El año agridulce no resta ilusión a la cerámica de Talavera, Patrimonio Inmaterial

El 11 de diciembre de 2019 la Unesco declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad la fabricación artesanal de cerámica de estilo talaverano de las localidades españolas de Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispo y de los estados mexicanos de Puebla y Txalaca
En la imagen, Magdalena Corrales, presidenta de la asociación 'Tierras de Cerámica' junto a uno de los murales de cerámica que adorna Talavera de la Reina (Toledo) - EFE/Manu Reino
photo_camera En la imagen, Magdalena Corrales, presidenta de la asociación 'Tierras de Cerámica' junto a uno de los murales de cerámica que adorna Talavera de la Reina (Toledo) - EFE/Manu Reino

A punto de cumplirse un año de la declaración del proceso artesanal de la cerámica de Talavera como Patrimonio Inmaterial por la Unesco, los alfareros hacen balance de un 2020 “agridulce” por la covid-19, aunque mantienen la ilusión “intacta” por este reconocimiento, a la espera de que la situación mejore para retomar proyectos que revitalicen el sector y los planes de salvaguardia de este oficio.

La presidenta de ‘Tierras de Cerámica’ -asociación que impulsó la presentación de la candidatura a esta distinción-, Magdalena Corrales, y los ceramistas Juan Carlos Albarrán y Juan Carlos Fernández reconocen, en una entrevista con la Agencia Efe, que 2020 ha sido “un año complicado”.

El 11 de diciembre de 2019 la Unesco declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad la fabricación artesanal de cerámica de estilo talaverano de las localidades españolas de Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispo y de los estados mexicanos de Puebla y Txalaca, que presentaron su candidatura conjuntamente, pero poco después se declaró la pandemia y los planes de la asociación se vieron afectados.

Corrales recuerda que la crisis sanitaria comenzó “cuando estaban arrancando las medidas de salvaguardia”, lo que supuso “un parón importante”, aunque ‘Tierras de Cerámica’ sigue trabajando, “más lentamente, pero con paso seguro”, para que los proyectos que baraja “lleguen a buen puerto”.

Explica que durante este tiempo ha participado en un curso de capacitación en planes de salvaguardia, organizado por instituciones culturales de Colombia y México, en el que se ha abordado la metodología para poner en marcha medidas de protección; así como en el primer encuentro de gestores de patrimonio cultural inmaterial del Ministerio de Educación, donde se ha analizado la situación del sector.

Afirma que, económicamente, los ceramistas “están sufriendo”, pero la principal preocupación sigue siendo la falta de relevo generacional en un oficio “que ya estaba tocado antes de la crisis”.

Por ello, entre los proyectos en los que el colectivo piensa de cara al futuro está dinamizar la vida de los talleres y hacerlos visitables para que la gente pueda conocer cómo se hace la cerámica, potenciar la cooperación con las instituciones para desarrollar estrategias comunes y crear un registro de materiales, herramientas y espacios en desuso asociados a este elemento, con el fin de recuperarlos y conservarlos para que no se pierdan.

La covid-19 impedirá celebrar “a lo grande” el primer aniversario de este reconocimiento, como ‘Tierras de Cerámica’ quería, y habrá que limitarse a “un pequeño homenaje” en redes sociales, pero la ilusión por haberlo obtenido se mantiene “intacta” y la presidenta de la asociación no pierde el optimismo.

El ceramista Juan Carlos Albarrán, que tiene su negocio en Talavera, agrega que cuando se consiguió la declaración de Patrimonio Inmaterial “los clientes estaban como eufóricos. Los talaveranos sentían orgullo y los de fuera, curiosidad”, pero con la pandemia “todo se ha ralentizado”.

No obstante, sostiene que, una vez finalizado el confinamiento y dado que la población “no podía hacer grandes viajes”, sí que han llegado turistas a la ciudad atraídos por esta distinción.

Este ceramista calcula que sus ventas han disminuido alrededor de un 25 %, aunque admite que no ha sido uno de los más afectados por la pandemia porque comercializa un 80 % de sus productos a través de Internet.

Cuenta que sus piezas no son las tradicionales, ya que entre sus producciones destacan calaveras de cerámica y obras de nuevo diseño, y aboga por la digitalización porque “hoy en día, el comercio electrónico es vital, es un escaparate abierto a millones de personas”, que ha permitido, por ejemplo, enviar una de sus últimas creaciones a Londres.

También apunta a la falta de relevo generacional como “el principal problema” de un oficio en el que “no hay beneficios inmediatos” y cuyo aprendizaje requiere tiempo y pide a las administraciones acciones que lo apuntalen.

En la misma línea, el también ceramista Juan Carlos Fernández asegura que ese galardón “llenó de orgullo” a los dos municipios toledanos vinculados a esta artesanía, pero lamenta que con la covid-19 no diera tiempo a poner en marcha iniciativas.

Recalca que los fundamentos y argumentos que llevaron a lograr la declaración siguen “intactos” y, aunque dice que, en su caso, no ha visto incrementada la demanda como consecuencia de ello, espera que se pueda “aprovechar el tirón” que supuso.

No todas las tormentas duran siempre, saldrá el sol”, subraya este alfarero de El Puente del Arzobispo, quien añade que el sistema de venta tradicional -ferias y tienda- ha experimentado una caída “del cien por cien” y que ha habido que “adaptarse” y buscar otras fórmulas, como el comercio electrónico, para salir adelante.

Y hace hincapié en que donde se tiene que trabajar es “en preservar la tradición de la alfarería y la cerámica, transmitida de generación en generación”, por lo que insta a las administraciones a “enfocar bien el tiro”.

Fernández propone un plan de formación “serio, de largo recorrido”, para enseñar esta labor “con tiempo y tranquilidad”, y advierte de que si no se pone en marcha de forma inmediata “el día de mañana no habrá profesionales”.

La pandemia, lamentan, ha supuesto “un mazazo” para muchos ceramistas de Talavera y Puente, a pesar de lo cual no se plantean echar el cierre ni abandonar un oficio centenario, seña de identidad de estas dos localidades toledanas, cuyos procedimientos de fabricación, decoración y esmaltado siguen siendo artesanales e idénticos a los practicados en el siglo XVI y que luchan por preservar. 

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