"Por mí y por todas mis compañeras": la lucha feminista en el ocaso franquista

Corría el verano de 1975 y era de esperar que las represalias contra sus opositores no fueran "superfuertes"; pero la realidad es que repartir propaganda estaba castigado con duras multas que, si no se podían afrontar, se sustituían por la cárcel. Sin que importase la edad
"Por mí y por todas mis compañeras": la lucha feminista en el ocaso franquista
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Una vieja cinta de vídeo, el empeño de unos hijos por saber su contenido, una gran historia colectiva y las ganas de una periodista por contarla. Así surgió "Por mí y por todas mis compañeras", el relato audiovisual de la batalla por la libertad que tantas mujeres dieron en el ocaso del franquismo.

Corría el verano de 1975 y era de esperar que las represalias contra sus opositores no fueran "superfuertes"; pero la realidad es que repartir propaganda estaba castigado con duras multas que, si no se podían afrontar, se sustituían por la cárcel. Sin que importase la edad.

Es lo que le ocurrió a Violeta Lobato en junio de ese año cuando, con 16 años, salió con un compañero del instituto Gregorio Marañón de Madrid a distribuir panfletos de la Junta Democrática de España. "Nos detuvieron a los dos. Nos metieron 200.000 pesetas de multa", recuerda en una entrevista con Efe.

Y, como no las pudo pagar, tuvo que pasar dos meses en prisión.

"Sabíamos perfectamente que era algo ilegal; lo que pasa es que eran los últimos coletazos del franquismo y confiábamos en que no iba a ser superdura la condena; sabíamos que nos arriesgábamos, pero con 16 años no pensábamos que nos iban a hacer algo muy fuerte", aclara.

El mismo día que ella fueron detenidas "un montón de chicas jóvenes de la Junta Democrática". Violeta fue encerrada con otras 21 mujeres, todas mayores, "en una habitación gigantesca" de la cárcel Yeserías que nunca se quedaba a oscuras porque dejaban "unas luces rojas por la noche".

"Nos separaban a las presas políticas de las comunes para que no las contamináramos", afirma. En los dos meses que duró la reclusión mató el tiempo "haciendo bisutería".

Como consecuencia, no pudo hacer los exámenes de junio ni tampoco recuperarlos en septiembre, así que repitió el curso. También dejó secuelas en su familia: "Mi madre me dijo que mi hermano, al que todo en aquel momento le afectaba mucho porque mi padre estaba en la cárcel, empezó a hacerse pis en la cama", rememora.

Sus padres eran los históricos dirigentes comunistas Dulcinea Bellido y Luis Lucio Lobato. A ella la recuerda "siempre en reuniones con otras mujeres (...) Era uno de los motores de la lucha feminista y de la amnistía de los presos políticos". A él, sin embargo, le veía en la cárcel, donde pasó 26 años en periodos discontinuos.

A pesar de esos antecedentes, Violeta no tuvo nunca "mucha conciencia política" hasta que a los 16 años se metió en la Junta Democrática; sin embargo, nunca fue "militante de nada", tampoco después de su arresto que, dice, no condicionó esta decisión. 

"Tengo que decir que no pasé un trauma enorme en la cárcel, fueron dos meses y fue más una experiencia", reconoce. De hecho, lo primero que se dijo el día que recuperó la libertad fue: "Es verano todavía, me voy a divertir. Así que quedé con una amiga y nos fuimos por ahí a pasárnoslo bien".

Incluso volvería a tirar esos panfletos porque lo único que pedían eran "partidos políticos, democracia, que se pudiera votar". "Mereció la pena, por supuesto", concluye.

La de Violeta es una de las voces femeninas que la periodista Carmen Barrios ha logrado reunir en el documental "Por mí y por todas mis compañeras", premio II Residencia Artística de la UNED. 

Mujeres como Ana Sirgo, protagonista de las huelgas obreras que tuvieron lugar en Asturias en 1962; Isabel López, que organizó Comisiones Obreras desde la clandestinidad, o Maruja Ruiz Martos, dirigente vecinal en Barcelona, a las que debemos "entender la vida con la libertad con la que lo hacemos", dice a Efe la directora de este documental, Carmen Barrios. 

Al principio, la también escritora quería recuperar del olvido la figura de Dulcinea Bellido, fundadora del Movimiento Democrático de Mujeres, para el libro "Rojas, Violetas y Espartanas", lo que la llevó a conocer a Violeta y a su hermano Daniel.

Éste había encontrado una vieja bovina en casa de su madre, grabada con un sistema incompatible con cuantos probó en España, hasta que hace un par de años encontró una empresa en Holanda que pudo descifrarla.

Lo que allí apareció fue un documental de 1976 realizado "de forma clandestina" por la televisión sueca e inédito en España, que recopila la lucha femenina contra el franquismo en su última etapa. Entonces a Barrios se le iluminó la bombilla de hacer una secuela buscando a sus protagonistas en la actualidad.

"Me interesaba sacar la lucha política de las mujeres, porque parece que los derechos que tenemos en la Constitución han llegado allí porque se reunieron una serie de hombres importantes, nunca mujeres", censura.

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