ha llegado un momento en el que he aprendido a conocerme, a hacerme fuerte y a utilizar la sexualidad de forma positiva, incluso placentera. 

Háblame de esas experiencias malas que tuviste. 

Estoy marcado por el abuso sexual infantil que sufrí de los 3 a los 5 años. No algo explícito: era una persona que te humillaba, te tiraba del pene; una prostituta del entorno intrafamiliar. A partir de ahí detecté en mí un diagnóstico: la repetición de patrones a través de historias adversas. Entonces lo que yo hacía con 8, 13, 15 años, era irme a sitios donde sabía que había “vicio” y repetir patrones de abuso. Por ejemplo, a los 14 años me iba a zonas de cruising y me dejaba tocar por viejos de 70. Ahora por suerte controlo más la situación, pero también sé que aquello era abuso sexual infantil por mucho que yo me dejara y yo fuese voluntariamente: era un niño. Esas repeticiones del patrón me ha costado mucho dejarlas. Tengo una familia de adopción que lo ha negado siempre todo. De hecho, hace poco, en una conversación con mi madre adoptiva por teléfono, me reconoció que sabía algunas cosas que nunca me había dicho. Fue como que vi la luz, porque siempre ha sido como…

Lo has vivido de alguna manera solo, en tu cabeza. 

Sí. Y tenía terrores nocturnos de niño. Soñaba con abusos sexuales siendo niño y luego, al día siguiente, pensaba que lo había vivido de verdad. Tenía que estar con medicación. Fue muy jodido. 

¿Cuáles eran tus pensamientos entonces y cuáles lo son ahora respecto a ese drama? ¿Cómo te lo explicas a ti mismo?

Cuando hacía esas repeticiones era muy complicado, porque me dejaba totalmente tocado. Yo vivía en la performance como vivo ahora: me hacía daño a mí mismo para luego intentar colocar, pero no colocaba las cosas del todo, porque evidentemente no tenía los conocimientos necesarios, ni las aptitudes, ni los recursos. Ahora tengo la suerte o la desgracia de que trabajo con el sexo públicamente en la performance y mucha gente de mi entorno está concienciada con el tema. Creo que he conseguido crear una especie de equilibrio afectivo-sexual medianamente estable. 

Todos somos un poco inestables. 

Sí, y yo el primero, pero en las relaciones personales afecta mucho lo sexual. Uno de mis mayores problemas durante años con mis parejas ha sido que el sexo sólo me gusta los primeros meses. Luego hay un momento en el que no quiero. 

¿Rechazo?

Sí, por la repetición del patrón, siento que es abuso de nuevo. Con todas mis parejas me pasa a los nueve o diez meses del comienzo de la relación. Al año dejo de tener sexo y se acaba rompiendo la pareja. Me ha pasado como 16 veces.

¿Hay algún método para que eso no suceda?

Romper la pareja. Yo no tengo problema, porque no tengo necesidad de tener pareja. No creo en las parejas, de hecho, no creo en el concepto del amor romántico, me parece dañino, me parece muy de Vox. Pero claro, lo que me pasa es que no tengo padre, no tengo madre, no tengo nada, y al no tener nada llega un momento en el que busco un vínculo de alguna forma. Tengo conexiones insanas con mis parejas, porque creo que las convierto en algo más de lo que debe ser una pareja. Obviamente, aunque no crea en el amor romántico, tengo relaciones tóxicas como todo el mundo. Tengo un discurso y unas ideas hiperfeministas pero la propia experiencia me hace decirme “si necesitas alguien al lado es porque respondes a patrones que tienen que ver con el daño psicoafectivo”. Por eso antes de empezar con una persona saco toda mi mierda: siempre aviso y explico todos mis procesos, y a todo el mundo le parece una pasada, pero claro, cuando se meten dentro no es tan fácil.

¿No sigues enamorado de alguna de esas relaciones? 

Enamorado no. Yo no me he enamorado nunca. 

¿Nunca?

No. ¿Qué es el amor?

Dímelo tú.

Para mí el amor es un trastorno del apego. Es una forma más de expresar que la vida es muy complicada y tenemos un montón de taras. Por eso llega un momento en el que encuentras a una persona en la que sientes que puedes arraigarte y transmitir todas esas taras mutuamente y hacer una especie de mejunje ahí chungo. Es un trastorno porque se nos ha vendido como algo ideal, como algo perfecto, y hemos construido una sociedad capitalista y patriarcal que tiene que ser edificada en pareja, porque si no eres un paria. Esto no funciona. De hecho, ahora somos muy rápidos. Las parejas se separan enseguida y el 80% se divorcia. 

¿Qué importancia tiene la belleza?

Yo creo que la belleza es como el amor en ese sentido, pertenece a una subjetividad. Y es lo más bonito, que las cosas sean subjetivas. La belleza es absolutamente subjetiva. De hecho, yo tengo unos cánones de belleza muy particulares. Lo que a mí me gusta para la mayor parte de mi entorno no sería bello, pero quizá esa es la gracia que le encuentro. Tengo unas filias un poco complejas. 

Pero tú eres canónico. 

Eso ya no lo sé, no me voy a meter, que bastante complejos he tenido. 

¿Cuáles son tus cánones?

Tengo temporadas muy raras. Por ejemplo, cuando viví en Brooklyn me gustaban las mujeres negras y gordas. Me encantaban. Con cuatro copas me atrae casi todo. No hay mayor problema: me he ido de borrachera, y si me gusta alguien lo subo a casa, y si me apetece follo y si no, no, si ese día tengo movidas mentales en la cabeza igual no puedo. A veces me apetece y me deja de apetecer. Tengo la cabeza loca, y a veces no gozo. Yo soy la típica persona que nunca me llevaría a casa. 

¿Cómo afectan las drogas al sexo?

Pues depende. Si vas drogado desde las siete de la tarde y acabas ligando a las siete de la mañana no se te va a levantar. A mí me pasa mogollón lo de ir a hoteles y que luego no se me levante. Pero bueno, ya que estás te quedas a dormir y ya echas el mañanero, que siempre funciona. 

¿Cuál fue tu primera experiencia sexual consentida y deseada? 

Con 19, que supongo que es tarde. Con 14 y 15 había hecho cosas, sexo oral, etc, pero la penetración fue un día antes de cumplir los 19 con una pareja que tenía. Su abuela estaba en una residencia y fuimos a su casa, que era la típica casa medio abandonada con los muebles tapados con sábanas, era horrible, me acordaré siempre de ese lugar. 

¡Es teatral! 

Si, pero… (risas). También recuerdo una experiencia con 16. Mi familia adoptiva me había comprado una cama-barco y la chica estaba arriba esperándome, pero yo estaba muy nervioso, me ponía el condón y cuando subía ya se me había bajado. ¿Sabes esas camas que subes por una escalera y bajas por un tobogán? Ella estaba tumbada en plan estrellita… yo muy torpe. Así que después de la quinta pensada lo dejé para más adelante. 

¿Qué carencias ves en la educación sexual de los niños? 

Mira, dimos unas conferencias en Suiza a favor de hablar de la violencia sexual también a los niños. Yo creo que un niño desde los 6 o 7 años ya tiene derecho a conocer lo que es el abuso sexual, para protegerse. A un niño se le puede explicar perfectamente que tenemos penes, vaginas, que se lubrica, que se da a luz, porque la carga sucia del sexo la ponemos nosotros. El sexo no es enfermo ni vergonzoso. Los niños ven los Simpsons: ven borrachos, ven sexo, ven de todo. Es mejor que esa información le llegue de manera adecuada por parte de los adultos.

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