'Anglés, el asesino de las niñas de Alcàsser, está vivo. Un marinero le ayudó a escapar del barco'

La exhaustiva investigación de dos periodistas concluye que el asesino de las niñas de Alcàsser no murió ahogado como se creía hasta ahora. Sesenta testimonios, muchos de ellos inéditos, les han ayudado a reconstruir una fuga de película

'Anglés, el asesino de las niñas de Alcàsser, está vivo. Un marinero le ayudó a escapar del barco' - EL ESPAÑOL
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Un reportaje de Brais Cedeira publicado en EL ESPAÑOL

“Aquellos días, todo el mundo hablaba del asesinato de las niñas”.

Rafael (nombre ficticio) llega nervioso a la comisaría de Madrid Centro. Por desgracia, la tarde ha sido para recordar. Es de noche, es 25 de febrero de 1993 y es un día que se desmorona. Acaban de robarle el coche a punta de pistola en la Plaza de Tirso de Molina, en el centro de la ciudad. Piensa en todo lo que acaba de vivir mientras espera en la cola de la comisaría, dispuesto a interponer la denuncia. Cuando llega su turno, le piden que describa al ladrón. Al relatar lo ocurrido, uno de los detalles que ofrece pone a los agentes en alerta y a la comisaría patas arriba. Rafael no le dio demasiada importancia, pero le llamaron la atención las manos de aquel hombre que le había asaltado un par de horas antes: las tenía llenas de arañazos. El detalle resultó crucial.

Casi al instante, se monta un jaleo tremendo en las dependencias policiales. Los agentes introducen a aquel hombre en una sala para tomarle declaración. Sacan unos álbumes enormes, repletos de fotos con las caras de los delincuentes más buscados. Rastrea con la mirada y, de pronto, el hombre se detiene en una foto. Se trata de un rostro duro, con las mandíbulas apretadas, ojos casi rasgados, pálido, blanco como la leche, tráquea marcada en el centro del cuello y pelo negro como el azabache. Eso sí, negro teñido. “Es ese”, advierte. No hay duda. Se trata de Antonio Anglés, el hombre más buscado de España, el asesino huido de las niñas de Alcàsser.

¿Por qué les había llamado la atención a los agentes el detalle de las manos?, les preguntó. Antes de contestarle, le piden a Rafael que empiece a relatar lo ocurrido.

Rafael trabajaba como informático en uno de los ministerios del Gobierno de España. Aquel día había quedado con sus amigos para ver una obra de teatro de Los Morancos, pero antes tenía que pasar a dejar unos papeles en un despacho de abogados cerca de Tirso de Molina. A las ocho y media de la tarde, Rafael aparcó su Renault 21 en una acera de la céntrica plaza de la capital. Subió al despacho, pero ya estaba cerrado. Mala suerte. Ya volveré otro día. Luego todo sucedió muy rápido.

Al acercarse al coche, un individuo le abordó junto al vehículo, le apuntó con una pistola y le dijo: “Métete dentro”. Rafael se puso al volante y el hombre, guantes con los dedos cortados, ropa oscura, revólver pequeño, se situó en el asiento trasero del vehículo, en el centro, para controlarlo todo desde ahí. Durante un buen rato le obligó a dar vueltas y vueltas por la ciudad mientras le apuntaba con la pistola. Al llegar a la glorieta de Embajadores, aquel tipo le dijo que se bajase del coche.

Entonces no lo sabía, pero Antonio Anglés, el fugitivo, uno de los dos asesinos de Alcàsser, acababa de cruzarse en su vida. Esa es la conclusión a la que hoy los investigadores dan bastante fiabilidad. Creen casi al cien por cien en ese testimonio y en que aquel ladrón fue el fugitivo de Alcàsser.

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