Conmovedor relato sobre el joven de Toledo que murió de un infarto tras negarle ayuda dos médicos

El joven de 21 de años de Corral de Almaguer sufrió un infarto en el polideportivo de la localidad y no recibió ayuda médica en un primer momento

Conmovedor relato sobre el joven de Toledo que murió de un infarto tras negarle ayuda dos médicos - EL MUNDO
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Según informa el diario El Mundo conmovedor relato sobre la forma en que murió, hace ahora más de un año, Cristian Paniego, un joven de 21 de años de Corral de Almaguer (Toledo9, que sufrió un infarto en el polideportivo de la localidad y que no recibió ayuda médica en un primer momento pese a que en el centro de salud había dos facultativos de guardia. Ambos se negaron a desplazarse al polideportivo acogiéndose a lo establecido en el protocolo médico.

El caso se encuentra en manos de la justicia.

Por su interés, reproducimos íntegro el relato que ha realizado el periodista Quico Alsedo en El Mundo:

- No podemos ir, no podemos dejar el centro vacío.

- ¡Pero se está muriendo!

- No tenemos coche ni equipo para ir...

- ¡Os llevamos nosotros!

Faltaban cinco minutos para las 20.00 horas del pasado 26 de enero de 2018 cuando Cristian Paniego, que jugaba al fútbol en un polideportivo municipal de Corral de Almaguer(Toledo, 5.300 habitantes), se desplomó como un saco de patatas. El joven, de 21 años, cae a plomo, empieza a sangrar por la cabeza y provoca un corrillo de extrañeza.

Al comprobar que ha perdido el conocimiento y no lo recupera, alguien llama al 112. Cristian tiene una cardiopatía asintomática, varios de los presentes saben que pasa revisiones semestrales y debe controlar sus esfuerzos. Rápidamente su amigo Alberto coge un coche y se planta en el Centro de Salud del pueblo, junto con otros dos amigos.

Los tres entran corriendo en el establecimiento y, aterrorizados, piden ayuda: su amigo no responde a los estímulos, parece no tener pulso. Para llegar al centro, los muchachos apenas deben recorrer 650 metros según Google Maps: dos minutos en coche. Asustados por la situación, buscan ayuda profesional.

Aliviados por encontrar el centro abierto, se dirigen a quemarropa a los dos profesionales médicos que en ese momento allí están. La sorpresa llega al momento: no, no pueden ir a ayudar a Cristian. ¿Cómo? No pueden ir porque el otro equipo del centro ha salido a hacer un servicio y, además, no tienen vehículo para desplazarse, le declararán después los amigos de Cristian al juez.

"'¡Nosotros os llevamos!", les gritan los chavales. "Pero es que el coche que dispone de equipo y medios está en Lillo", contestan los facultativos -siempre según varios testigos presenciales-, refiriéndose a otro pueblo cercano. "¡Coño, pero venid al menos!", les dicen los jóvenes, sin creerse lo que están oyendo. Los dos médicos se cierran en banda, y no solo eso: invitan a los chavales a irse a Lillo, a 12 kilómetros, a buscar el coche del ambulatorio ellos mismos, a pedirle ellos mismos al otro equipo que vaya a atender al moribundo.

El recorrido de 3 minutos que debían haber hecho los médicos, según Google Maps.

Pocos minutos después aparece por el centro la propia madre de Cristian, alertada por los presentes en el polideportivo. Milagros, que así se llama la mujer, que trabaja en el propio Ayuntamiento de Corral de Almaguer, pide que por favor vayan a asistir a su hijo, que se le escapa la vida. Misma repuesta. "No podemos dejar el centro vacío, es nuestro protocolo", le dicen, siempre según las declaraciones de varios testigos presenciales ante la Justicia.

Al Centro de Salud ha llegado desde el minuto uno el aviso de la llamada al 112 por parte de los amigos de Cristian, así que los médicos le dicen a Milagros que probablemente ya haya llegado al lugar una ambulancia medicalizada desde el cercano Quintanar de la Orden. Milagros vuelve corriendo al polideportivo, y allí encuentra a su hijo azul, inconsciente, tendido ladeado sobre el suelo, en posición de defensa.

"Este chico está muerto", le dice a bocajarro uno de los facultativos. Son, según la denuncia, las 20.26 horas, y se inician las maniobras de reanimación. Cristian Paniego ha pasado más de media hora sin asistencia médica, con el corazón detenido, y los dos médicos del Centro de Salud negándose a acudir en su ayuda. Gracias a una inyección de adrenalina el chico recupera el pulso, y es enviado en helicóptero a Toledo, a luchar por su vida. En el Hospital Virgen de la Salud de Toledo tiene dos infartos más. Muere horas después.

Milagros, madre separada, con otro hijo mayor discapacitado, se entera entonces de que en el polideportivo municipal los chavales han intentado hacer uso de un desfibrilador recepcionado en el lugar desde el 20 de julio del año anterior, 2017. ¿Por qué no han podido usarlo? "Porque estaba sin instalar, en una habitación cerrada con llave", explica la mujer a este diario.

¿Por qué no se pudo abrir la puerta? Porque el responsable municipal del polideportivo no estaba presente en ese momento: "Se había ido al funeral de su abuela. Había dejado en su lugar a un amigo que ni sabía dónde estaba el desfibrilador, ni siquiera que existía". En los minutos preciosos en que Cristian comenzó a morir, varios agentes de la Policía municipal se habían presentado en el lugar, pero ninguno había recibido formación para utilizar ninguno de los cinco desfibriladores comprados por el Ayuntamiento, precisamente para situaciones como ésta.

Cristian murió casi ya hace año y medio, pero Milagros no remonta. "Es complicado... Es muy difícil", acierta a decir a este diario. "Uno no sabe... No sabes cómo vivirlo". Sigue: "Tienes un hijo a esa edad, tan rico, con todo por delante, todo por hacer... Cristian estaba trabajando en los jamones, quería seguir estudiando... Siempre era muy cuidadoso con los esfuerzos, sabía que tenía que parar antes que los demás. Jugaba al fútbol, era lo único que hacía. Estaba empezando a trabajar en los jamones, quería seguir estudiando... No sabes cómo encajarlo".

Un juzgado de Quintanar de la Orden instruye una causa por denegación de deber de socorro a Cristian Paniego contra los miembros del equipo médico del Centro de Salud, que declararán en las próximas semanas, tras los testimonios de la madre y amigos de Cristian, reseñados en esta información.

Los facultativos aseguraron, según fuentes de la investigación, que no podían acudir por no dejar vacante el establecimiento, por existir un supuesto "protocolo" cuya existencia ni confirma ni desmiente el Servicio de Salud de Castilla La Mancha (SESCAM) a este diario -pese a ser obviamente una institución pública-.

Desde el SESCAM no se comenta nada sobre el procedimiento, "por estar sub iúdice". "Pero no hay protocolo que exima a unos profesionales de prestar socorro a alguien en esa situación", dice el abogado de Milagros, el penalista Javier de la Peña, director de Lex Abogacia: "No podría haberlo". También hay una reclamación administrativa, por el momento, interpuesta ante el Ayuntamiento de Corral de Almaguer, por el desfibrilador nunca utilizado.

Pese a que fue adquirido en julio de 2017, el desfibrilador no fue incluido en el registro autonómico pertinente hasta abril de 2018. Tres meses después de que Cristian Paniego comenzara a morirse en el suelo del polideportivo.

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