El anticoagulante EDTA, compuesto de algunas vacunas, posible origen de los trombos

El EDTA es un anticoagulante presente en las vacunas de AstraZeneca y Sputnik V
Hospitalizada una mujer de 55 años con trombosis cerebral tras ser vacunada con AstraZeneca
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Según recoge Informativos Telecinco, los raros casos de trombos asociados con la vacunación de algunos de los compuestos anti covid19 siguen siendo el foco de investigadores y estudios, que intentan averiguar la causa de esta relación. Algunos expertos y nuevos estudios están apuntando ahora al anticoagulante EDTA, presente en la vacuna de AstraZeneca, como posible causante de estas trombosis.

El EDTA, también conocido como ácido etilenodiaminatetraacético, es una sustancia química que se adhiere a los iones metálicos como el calcio, magnesio, plomo y hierro. Debido a esto, es usado en medicina para prevenir los coágulos de sangre y para extraer el calcio y el plomo del cuerpo. También puede utilizarse como aditivo en alimentos y tiene propiedades antimicrobianas.

Estos últimos días se está hablando mucho del EDTA, como posible causante de los trombos tras la vacunación. Aunque, además de estar presente en la vacuna de AstraZeneca (de la que se han notificado 142 trombos entre 16 millones de personas vacunadas) también lo está en la vacuna rusa Sputnik, de la cual no se ha notificado ni un solo caso de trombosis.   

Esta misma semana, en el programa Horizonte de Cuatro, Iker Jiménez entrevistaba Andreas Greinacher, el profesor alemán que primero relacionó los trombos con la vacuna de AstraZeneca. En la entrevista Greinacher aseguraba que "Hemos demostrado que la vacuna tiene proteínas que se originan en el proceso de fabricación y no son del virus simplificado. Encontramos que aproximadamente la mitad de esas proteínas de la vacuna se derivan de una célula humana que se utiliza para multiplicar el adenovirus. (…) Hemos observado que uno de los componentes de la vacuna, el EDTA, está presente en concentraciones relativamente altas".

Ahora, una nueva prepublicación, pendiente de revisión por pares, compartida este martes por el propio Andreas Greinacher (investigador de la Universidad de Greifswald), arroja más luz sobre el mecanismo por el que se producen estos trombos, muy poco frecuentes, cuya incidencia se estima en tan solo 1 caso por cada 100.000 vacunados. Aunque la investigación aumenta la lista de posibles 'culpables' y mantiene las dudas sobre si otras vacunas basadas en adenovirus estarán afectadas y cuánto.

Los investigadores creen que algo en la vacuna interactúa con una proteína de las plaquetas llamada factor plaquetario 4 (PF4), lo cual desencadena una reacción autoinmune. Hasta ahora el principal sospechoso era el adenovirus que usa el fármaco para engañar a nuestro cuerpo y convencerlo de generar una respuesta inmunitaria contra el SARS-CoV-2.

Pero antes de acabar en el interior de la jeringuilla, los adenovirus tienen que multiplicarse. Como todos los virus, necesitan crecer dentro de una célula. Ahí reside el primer hallazgo del nuevo estudio: el suero de Oxford/AstraZeneca contiene proteínas no virales que se originan durante el proceso de fabricación. "No son solo del adenovirus, la mitad son derivadas de las células humanas que se usan para que se multipliquen", anunciaba Greinacher en una conversación telefónica con Servicio de Información y Noticias Científicas, dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación..

Los investigadores recurrieron a tres técnicas de imagen para observar los complejos inmunitarios que forma el PF4. Según Greinacher, estos incluyen las proteína del adenovirus, pero "probablemente" también las arrastradas durante la fabricación.

Además, comprobaron que uno de los componentes de la vacuna, el EDTA (ácido etilendiaminotetraacético), presente en cantidades "relativamente altas", provocaba fugas capilares en ratones. Esto explicaría que una inyección intramuscular provocara una respuesta inmunitaria general con formación de anticuerpos.

"Encontramos en todos los individuos afectados anticuerpos contra las proteínas presentes en la vacuna que, cuando entran en el sistema vascular, forman complejos inmunitarios que provocan inflamación", aseguró Greinacher. Esto hace que se activen las plaquetas y se inicie la reacción autoinmune.

"Las conclusiones son muy claras: se forman complejos, el EDTA aumenta la permeabilidad vascular y los componentes del virus causan una reacción inflamatoria", resume a SINC el jefe de Servicio de Hematología del Hospital Universitario Morales Meseguer de Murcia, Vicente Vicente, que no ha participado en el estudio.

"El problema es que se amplía el espectro", comenta el investigador del King's College London (Reino Unido) José Jiménez sobre el nuevo sospechoso que ha entrado en escena. "Han visto el mecanismo en pacientes que lo han sufrido, pero ¿qué pasa en los que no? No sabemos por qué sucede en algunas personas y no en otras", se pregunta Vicente.

"Nos centramos en entender qué componentes de la vacuna pueden ser responsables para prevenirlo en el futuro e informar de aproximaciones terapéuticas y recomendaciones", comentó Greinacher durante la reunión, consciente de que todavía quedan muchas incógnitas por despejar.

¿Qué pasa con las otras vacunas?

El estudio de Greinacher fue realizado con muestras de pacientes de VITT (trombocitopenia trombótica inmune inducida por vacunas) que habían recibido el suero de Oxford/AstraZeneca, pero su hipótesis es que los mecanismos implicados podrían afectar a otras basadas en adenovirus. Poco antes, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) anunciaba un posible vínculo entre estos cuadros infrecuentes y la vacuna de Janssen.

"El siguiente paso debería ser comparar distintas vacunas de adenovirus para ver si son muy diferentes, porque cada una utiliza una proteína S distinta", explica Jiménez. "Si miran uno por uno los componentes de la vacuna y las proteínas del adenovirus para ver cuál se une al PF4 descartarían si es el adenovirus o no".

"Otros investigadores han encontrado que las proteínas de los adenovirus se unen a las plaquetas y al PF4, pero los adenovirus de las vacunas son diferentes entre sí y no estoy seguro de que lo que hemos encontrado sea generalizable a otros", señalaba Greinacher, quien admitía que "hay que estudiarlo y todavía no lo hemos hecho". Consciente de que la vacuna de Janssen también está en el punto de mira, el investigador adelantó que su equipo va a unir fuerzas con la empresa para entender mejor lo que pasa.

Hasta la fecha se han encontrado 8 casos asociados a la vacuna de Janssen, 287 asociados a la de Oxford/AstraZeneca y ninguno conectado con la rusa Sputnik V o con la de la china CanSino. Aunque diversos factores podrían explicar estas diferencias, incluida la capacidad de detección, Greinacher teoriza que la respuesta podría estar en esas proteínas no virales arrastradas en la fabricación, que forman complejos inmunitarios. "No sé si otras vacunas también las tendrán, probablemente tengan menos, por lo que se formen complejos más pequeños que causen menos inflamación" y por lo tanto, una respuesta más suave.

Que el origen del problema estuviera en el procesado de la vacuna podría explicar que no se hayan encontrado casos asociados a la vacuna Sputnik V, cuyos responsables presumen de su producto "altamente purificado" mediante una "tecnología de cuatro fases".

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