Arzobispo de Toledo cuestiona si la fe debe vivirse solo en el ámbito privado

En su escrito semanal a la Archidiócesis de Toledo, el arzobispo pone de manifiesto que en España y Europa se constata "el preocupante debilitamiento de la práctica religiosa", un fenómeno que asegura que afecta incluso a las comunidades musulmanas

El arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, se ha preguntado si debe ser negada toda expresión pública de cualquier fe religiosa en el ámbito de lo público y reducirla a un hecho privado.

En su escrito semanal a la Archidiócesis de Toledo, el arzobispo pone de manifiesto que en España y Europa se constata "el preocupante debilitamiento de la práctica religiosa", un fenómeno que asegura que afecta incluso a las comunidades musulmanas.

Sin embargo, para Rodríguez, la no práctica religiosa "no es señal de que las personas religiosas sean anti modernas", sino que el proceso de secularización en Occidente denota que existe una sociedad plural.

Y esa sociedad actual, ha añadido monseñor Rodríguez, se considera vinculada en sus instituciones a una devoción o fe, de manera que las iglesias están separadas de las estructuras políticas y la religión "tiende a reducirse a una cuestión privada".

No obstante, el arzobispo primado de España ha indicado que no es posible afirmar que haya desaparecido lo religioso en la vida personal y social, porque esta cuestión se vuelve a plantear una y otra vez tanto a nivel personal como social.

"Si la sociedad es plural, debe aceptarse la existencia de una inspiración, una influencia beneficiosa de lo religioso", ha manifestado Rodríguez, por lo que se ha preguntado si la expresión de cualquier fe religiosa debe hacerse "sin salir a la calle".

Para Rodríguez, "los llamados ateos han de reconocer que todos vivimos con nuestra propia visión de las cosas en la misma sociedad común a todos, en búsqueda de un bien concreto, visible y que puede ser compartido", y que "estamos llamados a convivir bajo la guía o el liderazgo de una institución pública, llámese Estado u otro tipo de autoridad, que respete nuestra libertad y autonomía personal".

Una autoridad pública, ha matizado, que "ha de ser aconfesional e imparcial respecto a todos los individuos", si bien un Estado o institución estable no se puede construir sin tener en cuenta a las personas religiosas.

Así, aunque ha defendido la existencia y el respeto a las personas de fe, el arzobispo pone una condición: "que los hombres y mujeres religiosos rompamos drásticamente con los fundamentalismos y los integrismos".

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