Aura Garrido: 'Yo soy actriz para contar historias, no para enseñar las tetas'

"Nunca me había planteado el uso externo de mi cuerpo, pero de repente empecé a trabajar y descubrí que mi cuerpo no me pertenecía a mí, sino a unos productores y directores", cuenta la actriz a EL ESPAÑOL

Aura Garrido: 'Yo soy actriz para contar historias, no para enseñar las tetas' - EFE
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Según informa Lorena G. Maldonado en EL ESPAÑOL, Aura Garrido es la actriz total, justo esa clase de artista que la España de 2018 añora: una intérprete que combina el talento, la intención, la conciencia social, la marca de los propios límites y el discurso solvente y convencido, sin excentricidades pero también sin oportunismos. Guarda pureza en el gesto, pero a la vez es de una belleza oscura y compleja, propia de una mujer de relieve que se interroga y escruta el mundo continuamente a partir de sus personajes. Ahí su peso dramático en películas como StockholmLa reconquista, La niebla y la doncella, La piel fría o series como Ángel o demonio o El Ministerio del Tiempo. Esta última se ha hecho con el Premio Platino a Mejor Serie en la gala celebrada el pasado domingo en Cancún, México, y que reúne las propuestas más enjundiosas del cine iberoamericano.

Es ahí donde EL ESPAÑOL tiene la oportunidad de hablar con la actriz que de niña soñaba con ser pirata. “Ahora mismo sueño con hacer algo de humor… tengo unas ganas brutal de que me llegue una comedia”, cuenta a esta periodista. Sin perder nunca de vista la óptica feminista con la que asume la selva del arte y del éxito, recuerda que es “de las pocas personas que siempre se ha dedicado a ser actriz, y esto es muy difícil, más en España”: “Muy poca gente puede vivir de su trabajo siendo actor y sé que soy una afortunada. También he tenido suerte en mis papeles, porque me he cruzado con personajes muy interesantes y profundos y con personas empáticas y humanas. También algún cafre, ¿eh?”.

Relata que lo que más le sorprendió cuando empezó a trabajar en el cine “es que se diese por supuesto que las actrices tenemos que enseñar las tetas”: “Esto es algo que yo jamás me había planteado”, explica, con pausa. “Yo soy actriz para contar historias, no para enseñar las tetas. Quiero crear personajes. Nunca me había planteado el uso externo de mi cuerpo, pero de repente empecé a trabajar y descubrí que mi cuerpo no me pertenecía a mí, sino a unos productores y directores. Eran ellos los que decidían si yo enseñaba o no enseñaba”.

Límites (y precariedad)

El problema de fondo, dice, es que a las actrices jóvenes “se las coloca en posiciones complicadas”: “Yo poco a poco he ido aprendiendo con la experiencia, pero a veces es difícil marcar límites o sentir que tienes la capacidad o el valor… no es que te obliguen a hacer cosas, pero se aprovechan de tu vulnerabilidad”. Cuenta que no ha llegado a rechazar un papel por el desnudo gratuito: “He aprendido a marcar mis límites. Y he tenido alguna experiencia desagradable que ahora mismo no quiero compartir, pero bueno, quizá algún día lo haga. Para mí fue muy complicado y cambió mucho cómo me enfrentaba a ciertas cosas y cómo necesitaba marcar límites y ser la dueña de mi propio cuerpo y de mi propio discurso. También he tenido la suerte de poder hacerlo: no todas mis compañeras pueden”, apostilla.

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