Los avances de la fecundación in vitro
El robot que recolecta automáticamente el esperma de los hombres que quieran donar semen en un centro médico se establecía por primera vez en la ciudad de Nanjing, capital de la provincia de Jiangsu, en China. Masturbando a los donantes de forma automática, permite retener la eyaculación como muestra para inseminaciones artificiales, campo en el que se pretende utilizar esta novedad para animar a más personas a hacerlo y facilitar el proceso.
Aunque no ha llegado aquí, España es uno de los países donde más clínicas de fertilidad existen, con más de 400 en datos de 2020. Los tratamientos, que varían en función de la dificultad a la hora de quedarse embarazada y del tipo de procedimiento que se siga, varían entre los 1.000 y los 20.000 euros, también teniendo en cuenta que se pueden requerir varios intentos hasta conseguirlo y que será necesario un seguimiento de la gestación.
Los riesgos de una inseminación ilegal
Aprovechando estas situaciones, que a veces no pueden llevarse a cabo debido a la carga económica que suponen, hay hombres que intentan beneficiarse ofreciendo su esperma a precios baratos, sin intermediarios, o a cambio de sexo gratuito. La mayoría se pueden encontrar por internet, donde no ofrecen ninguna garantía ni seguridad, lo que puede conllevar un amplio abanico de riesgos para las personas que pretenden quedarse embarazadas.
Algunas de estas personas aseguran estar motivadas por el morbo de la situación, por simplemente querer sexo o por supuesto altruismo. Aunque no hay datos oficiales al respecto, se han podido destapar casos de hombres que aseguran haberlo hecho en diversas ocasiones, con más o menos éxito -algunos de ellos están dispuestos a mantener relaciones sexuales las veces que haga falta para conseguir inseminar de forma efectiva-, pero no hablan de los riesgos.
Y es que, reducido a lo más mínimo y quitando el altruismo y demás adornos inservibles que utilizan, se trata de tener sexo con una persona desconocida, sin garantías médicas ni éticas que pueden desencadenar multitud de problemas. Desde enfermedades de transmisión sexual hasta malformaciones en el feto, pasando por presiones durante el embarazo, confrontaciones familiares y dilemas éticos, está claro que no es la mejor opción.