El Ejército apaga 'Matador', el último radar aéreo estadounidense

Apretando un botón. Así se acaban casi sesenta años de funcionamiento del último radar de fabricación estadounidense que operaba en España que, además, fue el primero en entrar en funcionamiento. El responsable de hacerlo, un militar español.

Ha tenido lugar esta mañana en la base de Villatobas (Toledo), donde el jefe de Mando Aéreo de Combate, el teniente general Eugenio Ferrer, que ha estado acompañado de autoridades locales, veteranos del ejército y una delegación de EEUU, ha apagado el primer radar aéreo estadounidense que se instaló en España tras los acuerdos de mutua defensa firmados en 1953 por ambos países.

El radar "Matador" -"el nombre se lo pusieron los americanos", precisa un coronel- está compuesto por dos dispositivos, AN-FPS-113 y AN-FPS-90, necesarios para fijar la longitud, latitud y altura de un avión. Ahora serán sustituidos por un nuevo y único radar tridimensional, ya en funcionamiento y "camuflado" con los colores del campo manchego.

"Matador" fue durante un tiempo uno de los tres Centros de Operaciones de Sector (SOC), junto con "Bolero" y "Siesta" -bautizados también por los militares estadounidenses- , desde los que se controlaba el espacio aéreo español.

El edificio donde está ubicado el ya antiguo radar americano, que luce un gigantesco mural en el que se representa a un torero en plena faena junto al nombre de "Matador", quedará ahora vacío.

La intención es instalar un museo sobre la historia de las Fuerzas Aéreas. Desde el Ejército del Aire reconocen que los presupuestos para el año que viene alejan, por ahora, esa posibilidad.

En el interior del edificio se encuentra la sala de control que se utilizó durante los años posteriores a la instalación del radar, presidida por un cuadro del Rey. Junto a él, un cartel luminoso en el que puede leerse la palabra "silencio" en inglés.

Allí, y como parte de la ceremonia de apagado, se ha mostrado a los asistentes cómo se controlaba el espacio aéreo español durante los años cincuenta y sesenta.

Dos militares, subidos en un andamio tras una gran pantalla de cristal en la que se distingue la silueta de la península pintada en color verde, han marcado con rotuladores y corregido con un paño la trayectoria de los aviones, fruto de "complejos algoritmos", afirma el teniente coronel Ferrer.

"Ahora es más moderno" dice, y explica la evolución del sistema de defensa, fruto del desarrollo de la tecnología y la integración en organismos como la OTAN, que permite que en la actualidad se haga todo de forma automática. Tan automático que se dan órdenes "sin utilizar la voz".

El fin de este radar es un "hecho histórico para el ejército", como proclama alguno de los altos mandos presentes, y una muestra de la independencia tecnológica de nuestro país, cuenta otro, que ha fabricado la mayoría de los nuevos dispositivos. Aunque este, en concreto, lo ha montado una empresa italiana.

No se conoce todavía el destino de la tecnología que será desmantelada, pero se espera que sean vendidos -con autorización de EEUU- a algún país que los necesite, como ha ocurrido ya con otros radares que se han ido desmontando, cuatro de los cuales han ido a parar al ejército argentino.

El último radar, herencia de los acuerdos de defensa militar con EEUU durante la división del mundo civilizado en dos bloques, ya no funciona. Eso sí, perdurará la huella del paso del ejército americano por nuestro país: el nuevo radar se seguirá llamando "Matador".

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