Casi tres millones de personas viven en zonas inundables sin saberlo en España

Vista de una zona residencial inundada en la localidad toledana de Escalona por el desbordamiento del río Alberche - Archivo/EFE/ Ángeles Visdómine
Las inundaciones son el segundo fenómeno natural más letal en España, solo por detrás de las olas de calor. Cerca de tres millones de personas viven en zonas inundables, muchas sin ser conscientes del riesgo, mientras el Gobierno prepara nuevas medidas para limitar la construcción en estas áreas.

Las inundaciones son, tras las olas de calor y según datos oficiales, el segundo fenómeno natural que mayor mortalidad causa en España, donde se calcula que algo menos de 3 millones de personas viven en zonas inundables: muchas no lo saben y sufren las consecuencias por sorpresa.

Desde principios de siglo, los fenómenos meteorológicos que más víctimas mortales ocasionan son las altas temperaturas (28 %), seguidas de inundaciones (20 %) y temporales marítimos (17 %), según un informe de Protección Civil.

Los datos del Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) confirman que casi 473.000 personas viven en las zonas con mayor riesgo de inundación -las que estadísticamente se inundan una vez cada 10 años- aunque este análisis se limita a las cuencas intercomunitarias: si se añaden las demás, la cifra puede alcanzar las 700.000 personas.

Sumando la población que reside en zonas con menor peligro, el dato aumenta hasta unos 2,7 millones de personas: en los últimos años unas 300 ha fallecido por esta causa.

Estadísticas ¿engañosas?

La directiva de inundaciones fija tres escenarios de probabilidad del desastre en función del período de retorno o tiempo que transcurre entre una y otra: 10, 100 y 500 años; sin embargo, las estadísticas no suponen una garantía, como explica el subdirector general de Protección de Aguas y Gestión de Riesgos del MITECO, Francisco Javier Sánchez Martínez, pues el riesgo real sigue siendo imprevisible.

“Uno puede pensar que si su vivienda se inundó hace 100 años no ocurrirá de nuevo en este siglo, pero eso al final se vuelve contra nosotros” porque el mismo sitio “puede inundarse tres o cuatro veces en un año” con independencia de la estadística.

Por ello, el Gobierno inició en marzo los trámites legales para endurecer los permisos de construcción en zonas inundables, mediante un decreto-ley y una Ley de medidas urbanísticas urgentes.

La nueva normativa afecta a zonas fluviales y costeras y se basa en tres puntos: prohibir o limitar la edificación en estas áreas, aplicar medidas para el refuerzo de la seguridad en los que ya existen y reforzar la concienciación ciudadana sobre los riesgos que implica residir en ellas.

Especial riesgo

Las provincias con mayor superficie y riesgo, según el Ministerio del Interior, son Zaragoza, Huesca, Teruel, Navarra, La Rioja, Burgos, Soria, Lérida, Álava y Córdoba, aunque otras como Valencia, Pontevedra o Málaga también han sufrido importantes inundaciones.

Según los Planes de Gestión de Riesgo de Inundación del segundo ciclo del MITECO (período 2022-2027), las cuencas del Ebro, Júcar y Segura encabezan las zonas más afectadas en el caso de centros educativos y residencias de ancianos.

En total, las zonas con posibilidad de inundarse ocupan unos 25.000 kilómetros, sobre los cuales están construidas cerca del 9 % de las viviendas en España, lo que se traduce en 2,3 millones de unidades, según un informe de la compañía ST Analytics, integrada en el grupo Sociedad de Tasación: Valladolid, Murcia, Sevilla y Gerona son las provincias que cuentan con más hogares en riesgo.

A ellos hay que sumar más de 330.000 amenazados por inundaciones costeras, según el mapa de riesgos del parque de viviendas, y un ejemplo es Vera (Almería), que el pasado mes de enero sufrió un temporal coincidiendo con la pleamar que arrasó la playa y se adentró unos 200 metros en una de sus urbanizaciones.

Por qué

Julio Barea, responsable de la campaña de Aguas de Greenpeace, resume la causa principal de estos desastres: “hemos construido sobre zonas inundables al invadir zonas de cauce” y esto, “desgraciadamente, tiene sus consecuencias”.

Un antiguo refrán advierte de que el agua siempre encuentra su cauce pero no es rara la imprudencia al construir cerca de barrancos o arroyos secos, en teoría seguros por la sequía de años, que se convierten en trampas mortales cuando regresan las precipitaciones fuertes en un corto espacio de tiempo.

Ejemplo especialmente dramático es el del 7 de agosto de 1996, cuando una fuerte tormenta causó una crecida inesperada en el barranco de Arás que devastó el camping Las Nieves, a menos de un kilómetro de Biescas (Huesca): casi 90 personas murieron y cerca de 190 resultaron heridas.

Los técnicos advirtieron del peligro y recomendaron negar la construcción del camping en esa zona, pero las administraciones públicas obviaron sus informes porque la belleza del paraje atraía turismo.

La Naturaleza manda

Distintos especialistas lamentan la “arrogancia” del ser humano al creer posible domar a la Naturaleza, tratándola como algo ajeno y manejable, cuando su poder es incontrolable y es imprescindible adaptarse a ella.

Así, los técnicos que participaron en la redacción de la 'Guía metodológica para el desarrollo del sistema nacional de cartografía de zonas inundables' de MITECO afirman lo “frustrante” que resulta la percepción “catastrofista e impredecible de estos fenómenos naturales”, cuando “todo el mundo científico” entiende las crecidas de agua “como parte indisoluble de la natural dinámica fluvial”.

La guía añade que “podemos acercarnos a predecir con fiabilidad su alcance, su tipología y su recurrencia temporal característica” por lo que, más que una amenaza de la Naturaleza hay que pensar en la imprevisión humana ante este fenómeno.

Aplicar medidas de prevención y aprender técnicas de autoprotección son dos de las recomendaciones básicas de expertos para afrontar este problema.