Los 14 meses de calvario de Jordi, el electricista que se suicidó antes de su desahucio

Residía como inquilino junto a su mujer y su perro en un piso propiedad del Banco Popular. Intentó obstaculizar el paso a los agentes cuando fueron a echarlo de su casa

Los 14 meses de calvario de Jordi, el electricista que se suicidó antes de su desahucio
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Según informa David López Frías en EL ESPAÑOL, en la calle de las Camelias (Cornellà, Barcelona) hay una fila de vallas en la acera. La que está delante del edificio número 7 está destrozada. Todos los vecinos del barrio de Sant Ildefons se acercan a verla. ¿Qué ha pasado?

- Ha sido el Jordi, que ha caído desde el décimo piso. - explica una vecina con el rostro desencajado.

¿Un suicidio?

- Bueno un suicidio... Lo iban a desahuciar y se ha tirado. Yo creo que esto no es un suicidio. Es un asesinato. - sentencia, haciendo suyo un eslogan de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

Jordi Rodríguez Faure, de 45 años, se quitó la vida el jueves 14 por la mañana. Lo hizo lanzándose por la ventana de su cuarto del 10º-2ª, justo cuando los Mossos d’Esquadra lo iban a desahuciar del piso en el que ha vivido durante 8 años. Electricista, rotulista y un montón de cosas más, Jordi era un manitas sin trabajo fijo que se ganaba la vida como buenamente podía. Sobre todo en los últimos tiempos, cuando ya no tenía contrato. Llevaba 14 meses sin pagar el alquiler, porque las cosas le iban muy mal económicamente. Estaba tocando fondo. Ya sólo se desplazaba en bicicleta y aceptaba cualquier trabajo que le ofrecían, cualquier remiendo que le salía.

Había evitado el primer desahucio

Vivía en Sant Ildefons, un barrio obrero con bloques de diez y doce alturas. Allí residía desde hacía ocho años como inquilino en un inmueble del Banco Popular. La entidad le había notificado que lo iba a poner de patitas en la calle. A él, a su mujer María y a un perro cachorro que vivía con ellos desde hacía unos meses. El banco le mandó la primera carta cuando debía 7 mensualidades. En total acabó dejando a deber 14. Habían esquivado el desahucio un par de veces gracias a la gestión del Ayuntamiento de Cornellà, pero los vecinos no imaginaban que se les había acabado el tiempo.

“Yo últimamente lo veía muy bien. Habían pasado malas épocas. Antes sí que tenía noches en las que llegaba un poco ‘pasado’ y la liaba, que los vecinos le teníamos que llamar la atención. Pero hacía ya cerca de un año que no montaba follón. Estaba mucho más tranquilo… o eso parecía. No hablaba mucho, pero saludaba siempre”, cuenta el vecino del noveno.

A Jordi siempre lo veían dar vueltas por Cornellà con su bicicleta, ofreciéndose para hacer cualquier tipo de trabajo y remiendo. “Era bueno, a mí me hizo este cartel”, cuenta el dueño de una peluquería latina que hay en los bajos del edificio, mostrando un rótulo rojo con varias banderas de países iberoamericanos.

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